“Queda inaugurada con esta Fiesta de la Vendimia una fecha que en lo sucesivo, tendrá vida y trascendencia propia. En efecto, al cabo de los años, será un punto de referencia jubiloso, jalón inconfundible o término cumplido, que prestigiará, dará realce y personería singular a nuestra típica cosecha.”
Así arrancaba, el 18 de abril de 1936, la seguidilla de discursos oficiales en el primer festejo vendimial. El entonces director general de Industrias, José R. Guevara, fue -según reflejaron las páginas de Los Andes- quien tuvo la responsabilidad de hablar como representante del Ejecutivo provincial en manos de Guillermo Cano y dejar plasmada la visión -que aún hoy se sostiene- de aquel gobierno que en el decreto 87 de ese mismo año manifestaba que la finalidad era “suscitar el interés del país hacia la industria vitivinícola, como medio eficaz de propender al fomento del consumo de nuestra producción” y “prever la afluencia de turistas a Mendoza”.
“Pocos, muy pocos argentinos -continuaba el discurso de Guevara- suponen o sospechan nuestro giro económico. Pocos argentinos conocen, ni de lejos la importancia de la producción mendocina. Efectivamente, entre nuestras 1.500 bodegas se encuentran las mejores del mundo... Inoficioso resulta destacar, por otra parte, las ventajas publicitarias que traerá para la primera región vinícola esta propaganda sencilla, natural y simplísima...”
“La fiesta de la Vendimia, la fiesta del buen vino de Mendoza, más alegre y mejor al cabo de los años, será para nosotros, de ahora en adelante, una fecha necesaria”, concluía el funcionario tal vez con la sospecha de lo que vendría con el tiempo.
Desde entonces, visitantes de todo el país recorren la provincia durante la semana vendimial, participan de los actos principales que comienzan con la Bendición de los Frutos, siguen con los desfiles de la Vía Blanca y del Carrusel, tienen su punto máximo con el espectáculo que culmina con la elección y coronación de la reina, y concluyen con las repeticiones (las cuales tienen su propia impronta: noche familiar, el domingo, y noche juvenil, el lunes).
El crecimiento ha sido sostenido en las más de ocho décadas de ediciones, con los mismos debates que rodeó la primera cuando también hubo críticas por la situación que padecía la industria y la polémica en torno a ley reguladora de vinos y a la creación de la “policía del vino para ordenar su comercio, para organizar el crédito, para aumentar el consumo”.
Bucear en la historia de la Vendimia es bucear en la historia de Los Andes, el único medio que ha perdurado en el tiempo que fue testigo del nacimiento y desarrollo de la Fiesta Mayor de los mendocinos. Ya en aquella época, Los Andes también vislumbraba un futuro promisorio cuando informaba sobre la institución del festejo. “Se realizaría en una época del año que se presta admirablemente para ello. El otoño tiene un singular encanto en nuestra provincia. Sus días templados y serenos, tan suaves o más que los de primavera; sus cielos claros; su arbolado dorado de sol; todo contribuirá a esas fiestas con un marco de belleza y de elegancia que podría constituir hasta un motivo de atracción para el turismo”.
Y así fue, incluso la revista National Geographic -en 2011- nombró a la Vendimia, como la segunda fiesta de la cosecha más importante del mundo; luego del “Día de Acción de Gracias”, celebrado en Estados Unidos. Y, como si esto fuera poco, ha sido considerada por los desfiles de la Vía Blanca y del Carrusel en el top five de festividades más importantes y populares del planeta, junto al Carnaval de Río de Janeiro.
Los datos avalan esos reconocimientos. El fin de semana vendimial de este 2022, la ocupación hotelera llegó al 97%, dos puntos arriba de la última Vendimia prepandemia -ya que en 2020 se alcanzó un 95% de ocupación-. La estadía promedio fue de 4 días y las bodegas tuvieron una actividad del 100% en el retorno a la presencialidad, luego de un 2021 marcado por la pandemia de Covid-19.
Toda la provincia se mete en un clima especial desde enero que comienza el calendario de las fiestas departamentales hasta que la reina electa vuelve a su tierra natal. Y si bien en los últimos años se ha encendido la polémica por la elección de las reinas y zanja aún más la grieta entre los que defienden la Vendimia y quienes reniegan de ella, está claro que la fiesta instaurada en 1936 gana las mesas, las encuestas digitales, los espacios televisivos y radiales. A favor o en contra, el debate responde por qué la Vendimia es un pilar de Mendoza.
Ya lo resumió Estela San Sebastián, reina de mandato cumplido 1986, cuando cumplía 20 años -en 2006- de su experiencia que le quedó guardada para toda la vida: “Me quedó muy grabado en la mente y el corazón cómo el mendocino vive, siente y necesita de su fiesta, que es la culminación de un año de gran labor esfuerzo y trabajo”.
Y también lo asegura Mayra Tous, quien fue reina dos años consecutivos 2020 y 2021: “Creo que esta celebración en torno a una de las industrias más grandes y potenciales de la provincia, la vitivinícola, es una atracción a nivel mundial, es generadora de trabajo turístico, hotelero, gastronómico y comercial. Ella hace que cada año más personas ingresen a nuestra tierra y disfruten, no solo del vino, sino de la infinidad de recursos con los que cuenta Mendoza, teniendo en cuenta que la visita de los mismos no se reduce a solo “la fiesta de la vendimia”, sino que se extiende desde febrero hasta, inclusive, mayo.
