Andino: forjadores de una mística

Derrotó a Unión (3 a 0) y ganó la primera corona oficial de caballeros. El “albiceleste” moldeó una tradición de compromiso y disciplina.

Andino: forjadores  de una mística
Andino: forjadores de una mística

El domingo 28 de noviembre de 1976, la cancha de Independiente Rivadavia, ubicada en la ciudad deportiva -en Carrodilla-, fue el escenario de la primera vuelta olímpica del hockey sobre césped masculino. En esa ocasión, Andino se adueñó de la primera corona tras batir a Unión, por 3-0. con dos goles de Oscar Benito y uno de Mario Fragapane. Ese mismo grupo obtendría luego tres campeonatos más: los de 1978, 1979 y 1980.

Han pasado 41 años de aquella epopeya deportiva, de esa final cuando se iniciaba la práctica del stick y la bocha en varones. Siete clubes se presentaron a disputar aquel certamen Oficial: Yerutí, Obras, Unión, Andino Tenis Club, Independiente Rivadavia, Peumayén y Liceo Militar

Fue un torneo a una sola rueda, donde el club Andino conquistó el título en forma invicta, no perdió ningún partido, sumó 20 goles a favor y solo le marcaron 2 tantos.

El segundo puesto fue compartido entre Obras y Yerutí, mientras que  Unión y Peumayén ocuparon el tercer peldaño de la general, cuarto quedó Liceo Militar y quinto, Independiente.

"Eran otros tiempos, otra la historia; nosotros jugábamos los domingos a las 8.30 de la mañana, así que la noche anterior teníamos que acostarnos muy temprano. En lo personal creo que con confianza, respeto y si le agregamos un poco disciplina, es difícil que las cosas salgan mal. Era un grupo comprometido porque éramos muy poquitos y si fallabas perjudicábamos al equipo, asumimos ese compromiso y así fueron los resultados", comentó Eduardo Horacio Uriarte; quien primero fue defensor y después pasó a ser el arquero, una vez que el golero Arnoldo Calivar no atajó más.

A la cita con Más Deportes, recordando la corona y oro inicial, concurrieron: Mario Fragapane, Eduardo Hausler, Gustavo Hertlein, Eduardo Horacio Uriarte, Cesar Noras, Víctor Torti, Rodolfo Codorniu y Osvaldo Puig.

La rama de hockey del Andino Tenis Club se afilió en 1974 a la Asociación. Ese mismo año el grupo de varones jugaban partidos amistosos internos o contra otros equipos organizados como Yerutí, Obras, o Unión;  que ya existían en esa época. El capitán de la formación era Gustavo Hertlein: "El año anterior ya teníamos formado el grupo, nos gustaba mucho jugar los sevens; porque como no teníamos espacio para entrenar, lo hacíamos en sitios muy reducidos, sobre baldosas. Eramos el único club que no tenía cancha, era un desafío para nosotros, pero eso nos ayudó porque nos daba más precisión, velocidad y un buen juego asociado en espacios chicos.

Técnicamente éramos muy buenos, tocábamos mucho e imprimía vértigo, por ejemplo Noras era muy veloz (hoy se ven goles de revés, en esa época no), Fragapane era muy técnico, llevaba la bocha pegadita al palo. Entonces en cancha grande salíamos a devorarnos al rival".

Luego el profesor Rodolfo Codorniu indicó: "le dábamos prioridad a la amistad, solidaridad, había competencia pero no como ahora. Ibamos a torneos a Buenos Aires, Chile o Córdoba. En seven éramos un equipo muy respetado en los nacionales, porque teníamos un nivel alto".

“Para mi fue muy fácil ser el capitán de este grupo, pero sobre todo fue un orgullo. Ellos eran respetuosos y todos éramos amigos, pero cuando había que entrenar lo hacíamos”, comentó Hertlein.

Las anécdotas sobrevuelan, la reunión le ha dado paso a la memoria. Entres las historias del grupo, las primeras están relacionadas con los arqueros. “Nosotros tuvimos en el arco a Arnoldo Calivar que atajaba sin careta, porque no le gustaba usarla. Él también era arquero de hockey sobre patines y ahí, pese a que estaba prohibido atajar de esa forma, pidió permiso especial para jugar así. No utilizaba ni máscara, ni guantes porque tenía unas manos gigantes, solo se ponía unas vendas, y en hockey patín hacia lo mismo, una vez en Rosario casi quedó ciego por la cantidad de bochas que le tiraron a la cara. Era un valiente”, recordaron.

Otra anécdota, relacionada con Calivar  la cuenta su protagonista: “Un día llegué tarde a un partido, en el mismo primer torneo, y todos me miraban mal, así que me senté en el banco y ahí no más me dijeron que tenía que ir al arco, porque Calivar no estaba, me fue bien contra Liceo y después no me moví más del arco”.

Un párrafo especial se lleva Oscar Benito, un múltiple deportista que fue un “as” tanto en el hockey patín, hockey césped y también en el tenis. “Oscar era de otro planeta, era nuestro cinco, jugaba al mismo tiempo al  patín, pero se entrenaba con nosotros. Era un distinto, fácilmente podría haber llegado a la selección. Hay cosas que nadie podía hacer en la cancha, y él las hacía. Es más el padre, que era nuestro técnico, en ese momento”, contó Victor Torti.

Sin duda este grupo de ex hockistas con pasión, respeto, orden y disciplina sentaron las bases del éxito para Andino en la historia del hockey mendocino; el eterno campeón forjó una mística que transmitió a las futuras generaciones.

“Una vez Rodolfo Codorniu me invitó a jugar hockey y desde ese momento no dejé más el deporte, yo andaba con ellos por todos lados, entrenaba con ellos y cuando cumplí 14 años empecé a jugar en la primera. En la foto del campeón salgo junto al grupo, tenía 12 años y lo acompañaba a Codorniu”, las palabras son de uno  de los mejores jugadores de todos los tiempos en Mendoza, Osvaldo Puig.

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