El próximo 20 de octubre Los Andes cumplirá 137 años de vida, llegando así a ser uno de los diarios más longevos del país y de Sudamérica.
Entre sus páginas transcurre la vida provincial desde 1883. Al recorrerlas, podemos identificarnos fácilmente con diferentes épocas de Mendoza donde el zonda, los temblores y la vendimia constituyen una constante.
Haciendo un poco de historia, en 1900 aparecieron los primeros avisos publicitarios, aunque mucho antes los profesionales más destacados decidieron confiar en Los Andes para dar a conocer sus servicios. Tal es el caso de hombres como Manuel A. Sáenz –que además de abogado era traductor- y, décadas más tarde, de un joven pediatra llamado Humberto Notti.
Once años más tarde aparecieron las primeras fotografías, fue así que entre 1914 y 1918 los mendocinos pudieron seguir la Primera Guerra Mundial de un modo más vivencial, palpitando al ritmo de todo Occidente. Su impacto fue enorme dada la enorme cantidad de inmigrantes, preocupados por sus lejanas patrias. Por entonces, y durante muchos años, las novedades se comunicaron a través de ruidosas sirenas y de grandes pizarrones en la entrada del diario.
Momento clave fue el aniversario de 1927, cuando se adquirió el histórico edificio donde actualmente se encuentran las instalaciones de Los Andes y llevó a cabo una gran inauguración. Se trataba de una de las primeras mansiones antisísmicas, edificada en 1906 por la “La Constructora Andina” y perteneciente a Juan Eugenio Serú. Llamativamente Serú y Adolfo Calle –fundador de Los Andes- se detestaban mutuamente, en noviembre de 1883 el segundo escribió sobre el primero:
"Conociendo que el pueblo no le acompaña y que por el contrario rechaza su candidatura como perjudicial a los verdaderos intereses de la Provincia, recurre a la calumnia contra sus adversarios.
Los supone capaces de intentar un asesinato en masa de sus partidarios (...). Los mendocinos ni somos asesinos, ni entra en nuestros planes, ni puede ser conveniente a nuestros intereses convertir una elección que desearíamos fuese tranquila en una San Bartolomé" (Los Andes, 20 de noviembre de 1883).
Pero para 1927 ambos ya habían fallecido y perderse tamaña oportunidad no era inteligente. Pensemos que entonces la Calle San Martín ya era el espacio preferencial de la ciudad, incluso este crecimiento comenzó antes. Fue en la década de 1880 cuando los vecinos más pudientes comenzaron a vender o alquilar sus hogares a comerciantes, alejándose hacia zonas residenciales como la majestuosa Emilio Civit.
Volviendo a la inauguración, también se sumó nueva tecnología: la rotativa Marinoní. Según se decía dicha máquina era capaz de imprimir hasta 16.000 ejemplares en una hora. Al acto no sólo asistieron personalidades provinciales, el presidente de la Nación Marcelo T. de Alvear envió en su representación al entonces Ministro de Guerra Agustín Pedro Justo, que tras alejarse del radicalismo daría un Golpe de Estado. La máxima autoridad de Mendoza era entonces Alejandro Orfila (padre) y, por supuesto, no faltó a la cita también asistió el malogrado doctor Carlos W. Lencinas, entre otros.
Desde luego estas son sólo algunas anécdotas dentro de los ríos de tinta que han atravesado las páginas de Los Andes. La magia del centenario incluye encontrarnos con seres como Juan Draghi Lucero, que siendo muy joven realizó algunas participaciones, o Antonio Di Benedetto cuya prosa ya pertenece al mundo.