Ensamblar un smartphone pieza por pieza como si fuera un juego de construcción, es la gran apuesta de Google con su proyecto Ara, para conseguir un aparato completamente personalizable y duradero, totalmente distinto a los de sus grandes competidores.
El gigante estadounidense espera crear una gran industria alrededor de este nuevo modelo que ofrecerá, según la compañía, un acceso a internet más fácil a los habitantes de los países emergentes.
La idea de este smartphone, aún un prototipo, es simple: se compone de una estructura básica a la que se van añadiendo, con electroimanes, los diferentes módulos; como la pantalla, la batería, la cámara fotográfica, los sensores, el 4G, el wifi, etcétera. Google prevé lanzarlo en tres tallas.
La empresa estadounidense Yezz, asociada al proyecto, lo presentó en el Mobile World Congress de Barcelona. Expuesto en una vitrina, el prototipo no es demasiado vistoso, pero blogueros y periodistas hacen cola para verlo.
Y yo ¿qué gano'
Pero ¿cuál es la ventaja para el usuario? No tendrá que cambiar de teléfono porque una pieza se ha roto o hay un modelo con mejores prestaciones en el mercado sino que, con un simple clic, podrá cambiar los componentes en cuestión.
El dispositivo expuesto en Barcelona cuenta con una pantalla en alta definición, una batería, una conexión para el cargador, una cámara fotográfica, una conexión 4G, entre otros. Los diferentes módulos son chips con tallas y grosores distintos.
“La versión definitiva no tendrá este aspecto ni este peso”, asegura Marion Chaparro, representante de Yezz en Europa.
Google promete una duración de entre cinco o seis años para el armazón del smartphone, frente a dos años de media hoy en Europa. Queda por ver cuánto tiempo funcionarán adecuadamente los diferentes módulos.
“Es bueno para el medio ambiente” al combatir la obsolescencia programada, opina Annette Zimmermann, especialista del sector de telecomunicaciones para el gabinete alemán Gartner.
Varias compañías emergentes trabajan en proyectos similares pero ninguna con tal repercusión.
Reforzar la supremacía de Android
Google parte con unas ambiciones enormes. Este proyecto “podría redefinir el paisaje del móvil”, aseguraba su director Paul Eremenko en enero.
Cuentan con 6.000 millones de clientes potenciales: “Los 1.000 millones de usuarios actuales de smartphone y los 5.000 millones de usuarios futuros”, especialmente de los mercados emergentes, afirma también sin reservas Eremenko.
Pero, por el momento, deberá conformarse con un número más modesto de usuarios, los que podrán probarlo en un test previsto en Puerto Rico antes de finales de 2015.
“Deberá verse si el público se suma” y si Google consigue poner en marcha una red de distribución adaptada, advierte Annette Zimmermann.
La idea puede seducir a los apasionados de la tecnología pero puede encontrarse con más reticencias entre el gran público, confirma Ben Wood, analista en CCS Insight, en el Reino Unido.
La tendencia actual es la preferencia por teléfonos cada vez más finos y con una pantalla grande mientras que un modelo modular puede ser “más voluminoso y con un diseño poco elegante”.
El mismo director del proyecto reconoce que queda mucho por hacer. Los consumidores aspiran a una amplia personalización de los productos pero tienen problemas para decidir cuando se les ofrecen muchas opciones, explicó. “Tenemos que resolver esta paradoja”, reconoció.
De momento, Google ha renunciado a producir estos módulos con impresoras 3D porque la técnica no está suficientemente desarrollada.
Otra de las incógnitas es saber con qué estrategia de precios se lanzará el modelo, comenta Jérôme Colin, experto de telecomunicaciones en el gabinete Roland Berger de París.
Hasta el momento, Google indicó un costo de producción de entre 50 y 100 dólares para un modelo básico, aunque todavía no habló de precios de venta. “Google no busca ganar directamente dinero con Ara. Busca especialmente difundir los smartphones en los países con poco nivel adquisitivo y construir un ecosistema alrededor del Android”, dijo Colin.