El cuadro no está más. No está en la pared en el lugar de siempre. “Bella, ¿dónde está el cuadro?”, pregunta Paul. Bella está por llorar. “Juro que no lo saqué, lo juro”. Paul lo sabe, pero en vez de tranquilizarla, le dice: “Estás perdiendo el juicio”.
Bella y Paul no existen. O sí: son los protagonistas de una vieja película británica de 1940 llamada “Gaslight”. Y lo que hace Paul -volver loca a su esposa Bella- se llama “gaslighting” en homenaje a la película.
Gaslighting es el término que se usa cuando alguien manipula tanto la realidad que el otro pierde la referencia a ella, explica Christine M. Merzeder, que escribió un libro sobre este tema, el abuso narcicista, editado en Alemania. Los “gaslighter” son maestros en la manipulación y dicen cosas como: “No es así, te lo tienes que haber imaginado” o “¿Cómo lo has olvidado? ¡Te lo dije!”.
Las víctimas del gaslighting no toman esto en serio al principio. “Pero al final, se produce una erosión de la confianza en uno mismo”, apunta Merzeder. Cuando el otro pierde toda referencia con la realidad, el gaslighter consiguió su objetivo. Tiene control total sobre su víctima.
Los especialistas apuntan que es completamente normal contrastar las propias percepciones con las de nuestro entorno. Si la percepción propia no coincide con la de los demás, se alteran las coordenadas y el sistema de valores personal. Por lo general, las mayoría de las víctimas del gaslighting son mujeres. No hay estadísticas al respecto, pero los psicólogos lo notan en sus consultas.
Esto no habla mal de las mujeres. Tiene que ver más bien con situaciones de poder en las que las mujeres siguen corriendo con desventaja y que se siguen reproduciendo en la educación. Pero eso no quiere decir que no pueda haber mujeres que funcionen como gaslighters.
Pero, ¿quiénes son los gaslighters? Por lo general se trata de personas muy inseguras. Hacia afuera se muestran confiadas e independientes, pero quieren controlar a su víctima, aislarla. De esa forma sienten que mantienen estabilizado su entorno.
Para las víctimas es difícil detectar este tipo de abuso psíquico. En general, necesitan una ayuda exterior, como por ejemplo de buenos amigos, que les permitan notar el abuso. Esto suele de todas formas ser problemático porque los gaslighters aíslan a sus víctimas a conciencia.
En la película, Bella también se salvaba sólo con la ayuda de otro. Un comisario que viene persiguiendo a su marido asesino le explica por qué titila la luz de gas. La luz de gas que da nombre a la película flamea por obra de su marido, que la convenció de que eso pasaba sólo en su cabeza.
Bella tiene un final feliz: logra vencer a Paul con sus propias armas. Cuando éste se encuentra en prisión y le pide ayuda, ella le contesta: “Ahora no puedes hacer nada...y yo estoy loca”.