Diego eterno: una gambeta a la muerte

Homenaje. A cuatro años de su muerte, se cumplieron ayer 64 años del nacimiento de Diego Armando Maradona. En todo el mundo hubo homenajes, salutaciones y la inexplicable magia de su presencia.

Diego eterno: una gambeta a la muerte
Diego Armando Maradona, amor eterno. / Gentileza.

Si yo fuera Maradona, viviría como él, tararea un pibe sentado en el zaguán de una casa de calle San Juan de Ciudad. Pero a diferencia de otros de su edad (no debe tener más de 18 años), no mira su celular. Tiene entre sus manos una vieja revista El Gráfico, que titula “Por siempre Diego”, con el astro alzando la Copa del Mundo en 1986. El ejemplar data del 2001 y luce impecable, pese a los 23 años de distancia. Una clara señal de que ayer no fue un día cualquiera; más bien una gran oportunidad para seguir conociendo vida y obra de uno de los más grande talentos futbolísticos que dio este bendito suelo. A 64 años del nacimiento de Diego Armando Maradona, Argentina y el mundo explotaron en mensajes para el astro fallecido el 25 de noviembre del 2020. Y la sensación permanente de su presencia constante, como si su talento sin par le permitiera seguir gambeteando, incluso a la muerta.

Infinidad de mensajes, videos, memorias sobre sus hazañas futboleras y el constante cariño de un pueblo que no se cansa de extrañarlo. Eso pasó ayer durante 24 horas que se vivieron con la alegría que hubiera querido Diego. Nápoles, por caso, otro lugar donde alcanza condición de Dios pagano, comenzó el día con una procesión a una estatua de “Pelusa” en su etapa en el club. No fue todo. Durante toda la jornada, para recordar al máximo ídolo de la historia de Napoli, se paseó por la ciudad la estatua. El punto final del recorrido, fue pactado en el histórico mural de los Quartieri Spagnoli. Una muestra de cariño y memoria. Un constante repetir afectos, como el ‘10′ mismo, a quienes sus conocidos le reconocían “un abrazo sin igual, de una sinceridad insuperable”.

Diego celebra el segundo de sus goles anotados a Inglaterra, por los cuartos de final del Mundial México 1986. / Gentileza.
Diego celebra el segundo de sus goles anotados a Inglaterra, por los cuartos de final del Mundial México 1986. / Gentileza.

Pero, para que ese 25 de noviembre del 2020 se transformara en una verdadera pesadilla, primero tuvimos que vivir un sueño. Un 30 de octubre de 1960, en el Hospital Evita de Lanús, nació Diego Maradona. El hombre de Villa Fiorito que sería capaz de dibujar sonrisas con su gambeta perfecta, fuera aquí en Argentina o en cualquier parte del mundo. Su condición de ídolo lo elevó a condición de inmortal y así lo celebramos durante 60 inolvidables años.

Curiosamente, un año antes de su muerte, cuando asumió la conducción técnica de Gimnasia LP, y con la pandemia rompiendo todos en pedazos, recibió inolvidables bienvenidas en cada cancha de Primera División donde concurrió.Incluso, el 30 de octubre de aquel fatídico año, en sus redes se publicó un video de más de 30 minutos con saludos de jugadores, ex jugadores y grandes amigos. Sin saberlo, se trataban de los últimos homenajes en vida para el mítico ‘10′.

Ahora, a la distancia, cuatro años después y en un recorrido en loop para intentar buscar tantas cosas que se dijeron, se dicen y se dirán de Diego, compruebo que nos quedamos cortos, que toda caricia fue poca. No pudimos devolverle ni la mitad de las alegrías que él nos regalo.

Ahora, sentado en la redacción, terminando este texto que solo pretende ser un puñado de palabras sobre un tipo que no morirá jamás, me asaltan unos versos del escritor y cineasta Leonardo Favio: “Mientras haya un planeta en que respire un niño, un niño habrá que sueñe que es Diego, y que repite los goles imposibles de músicas y pájaros”. Todo dicho, ¿no?

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