Los vecinos y las vecinas de Mendoza, en su rol de ciudadanos, son exigentes, aplicados, responsables y buenos contribuyentes. También son conocidos por su apego a las tradiciones y a las costumbres.
Hoy, en tiempos de pandemia, tenemos una realidad atravesada por distintas situaciones, entre ellas, las culturales, con tradiciones abandonadas, nuevos hábitos y costumbres suprimidas. Además, nos enfrentamos al desafío de redescubrir y reinventarnos en términos individuales y colectivos, lo cual parece ser un cliché o una expresión muy utilizada, aunque resulta bastante oportuna en este momento.
En mi experiencia, en la relación con los vecinos y vecinas, observo que, como sociedad, hemos podido respetar y hacer respetar las normas. También hemos sabido manifestar nuestra opinión, sugerir alternativas a las decisiones, contribuir y construir a esta nueva realidad.
Sobrados ejemplos nos permiten analizar que, en esta pandemia, hemos descubierto valores como la resiliencia, esa capacidad de sobreponernos a situaciones adversas contando con un otro, que en este caso es el vecino de al lado. Hemos ponderado la solidaridad, valor fundamental para una comunidad que crece y se transforma, y apostado a la unión colectiva, esa posibilidad de embarcarnos en un sueño con la confianza de algo mejor para todos.
Muchos análisis hablan de la “sociedad pospandemia”. Nosotros vemos que hoy somos otros, distintos de los que fuimos, más fuertes, valientes y con toda la experiencia que nos trae esta crisis. Aunque ahora no podamos compartir un mate, los mendocinos tenemos tantos brindis de copa en alto pendientes como los buenos deseos que acompañan al vino.