Tres mamás subieron la petición: sus hijos, con diabetes, no podían recibir los nuevos tratamientos ya que las obras sociales no accedían a cubrirlos, regidas por una ley del ‘84. En tiempo récord, las tres se convirtieron en miles y juntaron una cantidad de firmas tal que no las pudo desoír el senado.
Apenas en cinco meses (un plazo muy corto para detectar “una victoria”), el Congreso aprobó la reforma de la Ley de Diabetes.
Carlos, padrino de una escuela del norte argentino, pensó que la mejor manera de que le renovaran el contrato al maestro bilingüe y le permitieran seguir transmitiendo sus saberes originario en Salta, era crear una petición en change.org.
La cantidad de firmas se expandió como ráfaga y, al poco tiempo, el pedido fue analizado por la Dirección General del Escuelas. El maestro fue recontratado; los derechos de los pueblos originarios, tenidos en cuenta.
"Change.org existe en 18 países del mundo y cuenta con 100 millones de usuarios. Argentina, con 2.5 millones, es uno de los países que declara más victorias en relación a la cantidad de usuarios. El 30% de los usuarios de este país declara 'victoria'", explica Gastón Wright, Director de Change.org Argentina. Casos como los mencionados al principio abundan en la plataforma. Pero ¿cómo funciona este esquema de participación y qué lo alimenta?
- Cuando nació Change.org, ¿cómo se planteó el modelo de negocio?
- Financiamos nuestra plataforma gratuita en todo el mundo aceptando publicidad en el formato de peticiones patrocinadas, similares a los videos patrocinados de Youtube, los enlaces patrocinados de Google o los tweets patrocinados de Twitter.
La idea es que las organizaciones sociales puedan conectarse con los usuarios y seguir generando una relación. El modelo de financiamiento es como el de un diario on-line. No tenemos publicidad en la página, pero sí tenemos algunas peticiones patrocinadas por organizaciones grandes como Unicef, Greenpeace.
La plataforma bien lo explica: "Somos un nuevo tipo de empresa: un 'emprendimiento social' que usa el poder de la empresa para el bien social.
Change.org tiene un modelo de negocio que le permite ser económicamente sostenible, facilitando a decenas de millones de personas una plataforma gratuita para generar cambios".
Pensar el bien social como un buen negocio es el fuerte de Change.org. "Creemos que utilizar las empresas para conseguir el bien social es una de las oportunidades más emocionantes para conseguir cambios positivos en el mundo. Por eso estamos orgullosos de estar certificados como una B Corporation (en inglés), un nuevo tipo de empresas dedicadas a conseguir un impacto positivo. Esta certificación requiere cumplir unos estándares muy altos de comportamiento social y medioambiental definidos por un grupo independiente".
- La plataforma permite que cualquier usuario cree una petición. ¿Hay algún mecanismo de control para filtrar peticiones que no apuntan al bien común?
- Sí, tenemos las mismas políticas de privacidad y uso que, por ejemplo, tiene YouTube, donde se detecta cualquier palabra o acción discriminatoria o abusiva. Nuestro staff chequea todo el tiempo la plataforma para cuidar este aspecto.
- ¿Creés que a partir de estas "plataformas de cambio social" se modifica el concepto de participación ciudadana?
- Creo que lo que hay es un estilo de participación diferente, apoyado en internet. Esto posibilita que la gente que por ahí no va a las marchas, no sale con las pancartas a una plaza, pueda participar de un cambio.
Change.org tiene más de 70 millones de usuarios en 196 países, todos los días personas utilizan sus herramientas para transformar sus comunidades a nivel local, nacional e internacional.
Un madre que lucha contra el bullying en la escuela de su hija, clientes que ponen presión a los a bancos para que retiren cargos innecesarios o ciudadanos denunciando a funcionarios corruptos, son algunos ejemplos exitosos de las miles de campañas que han ganado y ganan cada semana.
“Estamos viviendo tiempos increíbles, tiempos en los que la oportunidad de cambiar las cosas es mayor que antes. Reunir a personas que apoyen una causa puede ser difícil, toma mucho tiempo y requiere de recursos financieros y una infraestructura compleja. Sin embargo, la tecnología nos acerca mucho más y nos conecta mejor”.
Hoy, es posible que cualquier persona inicie una campaña e inmediatamente movilice a cientos en su localidad, y a otros miles en distintas partes del mundo. El proceso de rendición de cuentas se traduce en que las empresas y los gobiernos sean más responsables.
“Buscamos darle velocidad a este proceso de cambio, haciéndolo más sencillo e inspirando a que todas las personas descubran aquello que es posible hacer cuando su voz es escuchada por otros”, cierra Wrigth.