La capital holandesa es una ciudad única, joven, tolerante, amable. Además, es ecológica, ya que cuenta con varios medios de transporte económicos y poco contaminantes, como el tren, el metro y el tranvía.
Es particularmente pequeña, lo que permite explorarla durante un día y tener una visión general y bastante real. El significado de la palabra Amsterdam? procede de un dique que se construyó en el río Amstel, y dado que el emplazamiento de la ciudad se encuentra sobre él, la ciudad pasó a llamarse Amsteler-damme o, lo que es lo mismo, 'dique del río Amstel'.
Una nota de Clarín, brinda información y detalles. Dónde dormir. Si no hay problemas de presupuesto, entonces lo más fácil es el Centrum, la mejor elección.
La ciudad está dividida en nueve barrios y hay más posibilidades en los alrededores. Además del casco antiguo, podés encontrar el cinturón de Canales, Jordaan, el barrio Judío, Viejo Sur, el barrio de los Espejos, De Pijp, el barrio de los Museos y, finalmente, el Amsterdam Noord.
Si lo que se pretende es ahorrar, lo mejor es la zona De Pijp, el barrio latino. Hay magníficos hoteles y baratos (la relación calidad-precio es de las mejores), pero se tarda una media hora en llegar al corazón de Amsterdam.
Se recomienda utilizar la bicicleta, ya que se trata de una ciudad tremendamente bikefriendly. Es uno de sus símbolos. Para sumergirse en el auténtico espíritu de Amsterdam hay que pedalear.
Eso sí, cuidado con los peatones despistados, especialmente los turistas, y los canales: más de uno se ha ido al agua. El alquiler suele costar unos 12 euros al día.
Muy pocos lo sugieren, pero el barco es una de las alternativas más inteligentes para descubrir la ciudad. Es verdad que cuenta con una red de autobuses y tranvías fabulosos, además de un bus turístico, pero hay que considerar que existen más de 100 kilómetros de canales, por lo que el crucero fluvial turístico es una idea genial.
Se trata de un paseo de lo más agradable y permite tener una visión distinta de una forma relajada. Se pueden contemplar curiosidades como las casas-barco.
Sus antiguas casas son conocidas por su singular arquitectura que las convierte en un museo al aire libre. Por lo general presentan fachadas de ladrillo, son altas, estrechas y acabadas en pico.
La cocina holandesa es bastante sencilla: muchas verduras, ensaladas y poca carne. Aún así, uno de los platos más tradicionales es el arenque salado, que se come crudo y acompañado de cebolla picada y pepinillo. Es uno de los platos de comida rápida preferidos entre los holandeses. Vale la pena probarlo en los quioscos de arenques.
También se pueden probar las fritjes (papas fritas en neerlandés).
A primera hora de la tarde, después de comer y cargar energías, un plan de lo más bonito es visitar el Bloemenmarkt, en el canal Singel. Está formado por una serie de tiendas flotantes donde venden todo tipo de flores frescas y secas, semillas, bulbos, y hasta marihuana.
Si hay tiempo, una muy buena idea es acercarse a la plaza Spuiplein y abrir su puerta. Allí hay un tesoro escondido. Se trata de Beginjnhof (un conjunto de casas que servían para albergar a una hermandad femenina católica laica, las beguinas), una aldea del siglo XIV con dos capillas y hermosas casas tradicionales medievales de madera. La noche de Amsterdam es de las más divertidas que existen. Todo es posible. Tomar una copa en Bimhuis: uno de los mejores lugares para escuchar jazz.