¡Podemos vivir más y mejor! Ya no hay dudas de esto. Según los datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), para 2052 los mayores de 60 serán el grupo más grande y el único que estará en crecimiento en Latinoamérica.
Entonces, la pregunta es: cómo llegará cada uno a esta etapa.
Los avances científicos nos permitieron alargar mucho la vida. Ahora el desafío es preparar nuestra mente y nuestras emociones para acompañar esa mayor longevidad física. Más años para vivir nos permiten más aprendizajes y acciones de amor y solidaridad.
Hoy la sociedad, sobre todo la occidental, nos devuelve una mirada negativa del avance de la edad y sus consecuencias. De hecho, existe una sobrevaloración de la juventud y, prolongarla a toda costa, es el objetivo.
Las arrugas, por ejemplo, en lugar de ser consideradas una señal de lo que hemos vivido, son solo marcas que debemos erradicar. Y podríamos dar muchísimos más casos similares.
Aunque el concepto es aún más complejo cuando comprobamos que la misma situación puede encontrarse en una desvalorización generalizada hacia la persona mayor. Con la consideración hacia el anciano como un problema, como alguien que no tiene nada más para aportarle a la sociedad.
Afortunadamente, otras culturas comprenden que la experiencia debe ser honrada y las personas mayores son consideradas como héroes, que ya hicieron un gran aporte a la sociedad. "Ponte de pie ante las canas y honra el rostro del anciano", dice el Levítico (19,32) y así lo ha entendido desde siempre la tradición judeo-cristiana.
Es cierto, no es fácil llegar a viejo. Por eso, ¡cuánto más importante es hacerlo con sabiduría! Como en todo desafío importante de nuestra vida es conveniente prepararnos y organizar la forma en que vamos a vivir después de los 60.
El cuidado de nuestro cuerpo ya ha sido estudiado y está comprobado que tiene resultados acumulativos. Por ejemplo, evitar el sol en los horarios pico, no sólo es sano para el presente si no que tendrá un efecto a largo plazo.
Lo mismo puede decirse del ejercicio, la alimentación sana y los buenos hábitos en general. Estos cuidados no buscan retrasar la vejez, algo humanamente imposible. Sino que apunta a hacerlo con un cuerpo más flexible y con capacidad de adaptación hacia futuros escenarios.