Los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho fueron condenados a 42 y 45 años de prisión en noviembre de 2019 en la Justicia Penal de Mendoza. Al igual que el ex jardinero Armando Gómez y el ex monaguillo Jorge Bordón -quienes completaron el póker de condenados-, los religiosos fueron encontrados culpables y declarados autores de múltiples abusos sexuales cometidos de manera sistemática contra niños sordos y niñas sordas que estudiaban y dormían en el instituto religioso Antonio Próvolo (Carrodilla, Luján de Cuyo).
Exactamente 3 años después de que las primeras denuncias salieran a la luz, el 25 de noviembre de 2019 el tribunal condenó a los dos curas y a Gómez -Bordón había sido condenado un año antes luego de reconocer la autoría de los abusos-. La pena es hasta ahora una de las más altas a nivel mundial por abusos eclesiásticos, mientras que el Caso Próvolo transita por estos días una etapa crucial en el segundo de los juicios por los ataques sexuales. Porque el jueves comenzarán los alegatos en el proceso que tiene a 9 ex trabajadoras como imputadas, entre ellas la monja japonesa Kumiko Kosaka (acusada como autora de un abuso y como partícipe y encubridora de otros).
No obstante, antes de que se conociera la histórica condena contra los dos sacerdotes (Corradi falleció en julio de 2021, mientras que Corbacho está cumpliendo su pena en la cárcel actualmente y sigue siendo cura), ambos intentaron desligarse de los abusos. En declaraciones testimoniales aportadas a los investigadores eclesiásticos -procedimiento que se inicia en paralelo a la causa en la Justicia ordinaria y que incluye a curas denunciados-, los dos curas negaron haber cometido los abusos. Y, en tal sentido, acusaron a un tercer cura que estaba en el Próvolo mendocino de haber “armado” las denuncias.
“Yo creo que los denunciantes son instigados”, destacó Corbacho el 30 de marzo de 2017, entrevistado por el también cura, Dante Simón (uno de los investigadores designados por el Vaticano) y como parte de la investigación canónica.
“El origen (NdA: de las denuncias en su contra) es por la codicia del dinero del colegio, por parte del padre (Ramón) Amarilla”, se explayó Corbacho en aquella entrevista con su par. “Esto es una ola de calumnias iniciada por el padre Amarilla y la mujer con la que anda de novio, y se les fue de la mano la ola de calumnias”, insistió.
Si bien Amarilla no se encuentra denunciado dentro de las causas por abusos sexuales en el Próvolo que llegaron a juicio, su nombre está involucrado en otras denuncias y escándalos dentro del instituto. Y es que el hoy ex sacerdote nacido en Misiones tiene dos denuncias ajenas a los abusos.
Una de ellas está vinculada a amoríos secretos con dos ex cuidadoras del albergue de chicas (el mismo donde antes se había desempeñado Kosaka); y que el propio hoy ex cura reconoció como “relación impropia”. Esto le valió el retiro de las facultades ministeriales por parte del Arzobispado de Mendoza en abril del 2017, mientras que luego la Congregación de la Doctrina de la Fe lo expulsó del estado clerical en noviembre de 2017.
“Todo ha sido montado, por interés económico o por vengarse de algo”, detalló también el 30 de marzo de 2017 el sacerdote italiano Nicola Corradi a Dante Simón, y también durante una de esas entrevistas.
“El padre Amarilla quiso hacerme un gran daño a mí y a todos los que no quisieron asumir en su comisión directiva. Quería quedarse con todo en el instituto”, destacó Corradi hace ya 6 años y como parte de la investigación canónica. “Ellos (NdA: por Amarilla y su amante, la cuidadora) les llenaron la cabeza a esas 2 ex alumnas (por las primeras denunciantes). Estuvieron 4 o 5 meses para prepararlas”, resumió el longevo religioso.
Más allá de estas acusaciones, por fuera de la investigación canónica -y ya en el fuero Penal del Poder Judicial de Mendoza- los curas no acusaron a Amarilla formalmente en ninguna de sus declaraciones. E, incluso, las declaraciones de las víctimas y las pericias fueron contundentes al momento de determinar la culpabilidad.
Los escándalos de este cura que estaba al frente del Próvolo mendocino cuando salieron a la luz las denuncias (noviembre de 2016) no son novedad. Los amoríos de Amarilla, así como también la denuncia hacia él y su amante por vender sábanas y otras pertenencias del instituto también fueron oportunamente noticia en Los Andes.
Los curas abusadores quisieron defenderse acusando a un tercer sacerdote
Luego de que el Arzobispado de Mendoza se excusara de llevar adelante la investigación eclesiástica, la causa recayó en el Tribunal Interdiocesano de Córdoba. Fue en marzo de 2017 cuando los vicarios Dante Simón y Juan Martínez viajaron a Mendoza para entrevistarse con los curas denunciados, además de otros sacerdotes y ex empleados y empleadas del Próvolo.
“Me duele todo lo que pasa, el escándalo que ensucia a la Iglesia. Rezo abrazando la cruz, que hace más cercanas a Cristo las oraciones”, comenzó con su relato Corbacho durante la entrevista con Simón en marzo de 2017. “En la base de esto hay un problema interno, económico”, adelantó al comienzo de la charla.
Corbacho había llegado al Próvolo de Mendoza por primera vez el 27 de noviembre de 2004. El entonces arzobispo de Mendoza, José María Arancibia lo ordenó como presbítero en marzo de 2006, mientras que por situaciones particulares se trasladó a La Plata el 5 de febrero de 2007 (él es bonaerense). Recién el 10 de marzo de 2016 Corbacho regresó al Próvolo de Mendoza, mientras que ya en la provincia le otorgaron licencias ministeriales, las mismas que ejerció hasta el 29 de noviembre de 2016 (días después de que estallara el escándalo de abuso eclesiástico).
En ese encuentro con Simón de marzo de 2017, Corbacho mencionó a Amarilla como quien se encargaba de cobrar el canon por el alquiler de la casa de retiro que se encontraba en el interior del imponente predio ubicado en Boedo 385 de Carrodilla. No obstante, ya dentro de esa misma investigación eclesiástica se había mencionado una primera denuncia contra Amarilla por mantener una relación impropia y una “supuesta violación del sigilo sacramental”. Esta también estaba siendo investigada por Simón y Martínez.
“Cuando vine a Mendoza, (NdA: la amante de Amarilla) era la que tenía a cargo el cuidado de la casa de Niñas. (...) A esta ola de calumnias la iniciaron el padre Ramón y N. (aquí se nombra a la mujer), y se les fue de la mano al tomar estado público”, reafirmó Corbacho
Reafirmando esta idea, a lo largo de la conversación con Simón, Corbacho habló del plan en que Amarilla y su amante “comenzaron a trabajar con los sordos para crear todo esto y sacarnos del medio, porque estorbábamos a sus intereses”.
También durante la declaración a Corbacho se le preguntó por el origen de las denuncias por abuso de niños y niñas en su contra -las mismas por las que finalmente fue condenado a 45 años de prisión- y por su relación con los alumnos y alumnas del Próvolo.
“Jamás he tenido tendencia desordenada. Estoy dispuesto a que me hagan todas las pericias que sean necesarias. Todas estas acusaciones son morbosas y sobre sexo. Es totalmente falso. También sé que (NdA: aquí menciona con nombre y apellido a una de las víctimas que destapó el Caso Próvolo con su denuncia), hace 3 meses dijo que no pasó nada. Ha cambiado de opinión y es por las grandes presiones que hay sobre los denunciantes. Nunca me sobrepasé en nada. En el sacramento de la confesión, siempre fui delicado con las preguntas, no hacía preguntas de la vida íntima, de pecados sexuales, nunca”, resaltó Corbacho.
Más allá de esta defensa expresada en la investigación canónica, durante la instrucción y el juicio penal, ni Corradi ni Corbacho se refirieron a esta acusación contra Amarilla (se desconoce el por qué). Incluso, Corradi nunca quiso declarar en el transcurso de la causa y los dos sacerdotes fueron condenados como autores de los abusos sexuales a niños y niñas.
Corradi sobre Amarilla: “Nunca vi una persona tan mala”
El cura Nicola Corradi, italiano de nacimiento, había llegado al Próvolo de Mendoza con antecedentes y acusaciones de abusos sexuales en su Verona natal (donde está la sede central del Próvolo) y en el instituto de La Plata, donde la causa se reactivó luego de que salieran a la luz los abusos en Mendoza. En 2019 fue condenado a 42 años de prisión luego de ser declarado autor de abusos sexuales contra alumnos y alumnas del Próvolo. Y falleció en julio de 2021 mientras cumplía su condena en prisión domiciliaria.
En 1996 se inauguró el Próvolo mendocino, mientras que en 1997 Corradi fue nombrado como superior. Luego de haber sido imputado y estando detenido, el investigador del Vaticano, Dante Simón se entrevistó con Corradi, también en marzo de 2017. Y, al igual que Corbacho, Corradi acusó a Amarilla.
Durante la extensa entrevista, Corradi contó que Amarilla “no tenía nada de religioso” y habló del manejo impune que el entonces joven sacerdote hacía del dinero que ingresaba al instituto proveniente del alquiler de la casa de retiro ubicada en el predio.
Respecto a N., quien terminaría por convertirse en la amante de Amarilla -de acuerdo a la denuncia que también llegó al Tribunal Interdiocesano de Córdoba-, Corradi contó que llegó como encargada del albergue de chicas cuando se fueron las monjas del instituto. “Siempre hacía lo que quería”, detalló Corradi sobre el propio Amarilla.
“Hizo que ella pasara a ayudarle a él en los retiros espirituales los fines de semana (...) Viernes a la tarde, sábado y domingo nunca venía con nosotros a comer (NdA: Amarilla) para estar en el retiro... Mentira, era para estar con la otra”, recapituló Corradi. “Se sospechaba que eran amantes, todo el mundo lo sabía. Los chicos mismos lo decían”, agregó el entonces octogenario cura italiano, quien aclaró que todo esto se dio en 2015.
Otro dato llamativo en esta entrevista con Corradi es que el cura deja en evidencia que el propio superior del Instituto Próvolo a nivel mundial estaba al tanto de estos comportamientos inadecuados de Amarilla, aunque nunca tomó ninguna medida para ponerles fin.
“Él (por Amarilla) hacía lo que quería, agarraba el coche y desaparecía”, reconstruyó Corradi sobre la impunidad con que se manejaba el hoy ex cura misionero. Incluso, de acuerdo al relato de Corradi, Amarilla llegó a excusarse de tener que irse porque su madre estaba muy enferma, aunque luego -según sus palabras- Corradi vio a la mamá del otro sacerdote cuando vino a visitarlo a Mendoza y estaba muy bien.
“Amarilla siempre miente. En mi vida, nunca vi una persona tan mentirosa y mala, ni laico, ni sacerdote, ni religioso”, reafirmó.
La suma de poder, el descubrimiento del amorío y las primeras denuncias
Siempre de acuerdo al relato de Corradi en esta parte del expediente de la investigación canónica, fue en 2015 cuando Amarilla comenzó a tejer su poder. Más concretamente, fue en un encuentro del Capítulo General de la Congregación, al que Corradi no pudo ir por un asunto relacionado a su salud y, por ende, fue Amarilla en su lugar. “Al regresar del Capítulo, el padre Amarilla vino nombrado como Superior de la Comunidad religiosa y presidente de la Obra San José. En marzo de 2016 terminaba yo con el balance y la comisión directiva para que asumieran los nuevos y en los primeros meses, no sé precisar la fecha -entre febrero y marzo- encontraron un celular perdido”, siguió Corradi, quien reafirmó: “lo encontrado en el celular era la prueba de que eran amantes (NdA: por Amarilla y N.)”.
En ese momento, con los mensajes entre el cura y la cuidadora que evidenciaban que había un amorío (ver aparte), Corradi contó que volvió a hablar con el superior en Italia para ponerlo al tanto de la situación. Sin embargo, contó que desde la sede central del Próvolo volvió a encontrar complicidad para con Amarilla.
“Después de saber todo esto, al mes siguiente llegó el nombramiento oficial de Superior de la Comunidad (para Amarilla). Para mí hay un ‘No me importa nada’ desde Italia”, ratificó Corradi, quien -además- contó que en ese momento comenzó una guerra de parte del cura más joven y de N. contra él y con un único objetivo: recuperar el teléfono donde estaban las pruebas del amorío. De hecho, explicó que el propio Superior General del Próvolo recibió de sus manos la documentación con los mensajes que probaba la relación íntima entre Amarilla y N., pero que ni siquiera así se tomó alguna medida.
“Amarilla vino un día y me dijo que tenía poca vida acá. Después de esto, sé que comenzó a instruir a dos chicas, exalumnas”, relató en otro pasaje Corradi. Y, al ser consultado por Simón sobre las denuncias por abuso en su contra, resaltó: “juzgo o puedo presumir que fue armado”.
Al ser consultado sobre las denuncias por abuso sexual en su contra dentro del Próvolo, Corradi las negó. Y lo hizo, literalmente, sobre la biblia que tenía en su cuarto y encima de su cama, ya que apoyó una de sus manos arriba de la tapa del libro. También negó las denuncias por abusos en Verona.
“Siempre me tuve que dedicar más a lo administrativo y estaba un poco alejado de los chicos. Tan es así que a las chicas que me han denunciado no las conozco. Todo el día estaba en mi oficina, toda la administración pasaba por mí, 110 alumnos y como 60 personas de personal. Tenía 1.000.000 de pesos de sueldos por mes”, destacó sobre su relación con los niños y niñas.
Respecto a este último punto, en una carta posterior que Simón envía al Arzobispado de Mendoza -con fecha del 4 de abril de 2017-, los investigadores hacen referencia a la ausencia física y moral del superior, a la que catalogan como “llamativa y lamentable”. Y también se detienen en la evidencia de “un fuerte enfrentamiento” entre Corradi y quien era el actual superior, padre Ramón Amarilla.
“Esto ha traído como consecuencia la sospecha de que pudo el padre Amarilla haber ocasionado la cataratas de denuncias en complicidad con una celadora del instituto. Con esta celadora existe una evidente relación sentimental con el sacerdote Amarilla”, concluye esa nota, también incluida en el expediente canónico.
Los mensajes entre el cura Amarilla y sus dos amantes en el Próvolo
El por entonces cura Ramón Amarilla llegó al instituto mendocino en 2015. En su declaración durante el primer juicio, destacó que nunca observó “nada anormal” en el instituto; aunque detalló que cuando tomaba confesión a los niños del lugar, siempre los acompañaba una docente.
Fue también el mismo Amarilla quien entabló una relación amorosa clandestina con C., una ex cuidadora del albergue (y que no es N., sino que fue -cronológicamente hablando- su primera amante).
De los audios que se mandaban el entonces cura con su amante C. se desprendió otro dato llamativo: una segunda mujer (a quien se identifica como N.) y también cuidadora del albergue, estaba celosa de la relación de ambos. Con ambas mujeres, Amarilla se encontraba en el interior del instituto (allí vivía); y fue precisamente con N. con quien el cura misionero vendía sábanas y otras pertenencias del instituto mientras estuvo cerrado. Por este hecho también hay una causa judicial.
Una serie de audios de WhatsApp que intercambiaron Amarilla y C. fueron claves no sólo para concretar el divorcio de la mujer y su ex, sino también para la sanción del Arzobispado de Mendoza hacia el hoy ex sacerdote. A lo largo de las conversaciones; montaban juegos verbales de celos, reproches mutuos y hasta situaciones afectivas y eróticas que se situaban en el doble sentido.
Por ejemplo, en un audio enviado el 19 de mayo de 2016, C. brindó detalles sobre una de las pantallas que montó para escaparse de su entonces marido y estar junto a Amarilla. También en las charlas sobresalen escenas de celos que la ex cuidadora le planteaba al cura.
“Vos me dijiste que con ella sólo tenías encuentros sexuales (...) Primero viene el enamoramiento, y puede estar acompañado por el sexo. Pero el amor es otra cosa” le reprochó, por ejemplo, el 24 de mayo de 2016.
Todos los mensajes de voz grabados se complementaban en el momento de las charlas con mensajes escritos, también vía WhatsApp. El doble sentido, las idas y vueltas caprichosas y frases que se sumergían en el erotismo también son parte de las interminables charlas. “Me gustaría que me digas qué sentís físicamente cuando estás conmigo, qué experimentás. Pensá bien la respuesta, no te vayas a los extremos desde lo sexual solamente”, exigió C. en uno de los mensajes.
“Cuando estamos juntos, cuando nos abrazamos, cuando nos besamos. Me gusta, me gusta mucho (...). Y me hace sentir bien. Abrazarte, besarte”, respondió el por entonces sacerdote con tono seductor. “Te estoy hablando de qué sentís, desde la respiración. Una sensación en qué parte de tu cuerpo, y no seas ordinario. No estoy hablando de una excitación. Estoy hablando de dónde lo sentís”, le retrucó la mujer.
“A mí me genera un calor interior, una aceleración de mis latidos...”, agregó ella. “Vos hablas de sensaciones físicas que uno tiene cuando hay química, cuando hay piel entre dos personas. Las famosas ‘mariposas en la panza’ (...) El contacto físico que tenemos produce eso”, respondió entonces Amarilla.
Otro momento de tire y afloje se observó cuando la mujer intentó convencer al religioso de que borre todos los mensajes que se habían escrito entre sí. “Yo no tengo nadie que me revise el celular. Así que voy a conservar tus mensajes como tesoro”, desafió Amarilla; aunque luego cedió ante la insistencia de la ex cuidadora. “Me muero de ganas de que estés acá conmigo”, respondió en tono seductor C.
La conversación siguió por ese carril; con frases como “mi cama sigue fría” de ella, y “no me tientes a mí tampoco” de parte de quien aún era cura. La mujer, además, lo desafió. “Acordate que escuchaste de la boca de (NdA: nombra a su ex marido) que yo soy aventurera; que me encanta eso cuando pinta. Pero justamente tenemos que ubicarnos en tiempo y espacio (...) No puedo derrapar”, concluyó.
N., la señalada por Corbacho y Corradi en las entrevistas con los investigadores canónicos, también trabajaba cuidadora del albergue de chicas y es a quien se menciona varias veces en las conversaciones entre Amarilla y C. Es evidente que la primera amante del sacerdote no quiere a su compañera y desborda de celos.
También con fecha del 24 de mayo del 2016, la mujer envió un audio al cura donde cuestionaba que N. esté pendiente de todos sus movimientos -como la última hora de conexión en WhatsApp- y también que se haya acercado a su marido (hoy ex). “Menos mal que vos no tenés el horario de la última conexión. Yo por la mañana lo tengo que poner por (NdA: nombra a su ex marido).Y no lo pongo durante la noche, porque si no sale la hora y me va a preguntar. Y si son inteligentes y se fijan tu última hora...”, se escucha. A ese comentario le siguió otro reproche, más enérgico, donde le pidió directamente a Amarilla que no la vea cara a cara a N.
“Si hablás por teléfono, nunca hables de más. Negá todo, no digas nada. Tratala como que necesita hacer terapia. ¡Tenés que hablar, Ramón! No seas tan duro. Porque se va a volver loca, te va a aparecer ahí y va a hacer cualquier huevada en el colegio”, cuestionó.
Respecto al vínculo de N. con quien era su pareja, la cuidadora y amante de Amarilla esbozó un par de advertencias. “Ella no puede deducir que estoy chateando con vos. Pero está sospechando de todo”, acotó.
Casi al final de la conversación del 24 de mayo de 2016, C. intentó encontrar una definición para el vínculo que los unía. “Amigos, porque hay mucha confianza. ¿Amantes? Eso lo veo desde lo sexual (...) Yo creo que somos muy buenos amigos. Hay un sentimiento un poco más fuerte entre nosotros, esta necesidad de cuidarse mutuamente y de no querer que el otro la pase mal”, destacó.
El cura reconoció la “relación impropia” y el Vaticano estaba al tanto
Ramón Amarilla continuó un tiempo más viviendo en el Próvolo mendocino; pese a la clausura e intervención del instituto y a la detención de sus pares, Corradi y Corbacho.
El 5 de diciembre del 2016, el Arzobispado de Mendoza remitió una nota al superior de la orden de la que dependía el Próvolo en Italia (Robert Frainer) donde lo ponía al tanto de las novedades referidas a la sede mendocina. Además de referirse a las denuncias contra Corbacho y Corradi; informaban que sobre Amarilla había “una acusación sobre una relación impropia con una mujer, y una supuesta violación del sigilo sacramental”. Doce días después, desde el Arzobispado de Mendoza enviaron también una nota al ex marido de la amante de Amarilla, quien había denunciado la relación clandestina en el mismo Arzobispado. Allí le informaban que habían pedido a Frainer que iniciara la investigación canónica sobre Amarilla.
El 7 de abril del 2017, en tanto, una vez más el entonces arzobispo Carlos María Franzini envió otra nota a Frainer donde informaba que en base a los resultados preliminares de la investigación canónica había resuelto “retirar las licencias ministeriales” en la Arquidiócesis de Mendoza. La misma carta envió al responsable del Próvolo en La Plata; y en ambos casos adjuntó el decreto de suspensión. Firmado por el propio Amarilla, entre los considerandos del decreto está especificado que “Ramón Amarilla ha reconocido haber tenido una relación impropia”.
En noviembre de 2017, la Congregación para la Doctrina de la Fe expulsó al sacerdote Ramón Amarilla del estado clerical también. Es decir, no solo tiene la suspensión de la Arquidiócesis de Mendoza, sino que además fue expulsado como cura del Vaticano.