Gestión del optimismo en momentos críticos

La clave está en transformar los miedos que pueda generar esta situación de incertidumbre, ante la pandemia de Covid-19, en algo nuevo que nos permita crecer y empoderarnos para seguir avanzando.

Gestión del optimismo en momentos críticos
Imagen ilustrativa / Archivo

Nos toca vivir un momento único, inédito. No lo elegimos, no podemos adjetivarlo, sólo transcurrirlo y sumergirnos en él.

Estos momentos críticos tienen un factor común: la incertidumbre. No sabemos cómo terminan, cuándo, cómo nos afectarán, cuáles serán sus consecuencias últimas. Y es justamente esta incertidumbre la que nos amenaza con el pesimismo. Por eso es clave desmitificar el miedo y transformarlo en energía renovadora. Vamos a gestionar el optimismo para diseñar el día después de esta crisis y mantenernos encaminados en los resultados que queremos.

El primer paso en esta “toma de control” de nuestra situación es comprender el miedo que sentimos y aprender a interpretarlo. El miedo surge cuando siento una amenaza y, al compararla con los recursos que tengo para enfrentarla, la considero mucho mayor. Por ejemplo, si alguien me apunta con un arma para robarme, siento miedo porque ese arma es una amenaza mucho más grande que mis posibilidades de defenderme. Pero, de repente, me doy cuenta que el arma es de juguete. La cosa cambió entonces. Mis recursos toman otra dimensión. Soy más corpulenta que mi asaltante, mi bolso es pesado y puedo defenderme con él. La relación entre la amenaza y mis recursos cambió totalmente.

El miedo surge de esa comparación entre la amenaza de la pandemia y nuestra sensación de que no tenemos lo suficiente para enfrentarla. Pero ahora yo tengo una herramienta: interrogar a ese miedo. ¿De qué amenazas concretas me estás informando? ¿Qué recursos tengo en este momento? ¿Qué recursos me harían falta para poder enfrentar y resolver con éxito esa amenaza?

Amigo lector, te invito a que hagas este ejercicio. Toma una hoja, dibuja una línea en el medio para tener dos columnas. En una escribe “amenazas” y en la otra “recursos”. Y empieza a listar. Conéctate profundamente con tu miedo y escribe todas las amenazas que sientes, todas y cada una. Concretamente. Y lista también los recursos que hoy tienes. Tus fortalezas, tu red de vínculos, tus conocimientos y habilidades, tus posesiones útiles… Lista todo.

Si sientes miedo, la columna de amenazas tendrá un mayor peso específico que la de los recursos. Toma cada una de las amenazas y fíjate qué recursos necesitarías para que se produjera un equilibrio en ti. Si no tienes ese recurso, ¿hay alguno de los que sí tienes que puede facilitarte el adquirirlo? ¿podrías usar alguna fortaleza para aumentar tu sensación de poder? ¿Puedes conseguir apoyo? ¡Márcalo! Agrega lo que haga falta.

Ahora viene el próximo paso: hacernos cargo, tomar el control. Si yo amplío mis recursos, la amenaza empieza a verse distinta, más pequeña, y el miedo da lugar a la confianza. Transformarás el miedo en confianza. Lo importante de esto es que no estás negando la amenaza o mirando para otro lado. En este proceso estás creciendo, aumentando tu resiliencia, ampliando tus posibilidades de respuesta y con ello expandiendo tu zona de confort. El miedo es ahora una emoción capacitante. Una información valiosa que dispara la magia de hacerme cargo de mi propio desarrollo. Puedo valorar el miedo como fundamental en mi vida desde esta perspectiva e imaginar la cantidad de cosas estúpidas frente a amenazas reales que haríamos si no tuviésemos miedo.

Aquí y ahora es el momento para transformar mi ecuación de poder. En este preciso instante puedo decidir tomar acción. Y para ello necesitas tu plan.

Los momentos críticos pueden bajar tu nivel de energía. Por eso, la base de tu plan tiene que tener metas pequeñas y concretables, que cada día puedas hacer algo pequeño que haga una diferencia en tu avance. Prioriza el recurso que quieres desarrollar para enfrentar la amenaza y agenda tareas diarias o semanales que puedas realizar. Registra el logro cuando consigas cada una de esas metas y sigue con la siguiente. Así aumentarás tu confianza y tu motivación para atravesar la crisis.

Y el tercer factor clave para transformar el miedo es mantener el enfoque en el resultado que quieres conseguir. ¿Cómo te imaginás el día después? ¿Cómo lográs verte cuando hayas superado esta situación? ¿Cómo te sentirás con todos estos nuevos recursos? Enfócate en esa imagen. Enfócate en el día después. Aférrate a eso y no distraigas tus energías en ninguna otra cosa. Éste es un momento para tener mucha claridad.

Querido lector, que cada miedo te sirva para generar algo nuevo en ti, para crecer. Que cada amenaza que percibas te ayude a encontrar nuevos recursos internos y a empoderarte, que te haga sentir más fuerte, que te conecte con lo importante en tu vida para que puedas enfocar. Que encuentres tu verdadero poder y esta amenaza sea una gran fuente de autoconocimiento.

Bienvenido miedo que me ayudas a habitar plenamente mi vida, a valorar lo realmente importante, a enfocar en los resultados que quiero y a descubrir mi verdadero poder.

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