Afuera, humedad, algo de sol. Afuera, Buenos Aires. A las cinco de la tarde, Gustavo Cerati llega a su búnker de buen humor (“es raro que no sea así”, dice una de sus colaboradoras).
Unísono es el estudio de grabación, la oficina, el refugio del artista que usó su cabeza como un revólver y disparó en los '80 una banda que se llama (llamaba) Soda Stereo.
Se hunde en el sillón del living; está rodeado por los trofeos de caza: discos de oro y platino; Grammys; lenguas de MTV; Gaviotas del Festival de Viña; Konex.
Desde la profundidad de su sofá, suelta a través del teléfono una bocanada: “Mendoza es un lugar obligado: hay que ir a tocar allí; imposible de obviar.
¡Cantidad de años tocando en esa provincia! Desde Soda, pasando por los '11 episodios sinfónicos' y 'Ahí vamos', definitivamente es un lugar que me gusta”.
Repasa: el 12 de abril se presentará en el Auditorio Bustelo. Trae las canciones campestres de “Fuerza natural”, el muy elogiado disco que lo puso de nuevo en el centro de su carrera solista tras la pirotecnia de la gira de Soda Stereo en 2007.
-En los viajes, ¿te recluís en el hotel o hacés turismo por las provincias?
-Salvo que esté arruinado, por alguna razón, no me gusta quedarme en el hotel. Emprendo paseos y siempre sale algo: lo de las bodegas es una fija. Me agarra una especie de claustrofobia en el hotel... Bah, ¡en todos lados!
-¿Sabías que Santaolalla quería invitarte para su show de Bajofondo en la Fiesta de la Vendimia?
-Varias veces me ha dicho que quiere que toque con él, pero no se ha concretado. Es que cada uno está en su mundo. Santaolalla además está con el tema de la bodega en Mendoza, ¿no es verdad?... Pero no me enteré nada de la Vendimia. Siempre está flotando la posibilidad.
Cuando me lo encuentro me dice: “Tenés que venir a algún show”. Y yo le digo: “¡Y dale invitame! Tampoco voy a caer así de improviso” (ríe).
-Ahora que vas a empezar una gran gira, ¿qué te estimula y qué te bajonea de viajar tanto?
-Bajonear nada, porque adoro tocar, más que nada porque ya sé manejar los lapsos. No me voy más de un mes, porque sé que ése es mi límite; así que voy y vuelvo. No tengo nada para quejarme.
Disfruto mucho de la banda; somos todos muy amigos lo cual hace que las cosas funcionen fuera y dentro del escenario. Alguna vez pensé que me iba a cansar de esto... ¡Pero la verdad es que no me pasa!
-¿Qué quisiste contar en "Fuerza natural" que no estuviese dicho en tus discos anteriores?
-Lo primero que me planteé fue salir de la temática de las relaciones. Siempre, en mis canciones, como que había una segunda persona que parecía cotejar todo lo que escribía. Con “Fuerza natural” me conecté con cosas más amplias; la sensación de estar en relación con algo muy power, como la naturaleza.
De hecho, mirá ahora las cosas que pasan con eso (se refiere al terremoto de Chile). Sentir esa pertenencia con el ambiente; la escribí en una situación más rural. Fue decir: “Mirá todo lo que tengo alrededor”. También me sedujo la idea de generar una obra más entera.
-¿Se te metió el paisaje en el disco? Compusiste la mayoría de las canciones en una chacra de José Ignacio, Uruguay.
-Sí, fue una decisión. Uno puede estar al lado del mar y decidir no escribir sobre eso. Creo que me puse descriptivo.
Cuando pase el temblor
El año comenzó movido para Cerati. El festival "Argentina abraza a Chile", que lo tuvo como gran protagonista e ideólogo, marcó el regreso del guitarrista a los shows de multitudes.
-¿Cuándo fue el momento íntimo que decidiste hacer algo por Chile?
-He vivido un tiempo en Santiago. Mis hijos nacieron allá y está la cosa familiar de la pertenencia de ellos; aunque son más argentinos que chilenos. Tengo mucha relación con Chile. Es decir, cuando supe la noticia del terremoto me golpeó fuerte. Realmente me golpeó.
Aproveché el sistema de Twitter (yo tengo muchos seguidores) y en vez de decir las boludeces de siempre (“toco tal día” o “tal otro”), que es lo clásico que uno hace, aproveché para direccionar algunos datos útiles sobre la catástrofe.
Fue impresionante lo que pasó con eso. Se disparó en miles de personas que buscaban a otros, se replicaron teléfonos de importancia. A través de ese mismo canal surgió la idea del Festival que se organizó en dos o tres días.
-Desde arriba del escenario, ¿qué fue lo que más te sorprendió del festival solidario?
-Cuando ocurrió lo de Chile, mucha gente mezcló sopa con vino y dijo: “¿Cómo vamos a ayudar a ese país después de lo que hicieron durante la Guerra de Malvinas?” y giladas como ésas.
Pero la verdad es que me impresionó mucho el resultado del festival. Fue increíble: muchas banderas chilenas llevadas por argentinos, lo que me dio mucho orgullo. Parecía que estaba tocando en Santiago. Además, hubo muchas más donaciones que gente. Sin palabras.
-Fue simbólico también. Se dejaron las rivalidades de lado...
-Los gobiernos distancian, así como también las naturales rivalidades entre países. Pero cuando las papas queman aparecen corazones muy grandes. Mucha gente se sintió tocada sin siquiera tener relación de pertenencia con el pueblo chileno como por ejemplo la que yo tengo.
-¿Qué tal compartir escenario con Calamaro? ¿Por qué eligieron "Trátame suavemente" y "Crimen"?
-Fue muy bueno. Andrés me llamó diciéndome que quería hacer algo conmigo, que quería participar de este “Argentina abraza a Chile”. Me dijo que quería cantar “Trátame suavemente”. Así que inmediatamente la ensayamos y después surgió naturalmente “Crimen”.
-Ustedes se conocen desde muy chicos; aparece un "Proyecto Erekto" en tu currículum, junto a Calamaro, aún antes de Soda. ¿Andrés podría haber sido un cuarto integrante de la banda?
-Antes que Soda fuera un grupo, Andrés era como parte de la sigla. Estábamos armando algo juntos que se llamaba Proyecto Erekto. Después él se fue con los Abuelos de la Nada y nosotros con Zeta armamos Soda Stereo. ¡De esa época lo conozco! Es alguien al que quiero mucho y quedamos en hacer algo juntos en un futuro…
-¿En aquellos 80, sospechabas que el rock nacional devendría en lo que es hoy? Se ha criticado mucho la futbolización del rock barrial argentino…
-Es parcializar mucho. Una cosa es lo que se ve o lo que el marketing quiere que se entienda como rock nacional y otra es lo que realmente sucede. Mucha gente hace música que no tiene nada que ver con la estética barrial, pero tal vez no se difunde tanto. Son momentos. Hoy se impuso eso del “artista” que pertenece, supuestamente, al margen de la sociedad.
Después pasan situaciones como las que hemos vivido, cuando uno se da cuenta de que no es lo mismo hacer música y tratar de evolucionar con eso que hacer jingles para conformar a tu barrio.
Cerati toma aire. Y resopla un par de segundos después: “Pero ojo, yo también soy de un barrio, de Villa Urquiza. La gente cree que yo vengo de Barrio Norte, pero no.
Tuve mi formación musical en barrios característicos donde nacieron un montón de bandas, así que nunca entendí del todo eso del rock barrial”.
-Se habla mucho de futbolización en tanto que intolerancia. River-Boca. Cerati-Indio Solari.
-El hecho de que a alguien le guste una banda y que eso lo ponga en una posición antagónica a otra es una gran pelotudez. Sobre todo porque estamos hablando de música. No sincronizo con eso. Igualmente, como yo soy cero futbolero creo que no entiendo del todo lo de la futbolización.
Sé que hay intolerancia en muchos niveles. Vivimos años muy jodidos, con gobiernos que ayudaron a que la gente se lobotomizara culturalmente.
Esta especie de globalización peligrosa que se planteó en los 90 trajo como resultado una resaltación de valores que no son precisamente los mejores, como el chauvinismo. “Argentina, Argentina” como grito, cuando realmente Argentina es otra cosa.
Tomárselo con Soda
-Vos sabés cada vez que empezás una entrevista que ésta no terminará hasta que te pregunten si vuelve o no vuelve Soda...
-(Se lo toma con onda, y ríe) No va a ocurrir. Bueno, decir jamás, no sé; porque podría ser usado en mi contra. Pero creo que cumplimos realmente la etapa. Se cerró de la mejor manera todo. No le veo ningún sentido a hacerlo nuevamente. Lo casi seguro es que nunca volveremos con Soda.
Si lo nuestro hubiera sido algo tímido (se refiere al cierre de la gira “Me verás volver”), todavía. Pero la verdad es que los últimos conciertos fueron increíbles: saltaron los fusibles, cerré todo lo que había quedado abierto como herida y ya está. Hay que dar vuelta la página.
-¿Te jode hablar de Soda?
-No, pero no puedo decir nada más. Cuando nos separamos por primera vez, el “no” mío tenía que ver con no volver a vivir la situación Soda. Con escapar de algo. Pero este “no” es diferente, tiene que ver con algo más profundo: ya está. Lo hicimos y bien.
-¿Y qué redescubriste de Soda en la última gira? ¿En algún momento te sentiste turista de tu propia banda?
-Tomé realmente conciencia de lo enorme que significa Soda para mucha gente. Nunca supusimos que sería tan grande la respuesta. Fue la primera sensación potente.
Eso se contrarresta con la idea natural de que estábamos acá, los tres, ensayando, todo muy cercano, muy íntimo. Era mi banda, de vuelta. Los únicos que sabemos bien cómo funciona Soda somos nosotros tres. Y ahí estábamos, como si nada hubiese pasado.