El conocimiento de su valor dentro del proceso político conocido como “Desarrollismo”, puede ser un plus para quienes tengan la responsabilidad de seguir multiplicando los espacios para la formación universitaria dentro de un Centro que, más allá de las declaratorias, ya tiene carácter histórico-patrimonial.
La industrialización de la construcción, sumada el uso de nuevos materiales como el aluminio y el vidrio templado y la experimentación con el hormigón armado son parte de las particularidades de los edificios más relevantes construidos en lo que podríamos llamar, la primera etapa del conjunto.
El Centro Universitario comenzó a gestarse efectivamente hacia 1960 (antes hubo dos intentos para su concreción que no prosperaron), a partir de la creación de una oficina técnica especializada: el Departamento de Obras de la Universidad Nacional de Cuyo. Liderada por el arquitecto Aniceto Puig durante más de 30 años, la participación en esta oficina significó para los técnicos que la integraron, la posibilidad de trabajar escalas y proporciones que eran infrecuentes en una zona sísmica hasta ese momento. Con el hormigón a la vista como gran protagonista, los programas encarados inicialmente, permitieron la experimentación: fueron las primeras obras de grandes luces en Mendoza, con estructuras adinteladas y casetonados prefabricados (algunos in situ), elementos que permitieron una mayor dinámica espacial y un nuevo juego plástico y volumétrico. Se incorporaron en ellas, además, dispositivos para control solar como galerías, parasoles y aleros, teniendo en cuenta las características de clima árido y desértico que caracterizan a la provincia.
Mientras se definía la ubicación del núcleo universitario, desde la oficina de obras, se proyectaron los edificios para dos de las escuelas secundarias dependientes de la UNCuyo: la Escuela Superior de Comercio “Martín Zapata” (1961) y el Colegio Universitario Central (1962), ambos diseñados por Juan A. Brugiavini.
Poco tiempo después se decidió que el Centro se emplazaría en las inmediaciones del predio donde la Fundación Eva Perón había comenzado a construir un Hospital de Niños, cuya obra quedó inconclusa, al que se adosarían algunas hectáreas más que serían expropiadas.
Entre 1965 y 1968, el equipo técnico comenzó a desarrollar los primeros proyectos para el Centro Universitario. La idea rectora fue proyectar edificios que pudieran ser “terminados en sí mismos” y no realizados por etapas. La economía, la racionalidad y las posibilidades constructivas fueron fundamentales en la ejecución de los proyectos que se materializaron con ladrillo, piedra, acero y hormigón. Además de los edificios, el equipo técnico diseñó pupitres, escritorios, mesas, artefactos lumínicos, sillas con apoyabrazos, etc., fabricados luego por la maestranza de la UNCuyo.
A mediados de 1966 se contrató al arquitecto Simón Lacerna para concretar el plan maestro (trazado) de la UNCuyo. Casi simultáneamente, se decidió que la estructura inconclusa del antiguo Hospital de Niños, albergara la Facultad de Ciencias Médicas (1967), obra de refuncionalización que estuvo a cargo en distintas etapas, de los arquitectos Manuel Berti, Horacio Anzorena y Carlos Gainza y que un edilicio cercano, también inconcluso, se adaptara para las oficinas del Rectorado.
Los primeros edificios diseñados fueron la Facultad de Filosofía y Letras (1966) de los arquitectos Benegas y Aveni; el cuerpo de enseñanza de Ciencias Económicas (1967) del arquitecto Héctor León; el bloque para investigaciones de Ingeniería en Petróleos (1968) de Jacques Caspi y en el mismo año la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales diseño de Juan Brugiavini. Paralelamente, Mario Pagés proyectó un refugio en alta montaña (1966) en la zona de Vallecitos y el sector de Maestranza del Centro Universitario, que se adaptaría para la Facultad de Artes. En 1967, se comenzó también a consolidar el diseño del área de deportes que tuvo a Simón Lacerna y Raúl Maroi como proyectistas del núcleo de vestuarios.
En la década del ´70 se concretaron los edificios para el Hogar y Club Universitario (hoy Comedor Universitario) proyectado por Juan Brugiavini (1971); la ampliación del Rectorado obra del arquitecto Raúl Maroi (1976) y la ejecución de dos instalaciones extra muros: un refugio en Villa La Angostura (1977) y el proyecto en 1974 de Brugiavini de las dependencias para el Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CRICYT), institución en ese momento co-dependiente del CONICET, el Gobierno de Mendoza y la UNCuyo.
Todos los edificios tienen un apreciable nivel de diseño y destacable factura. Pensada de acuerdo a las exigencias antisísmicas, la arquitectura propuesta se destacó por concebir su estructura como uno de los principales componentes proyectuales. Uno de los casos más relevantes es el de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, donde la mirada crítica del arquitecto proyectista logró conciliar los desafíos de la realidad regional, caracterizada por el sismo y la aridez, con las innovaciones de las vanguardias modernas.
Este primer conjunto de edificios atestigua que a fines de los años ´60, en la arquitectura para la educación universitaria, se produjo un giro hacia propuestas que atendían las características regionales, a partir de las posibilidades que la prefabricación daba. Fueron las últimas expresiones de una edilicia monumental que aún mostraba el poder del Estado y de las instituciones en materia de educación superior, y que dieron algunos de los mejores frutos de la arquitectura moderna en el país, aquí en nuestra provincia.
Bibliografía:
- Raffa, Cecilia y Fiorito, Mariana. “Avance sobre el desierto: el Centro Universitario en la ciudad de Mendoza (c. 1960)”, en Müller y Schmidt. Arquitecturas de Estado: empresas, obras e infraestructuras (1955 – 1975). Casos y debates en Sudamérica. Santa Fe: UNL, en prensa.
- Romano, Roberto. Huellas de la ciudad universitaria. Mendoza: EDIUNC, 2011.
Imágenes: Centro de Documentación Histórica Edmundo Correas (UNCUYO); Dirección de Obras UNCUYO.