“Voy a dejar de...”: la frase 'matadora'

Con el nuevo año llegan las intenciones de variar aquellas costumbres que, sentimos, no nos hacen bien. ¿Cómo armarse un plan para conseguirlo con éxito? Aquí, las claves para conseguir nuestras metas.

“Voy a dejar de...”: la frase 'matadora'

Al comenzar un nuevo año, muchos se proponen cambiar ciertos hábitos para poder "vivir mejor". Para algunos significa tachar de la lista los productos que engordan o que hacen aumentar el colesterol; para otros, hacer más ejercicio.

El problema es que ni bien pasan unas semanitas, los viejos hábitos asoman, primero tímidamente y luego con furia, y, de pronto, tiran por la borda todas las buenas intenciones que uno tenía en un santiamén. ¿Qué podemos hacer para que no nos inunde la frustración?

“Muchas de las cosas que nos proponemos están bien pensadas pero mal planeadas, porque de poco sirve tener una buena idea si no se la sabe implementar”, explica la psicóloga Janin Tesmer-Lass.

Todos lo sabemos: si queremos cambiar algo realmente, tenemos que tener una visión de a dónde queremos llegar y por qué. Luego hay que pensar qué fue lo que impidió hasta ahora que uno llevara ese deseo a la práctica.

“A veces sucede que los objetivos que nos proponemos están en contradicción con otras necesidades que tenemos. Por ejemplo, puede ser que una persona prefiera estar sola y no en un grupo en un centro de fitness”. Ya ese simple hecho, que se da incluso antes del ejercicio en sí, hará que le resulte tremendamente complicado acercarse al gimnasio, comenta la experta.

Es decir que lo primero es ver qué es lo que nos frena.

Si el objetivo es, por ejemplo, "adelgazar 15 kilos en un año", habrá que establecer un plan de tres etapas con sus respectivas metas.

Esas etapas, a su vez, deben ser desglosadas.

Una meta parcial podría ser bajar dos kilos en una semana. Pero atención, Tesmer-Lass recomienda tener en cuenta ciertas reglas básicas al armarse el plan.

Dice que los objetivos deben ser: 1) precisos y 2) medibles. 3) Que las acciones requeridas deben ser bien definidas y 4) que las metas deben ser factibles, es decir, realistas y posibles de alcanzar en el tiempo prefijado.

Si continuamos con el ejemplo de bajar de peso, es importante permitirse un período de adaptación. “Si uno se propone un ‘todo o nada’ o algo así como ‘nunca más comeré papas fritas’, lo que hace es ir en contra de un principio básico del comportamiento”, explica el director del Instituto de Psicología de la Alimentación de Göttingen, Thomas Ellrott.

Lo que sucede es que, si uno tiene un momento de debilidad y come papas fritas, arroja todo por la borda porque piensa “qué más da, ahora da igual” y se come todo lo que encuentra en el camino.

Por eso se recomienda plantear una etapa en la que uno tenga ciertas libertades. Una posibilidad sería permitirse una porción de papas fritas por semana. De ese modo, se evitarán los ataques de hambre o los antojos descontrolados.

Si tomamos el ejemplo del deporte, lo fundamental es no repetir un error muy frecuente: mucha gente se propone practicar un deporte que no le gusta. ¡Así claro que será tremendamente difícil mantener los buenos propósitos! Uno debe pedirse un esfuerzo, pero sin atormentarse de más. Si no, no funcionará.

Una buena idea es probar distintos cursos o deportes hasta dar con el que a uno le divierta un poco.

Si usted detesta salir a trotar, sería un suplicio tener que hacerlo varias veces por semana. Pero tal vez escuchando qué hacen otros, dé con la idea a su medida: puede ser baile, remo, yoga... ¡hay muchísimos tipos de ejercicio!

Otra ayuda para la motivación es llevar un diario donde se apunten los logros que uno va alcanzando. Y si puede recompensarse esos logros, mejor todavía. Pensar “premios” distintos a los tradicionales también es un gran aliciente. Por ejemplo, si alcanza un objetivo puede premiarse con un masaje o con un par nuevo de zapatillas. Descubrirá que hay cosas nuevas que pueden alegrarle mucho el día.

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