Las innumerables fotos de las vacaciones, largos videos de playas de ensueño o importantes proyectos: quien necesite compartir grandes paquetes de datos con otros tiene varias opciones para hacerlo. ¿Cuán seguros y buenos son estos servicios?
En primer lugar existe el almacenamiento en la nube como Dropbox, Google Drive o iCloud. En este caso, los usuarios suben sus fotos o videos al servidor de una empresa y luego pueden compartir las partes seleccionadas con amigos o conocidos. Reciben para ello un link o por mail los datos de acceso para el almacenamiento online. Los receptores no necesitan en general tener una cuenta para ver la información o bajársela, aunque el remitente sí tiene que registrarse de forma gratuita.
Se trata de aplicaciones sencillas se utilizar, los usuarios pueden crear carpetas y acceder a ellas a largo plazo desde la computadora o el smartphone. Algunos servicios en la nube también ofrecen codificar los datos.
Sin embargo, "el usuario no tiene conocimiento de cómo funciona la encriptación", indica Fabian Scherschel, de la revista especializada "c't". Además, los servidores suelen estar en otros países, por lo que no rige el derecho nacional. Por otra parte, el almacenamiento gratuito es limitado a pocos gigabytes. Si se quiere tener guardados más archivos, hay que pagar un abono mensual con diversas tarifas según cada empresa. Dropbox y Google Drive cobran, por ejemplo, unos diez dólares por un terabyte de memoria.
Para quienes solamente envíen grandes paquetes de vez en cuando funcionan muy bien servicios como Wetransfer, Dropsend o Zeta Uploader. El sistema es similar: hay que subir los archivos al servidor e introducir las direcciones de email de los destinatarios, que reciben un link y pueden descargarse los datos. Después de unos pocos días, todo se borra automáticamente y, por tanto, no hay una estructura con carpetas o acceso online desde cualquier dispositivo.
A cambio, algunos de los servicios no exigen siquiera registrarse, solamente hay que poner la dirección personal de email en el envío. Pero si se trata de paquetes de datos realmente pesados, hay que pagar una tarifa. Los problemas de seguridad son los mismos que en los servicios en la nube.
Para evitar esto, es posible que uno cree su propio servidor, donde además no hay problemas de espacio, pero la compra e instalación son costosas. El equipo y el material cuestan varios cientos de euros, según cuál sea su calidad, y el dueño tiene que proteger a su servidor de eventuales ataques de hackers.
Otra opción son discos duros conectados en red (Network Attached Storage, NAS, en inglés). Tampoco en este caso hay problemas de almacenamiento, pero sí un tema de velocidad, ya que lo normal es que la conexión a Internet media sea mucho más lenta en la subida de datos que en la descarga. Ese cuello de botella puede convertir la visualización de las fotos de las vacaciones en una cuestión que requiera bastante paciencia.
Por encima del límite de 20 o 30 GB, los expertos siguen recomendando un pendrive USB o un disco duro externo en un buen sobre acolchado y el envío por correo o empresa de mensajería.