Nadie puede negar que los smartphones nos han facilitado -y a veces complicado- la vida con sus miles de funcionalidades a través del inmenso catálogo de aplicaciones disponibles. Pero pese a la capacidad de estas pequeñas computadoras de bolsillo hay algo en lo que el teléfono inteligente moderno sigue siendo muy malo: su autonomía energética.
Las baterías de los dispositivos más amados del siglo XXI no aguantan más allá de unas pocas horas de actividad. Llegar al final del día sin haber tenido que enchufar el smartphone a un cargador es toda una hazaña. Para compensar, los equipos suelen ofrecer algún modo de ahorro de energía pero no es suficiente.
Por esa razón es que terminamos enchufando el teléfono constantemente, ya sea cuando vemos que estamos por debajo del 50% de batería -y queremos recargar porque aún nos faltan muchas horas de uso con el equipo- o a la noche cuando nos acostamos y lo dejamos cargando hasta el otro día. ¿Es malo esto? ¿Se daña la batería por dejarlo enchufado aún cuando llegó al 100%?