Si tiene invitados a cenar en casa, mejor deje el libro de recetas de lado. Quizá sea más adecuado ojear un libro de medicina, ya que se estima que entre un 30 y un 40 por ciento de las personas sufre intolerancia a algún alimento. No todo malestar es una intolerancia. A veces se trata sólo de una alimentación desbalanceada. Estas son algunas de las problemáticas más frecuentes:
Intolerancia a la lactosa: Se debe a una deficiencia de la encima lactasa, que es la que digiere la lactosa, un tipo de azúcar que se encuentra en la leche. Algunos sufren un fuerte dolor de estómago ni bien consumen una pequeña dosis, otros la toleran en una medida más grande. Por eso, no siempre sirve ingerir alimentos sin lactosa. Tampoco solucionan siempre el problema las pastillas de lactasa. El transporte de las pastillas y la alimentación al intestino delgado no tarda siempre lo mismo, de modo que la lactasa y el alimento no siempre se reúnen de forma óptima.
Intolerancia a la fructosa: Hay que distinguir la intolerancia a la fructosa hereditaria -una alteración poco frecuente y hereditaria del metabolismo de la fructosa- de la intolerancia a la fructosa intestinal. En el caso de esta última pueden sufrirse dolores de estómago, flatulencias y diarrea cuando se ingieren grandes cantidades de verdura o jugos. La fructosa es absorbida en el intestino a través de las proteínas de transporte. Éstas pueden estar alteradas o estar sobrecargadas por grandes cantidades de fructosa. No hay que renunciar a las frutas, sino evitar consumirlas en cantidad.
Celiaquía: Esta enfermedad autoinmune crónica del intestino delgado se debe a una intolerancia al gluten contenido en los cereales, lo que lleva a una inflamación de las mucosas del intestino delgado, que a su vez produce una menor absorción de nutrientes.
De las personas afectadas, sólo entre el 10 y el 20 por ciento tienen síntomas como dolor de estómago o pérdida de peso. El 80 por ciento restante sufre otras afecciones, como infertilidad u osteoporosis, pero no se entera de que sufre celiaquía. Los afectados deben evitar alimentos ricos en gluten, es decir, evitar trigo, centeno y cebada.
Alergia cruzada: Los alérgicos al polen no toleran nueces, manzanas, peras ni cerezas. En estos casos, el sistema inmunológico reacciona a las estructuras de proteína similares al polen en los alimentos. Algunos alérgenos pueden ser destruidos por calentamiento, desmenuzamiento o ácidos. Los alérgicos a la manzana, por ejemplo, pueden intentar consumirla en tartas o compotas en vez de crudas. Las nueces, el apio o los maníes, en cambio, resisten el calor, por eso los alérgicos deben renunciar a ellos.
Alimentos que enferman
Las alergias, la celiaquía, la intolerancia a la lactosa. Es mejor tener cuidado a la hora de elegir un menú. Los problemas más comunes.
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