Muchos hablan del síndrome de la rana en la olla de la agua hirviendo. Internet se nos muestra como un entorno cálido, donde nada puede salir mal, y, en ese contexto, cada vez prestamos menos atención a las configuraciones de seguridad de las redes sociales.
Es más, los usuarios nos hemos acostumbrado incluso a que nuestra propia identidad digital esté signada por Facebook, ya que usamos el usuario de esta red social para entrar en otros servicios como Spotify, Netflix, o incluso más críticos como servicios de almacenamiento en la nube.
Por ejemplo: ¿Acaso antes, cuando las redes sociales no existían, dejabas pasar a cualquier persona a tu casa para que revise periódicamente tu álbum de fotos familiar? Hoy le das acceso a Facebook para que controle todo tu teléfono, vea las últimas fotos y tenga preparado un mensaje de cortesía que te hace pensar "lo fácil que es la vida con Facebook".
En esta nota, claves para que estemos atentos a todo lo que no hay que hacer en materia de privacidad en la red social más grande del mundo.