La Arq. Angie Dub, experta en sustentabilidad, eligió el sistema Steel Framing que permitió la construcción de la estructura en 15 días e incorporó recursos para captar energía solar y estrictas medidas de aislación térmica. El atelier, ubicado en un monte de árboles cercano, está revestido en madera y vidrio espejado, logrando un volumen con gran pureza geométrica, como una pieza de arte en sí misma.
La casa La Escocesa está ubicada en un campo dedicado al cultivo y la cría de caballos de polo, en la localidad de 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires. El encargo contemplaba la construcción de una casa de huéspedes cercana a un casco principal de más de 100 años.
En el mismo conjunto también se requería un atelier para una artista visual que buscaba un lugar algo apartado del casco y a la vez conectado con la naturaleza. El proyecto de ambas construcciones terminadas recientemente, estuvo a cargo del Estudio Dub Arquitectura, dirigido por la Arq. Angie Dub, experta en arquitectura y urbanismo sustentable, quien destacó los principales planteos y soluciones que se plantearon en estas obras, partiendo de su contexto rural.
¿Cuáles fueron los principales desafíos de este proyecto?
El primer obstáculo que nos encontramos fue la energía, ya que el tendido eléctrico de la zona tiene problemas de suministro. Además, al estar la casa ubicada en un clima subtropical húmedo, donde los veranos son calurosos y los inviernos bastante fríos, la energía generada por paneles solares muchas veces no es suficiente, especialmente en invierno.
Instalamos un termotanque solar y también paneles solares fotovoltaicos, pero la clave de esta casa era buscar que pudiera consumir muy poca energía. Creo que la sustentabilidad es un problema de diseño y no de tecnología o de recursos económicos. Por eso son acotados los paneles solares instalados, ya que desde el diseño se pensó en potenciar los recursos naturales, como la iluminación cenital -con lucarnas en todas las habitaciones y baños- o la ventilación cruzada en todos los ambientes. La construcción está despegada del terreno y eso beneficia la situación térmica interior y minimiza los problemas de humedad, mejorando la condición ambiental interior.
¿Por qué la construcción industrializada?
Al ser una zona rural, la dirección de obra debía ser a distancia, en breve tiempo y con una provisión integrada de materiales, buscando además que la construcción intervenga lo menos posible en el campo. Elegimos el sistema steel framing, que nos permitió que la casa se montara en solo 15 días.
Cuenta con una aislación térmica en paredes, techo y piso de distintos espesores -entre 6 y 10 cm-, con mantos de lana de oveja, un material con muy baja huella de carbono. La idea surgió del Proyecto Abriga que se desarrolla en la Maestría de Arquitectura sustentable de la FADU, UBA (donde Angie Dub es coordinadora académica).
Para el entrepiso se desarrolló un manto más denso y fino, tanto para la aislación térmica como acústica. En relación a los sistemas constructivos, creo que el futuro es híbrido, ni todo tradicional ni industrializado, sino un balance que hace a la mejor arquitectura.
¿Cuál es el programa y los materiales de la casa de huéspedes y del atelier?
La casa de huéspedes cuenta con dos dormitorios, un baño compartimentado, un espacio flexible en el entrepiso, el living, la cocina y una gran galería. El principal desafío fue incorporar todos estos usos en un solo espacio y por ello desde el primer momento se pensó como una casa particionada.
La intención del diseño fue que la casa pudiera ser emparentada con el lenguaje rural de los galpones del campo. Para ello se revistieron todas las paredes exteriores en chapa plegada, con una textura de diferentes tramas que se diferencian del techo y brindan calidez al diseño. Los revestimientos no toman temperatura, porque es una chapa especial -Luxider- reflejante y de color gris claro.
Las ventanas son de PVC y tienen vidrios DVH, con el tamaño pensado en función de recibir la cantidad de sol necesaria, sobre todo por la exposición del verano. El objetivo fue hacer una casa con mínimo mantenimiento, debido al elevado desgaste del ambiente rural.
El atelier se ubicó en medio de un monte de árboles cercano a la zona de la cría de caballos, alejado de la construcción principal. El atelier está rodeado de árboles por lo que la luz del sol no le llega directamente. Para lograr abundante luz natural, pareja y cenital, se pensó en un techo translúcido, materializado con una estructura metálica y tela tensada con curvas y contracurvas para que no se junte el agua. Todo el armazón del atelier se hizo con steel framing y para el revestimiento, madera de lapacho reutilizada, para que su imagen se mimetice con el monte de árboles.
*Angie Dub es Magister Arquitecta especialista en Sustentabilidad y Eficiencia Energética. Es titular del estudio DUB Arquitectura+Sustentabilidad, primer estudio de arquitectura certificado B en Argentina.