Tras los primeros resultados del operativo Aprender 2018 Alejandro Castro Santander, director general del Observatorio de la Convivencia Escolar de Universidad Católica de Cuyo, indicó que el alza de un 5% en el área de lengua y la baja en matemática puede explicarse por varios motivos, pero que de ninguna manera son "gracias a" o por "culpa de" una política educativa tomada en el corto plazo.
"Es bueno andar con confianza, tener optimismo respecto de los resultados que pueden llegar a darse. Pero no me parece bien atribuirse logros en lengua ni tampoco atribuirle el fracaso en matemática a una política educativa tomada hace unos años. Los cambios se dan por procesos largos que necesitan perseverancia", destacó el especialista en educación.
Más allá de esto, Castro Santander dijo que hay que considerar que no es solamente una cuestión de contenidos o por el esfuerzo de un docente o el rendimiento de un alumno, sino que tiene que ver directamente con la convivencia.
"No es que los chicos no están estudiando lo suficiente, para el caso de matemática, sino que es más complejo. Y uno de los indicadores es el clima escolar, que es el condicionante más fuerte de la calidad educativa", explicó Castro Santander. De hecho, el especialista recordó que 6 de cada 10 chicos reconocieron, al igual que en 2016, que son discriminados por aspectos físicos o por su nacionalidad.
"Por eso digo que el condicionante más fuerte sigue siendo la convivencia. En vez de pensar en dar más horas de lengua o de matemática, se debería pensar más en la convivencia. En ver cómo es la relación entre los chicos, entre los docentes, con los padres. El maltrato afecta el proceso educativo", remarcó.
Por eso es que Castro Santander señaló que hay que mirar la totalidad de lo que está ocurriendo, si hay indisciplina, conflictos o bullying en casos extremos, ya que no todo pasa por prestar atención a la currícula.
"No pasa por cambiar un diseño curricular. Tampoco por hacer jornadas con un único libreto sin considerar que cada escuela tiene sus características. Pensemos que tenemos un pescadito que se nos muere en una pecera y en vez de ver qué ocurre con la pecera compramos un pescadito nuevo. Seguimos con una escuela del siglo XX con padres y docentes del siglo XXI. Tenemos una brecha que complica", finalizó.