¿Son recomendables las puertas corredizas para los baños? ¿Y para las cocinas? ¿Se pueden colocar sobre cualquier pared de la casa? Para responder estas incógnitas, en principio hay que saber que existen dos tipos de corredizas.
Si de ahorrar espacio se trata, las de embutir son una solución muy útil. Eso si, se debe tener una pared disponible para hacer la cavidad donde se esconderá la puerta. También están las corredizas de guía exterior, ideales para tener las ventajas de una puerta corrediza sin la necesidad de entrar en grandes obras, ya que este tipo de aberturas se esconden detrás y no dentro de un muro existente.
Sea cual fuere el diseño, las puertas corredizas son perfectas para espacios pequeños: si el lugar es reducido y se necesita maximizar su rendimiento, son una excelente alternativa. Al evitar el barrido de las puertas tradicionales, se gana ese recorrido y se puede aprovechar para colocar objetos, como por ejemplo un inodoro o un lavatorio, en el caso de un baño. Asimismo pueden ser muy útiles para pasillos o distribuidores donde tener buena circulación es indispensable.
“Las puertas corredizas tienen un sinfín de ventajas, generan más amplitud, individualizan los espacios, permiten aprovechar distintas estancias y dependiendo del material pueden resultar estéticas. Sin embargo, nuestra recomendación es previamente evaluar con un especialista el lugar donde se desea implementar y elegir la más adecuada según el presupuesto, calidad y las condiciones del sitio” expresó la Arq. María del Mar Danuzzo.
Una de sus mayores ventajas es que brindan intimidad: con este tipo de puertas se pueden lograr resultados estéticos muy interesantes y conseguir una combinación única entre integración y privacidad, según cada necesidad. Por ejemplo, se pueden colocar para unir un living y un estudio, lo que permite crear ambientes amplios cuando se necesite, aprovechar la luminosidad o generar mayor amplitud visual, y a la vez dividir ambos ambientes cuando se necesite tranquilidad en alguno de ellos.
Sin embargo, no siempre conviene utilizar este tipo de aberturas: las puertas corredizas no son tan fáciles de manipular como las abatibles y pueden estorbar en ciertos ambientes. En una cocina, por ejemplo, donde solemos estar con las manos ocupadas y de las que salimos con platos u ollas, podrían resultar un poco incómodas si están cerradas y tenemos que abrirlas.
“Antes de tomar la decisión de implementarlas se debe tener en cuenta que, en el caso de las puertas corredizas embutidas, la pared en la que se empotra no podrá ser usada para instalaciones, como caños de luz, agua o gas. Igualmente, tener en cuenta la baja aislación acústica en caso de necesitar privacidad, ya que puede resultar contraproducente”, agregó la profesional.
Sin duda, instalar una de estas puertas conlleva evaluar su utilidad, generación de espacios, costos y hasta el valor agregado.
Asesoró: Familia Bercomat