1 - La Payunia, Malargüe. Queremos que sea declarado Patrimonio Natural Mundial por la Unesco, y tenemos con qué: la Payunia está sembrada de más de 800 conos volcánicos inactivos, lo que la convierte en el mayor campo volcánico del planeta, decorado de manera muy particular por campos piroclásticos de distintos colores y coladas de basalto, como un viaje a la creación del planeta.
Entre los conos destacan el del Payún Matrú, con una caldera de 9 km de diámetro y una laguna en el centro -una de las excursiones posibles asciende a su cima-, y el Payún Liso, de 3.680 metros. También es muy llamativo el “Campo de Bombas”, un terreno sembrado de esferas de distinto tamaño. A 120 km de Malargüe, se accede con guías o en tours cuyos precios parten desde los $ 960 el día completo. Llegue, vea y no se arrepentirá.
2- Paraje lunar en Jujuy. A más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, en un recóndito rincón de la Puna jujeña, hay otro impresionante paisaje conocido como Valle de la Luna y también como Valle de Marte, porque en él abundan formas de colores rojos y grises.
Está casi en el límite con Bolivia, muy cerca del nuevo trazado de la ruta 40. Se puede llegar desde Abra Pampa por la provincial 7 hasta Laguna de Pozuelos, luego la 70 a Liviara y la 85 a Cusi Cusi, o desde La Quiaca por la nueva 40.
Es recomendable un vehículo 4x4 y llevar reserva de combustible. Las mejores épocas son primavera y otoño (en invierno es muy frío y en verano llueve). Hay alojamiento en Cusi Cusi y Cochinoca.
Hay excursiones desde S. S. de Jujuy recorriendo Quebrada y Puna, desde aproximadamente $ 3.800 por persona.
3- Península Mitre, Tierra del Fuego. Este paisaje desolado, mínimo y a la vez impresionante, bien puede ser el verdadero fin del mundo, con praderas verdes y acantilados que se asoman al océano infinito. Esta "punta" de la provincia fueguina, 210 km al este de Ushuaia, no tiene rutas –sólo hasta cabo San Pablo, en la parte norte– pero sí playas desiertas, amplios turbales y ríos cristalinos.
También se ven las ruinas de una factoría de lobos marinos abandonada en bahía Thetis, restos de antiguos naufragios y caballos salvajes. Las dos formas de conocerla son a caballo (en excursiones de al menos 10 días) o tours en helicóptero.
Además de llegar a orillas del célebre estrecho de Le Maire, que separa la península de la Isla de los Estados, podrá encontrar restos de la etnia haush, las antiguas instalaciones de la estancia Policarpo y gran variedad de fauna: cormoranes, lobos marinos, zorros, cóndores, cauquenes y avutardas, entre otras especies. La mejor época para recorrer la península es desde fines de la primavera hasta fines del verano, entre noviembre y marzo. Más información: www.tierradelfuego.org.ar
4- Campo de Piedra Pómez en Catamarca. Ubicado a 63 km de Antofagasta de la Sierra, a 10 de la localidad de El Peñón y a 220 de Belén, en Catamarca, es una enorme extensión donde sobresalen grandes formaciones de piedra pómez, como si fuera un mar de rocas blancas y crestas rosadas, ocre y amarillas que llegan a superar los 50 metros de altura, entre inmensos médanos blancos y la silueta de volcanes. Son más de 5 mil formaciones rocosas en un área de 25 km de largo, testimonio de la intensa actividad volcánica de los Andes hace millones de años.
Con tiempo y paciencia, el viento y la lluvia tallaron las formas más diversas y crearon corredores e impactantes esculturas naturales. Se llega por asfalto hasta El Peñón, rodeada de lagunas con flamencos, vicuñas y los volcanes más altos del planeta, pero desde allí es necesario contratar excursiones y guías experimentados con camionetas 4x4, por recorridos que andan siempre a alturas de entre 3.000 y poco más de 4.000 metros.
Lindo es partir desde Belén por la ruta 40 pasando por pueblos de montaña y la reserva de biosfera Laguna Blanca, con una caminata por el Campo de Piedra Pómez.
5- El cono de Arita en Salta. Tolar Grande es un pueblo minero en la Puna salteña que se hizo conocido en 1999, cuando se hallaron las momias bautizadas "Los niños del Llullaillaco", en la cima del cercano volcán. A 80 km de Tolar Grande, el salar de Arizaro es el más grande de Argentina y el tercero en el mundo luego del de Uyuni, en Bolivia, y el de Atacama, en Chile.
Este nombre aymara se traduce como “dormidero del buitre”, nombre que se debe a los cóndores que sobrevolaban el lugar buscando los cadáveres de animales que quedaban en las travesías que llevaban ganado a Chile.
En el extremo sur de este mar de sal hay una geoforma cónica casi perfecta que se eleva unos 200 metros sobre el salar, con una cima ubicada a 3.689 msnm. Es el Cono de Arita, palabra que quiere decir “filoso” o “punzante”.
El origen de esta forma es desconocido, y no faltan las teorías que la vinculan con un posible centro ceremonial inca, a los pies de los gigantes Llullaillaco y Socompa.
6- Teyú Cuaré en Misiones. Por aquí se inspiraba el escritor Horacio Quiroga, que tenía cerca su famosa casa de la selva. Hoy es el Parque Provincial Teyú Cuaré ("cueva del lagarto" en guaraní), con una superficie de 78 ha y ubicado a unos 60 km de Posadas. El lugar es muy visitado por la selva y por el peñón del Teyú Cuaré, un afloramiento rocoso con cavernas naturales en las que se refugian distintas especies de murciélagos y tiene una particularidad: es la única zona de nuestro país en la que ingresa una amplia ecorregión denominada Cerrado, típica del centro de Brasil.
Está a 5 km de las Ruinas de San Ignacio y se puede llegar cerca con el auto, para luego caminar hasta la cima del promontorio, de 120 metros de altura, donde el sendero de los miradores permite disfrutar de grandes vistas del río Paraná, el verde de la selva y, enfrente, las costas de Paraguay.
7- Parque Nacional Perito Moreno (Santa Cruz). Se ubica casi 500 km más al norte, en los faldeos cordilleranos del centro-oeste de Santa Cruz, con 115 ha que al oeste limitan con Chile y preservan un rico acervo paleontológico, de flora y fauna, además de proteger siete lagos, de los pocos patagónicos que no fueron sembrados con trucha y conservan sus peces nativos: Belgrano, Escondido, Mogote, Volcán, Península Nansen y Azara, que cuentan con la compañía de las montañas coronadas por el cerro San Lorenzo, de 3.706 m.
El acceso no es sencillo; son 90 km de ripio por la ruta 37 desde la ruta 40 y las localidades más cercanas son el paraje Bajo Caracoles, a 190 km, y Gobernador Gregores, a 215. Este aislamiento, sin embargo, juega a favor de la preservación de la fauna, como los últimos ejemplares de huemul de la Patagonia y, entre sus aves, el macá tobiano, especie en peligro de extinción.
8- La Ciudacita, Tucumán. Desde Tucumán o desde Catamarca son tres días a caballo o al menos cinco a pie para ascender a los 4.400 metros sobre el nivel del mar de los Nevados del Aconquija, en el Parque Nacional Parque de los Alisos, a 250 km de San Miguel de Tucumán. El ascenso permite ir atravesando distintos biomas y paisajes y llegar a La Ciudacita por el área ceremonial, con su Puerta del Sol, que indicaba el solsticio de verano.
Estas extraordinarias ruinas incas construidas con piedra laja gris consisten en recintos escalonados sobre el filo de la montaña a partir de un campo de 40 por 60 metros llamado “Kalasasaya”. El sitio, parte del Camino del Inca, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La mejor época para ir es la primavera. En verano graniza y el invierno es muy frío.
Más información: www.tucumanturismo.gov.ar
9- Bosque Petrificado Sarmiento, Chubut. Un impresionante testimonio en piedra de hace millones de años, cuando esta parte de la Patagonia albergaba un bosque tropical con árboles de más de 100 metros de altura.
Hoy es un paisaje lunar y multicolor azotado por los vientos patagónicos en el que hay no sólo restos de troncos de árboles en la superficie y semi enterrados, sino también de hojas, ramas, frutos y semillas, postales de cuando, en las eras Mesozoica y Cenozoica, una intensa actividad volcánica transformó en piedra estos enormes bosques con, se cree, un súbito aporte de sílice, materia prima básica para la petrificación.
Hay dos circuitos para recorrer el lugar: el Chico, una caminata sencilla de una hora por un sendero demarcado con paradas en puntos panorámicos que cuentan con cartelería informativa; y el Grande, un trekking de nivel medio, que dura unas tres horas y se hace con guía. Además, en el ingreso hay un centro de interpretación.
10- Bañado La Estrella (Formosa). A 40 km de Las Lomitas, un paisaje sorprendente. El bañado La Estrella es el tercer humedal más importante de América luego del Pantanal de Brasil y los Esteros del Iberá, un mundo semi acuático que crea imágenes casi surrealistas de troncos cubiertos de enredaderas y regala una fauna extraordinaria: lobitos de río, yacarés, vizcachas, carpinchos, serpientes, osos hormigueros, garzas, cigüeñas, jabirúes, aguará guazú y mucho más. Son entre 200 y 300 km de largo por entre 10 y 20 de ancho, paraíso para observadores de aves.
Se llega por la ruta nacional 81 hasta Las Lomitas y luego la provincial 28, o hasta Laguna Yerma y de allí la 37. Se recomienda entre mayo y setiembre, porque en verano es muy caluroso y el agua complica los caminos.