En un escenario de revalorización del hogar como espacio donde se pasan muchas horas diariamente, muchas familias emprendieron algún tipo de arreglo o remodelación post cuarentena: el 80% lo reconocieron como una necesidad.
En este contexto, y ante la imposibilidad de contar con amigos o parientes que puedan ayudar a financiar las obras, crecieron los pedidos para financiarse directamente con corralones o empresas que comercializan materiales para la construcción. “Si bien todo el año pasado hubo demanda de créditos, el verano se posiciona como una época ideal para encarar refacciones: el clima más seco y el tiempo libre de las vacaciones permiten hacer una obra con menos interrupciones”, comenta Moisés Masovetzky, de Familia Bercomat.
Los préstamos solicitados suelen ser para el mejoramiento de la vivienda en general, pero fundamentalmente para stockear productos a precios de hoy con la intención de ganarle a la inflación al momento de construir.
Uno de los aspectos más importantes de este fenómeno es la capacidad de poder saltear las barreras de acceso de los sectores sin inclusión financiera, de aquellos que no tienen efectivo suficiente o una cuenta bancaria.
Las cifras muestran la importancia que han cobrado los hogares en el último tiempo: gracias a los nuevos modelos de trabajo, las horas que hoy se pasan en la vivienda impulsaron a muchos finalmente a avanzar con obras que tenían postergadas para tener más espacio, privacidad y comodidad en sus viviendas sin necesidad de mudarse.
“Hay un sector muy importante que no tiene acceso a financiación bancaria, por lo que estas herramientas de inclusión financiera les permiten seguir adelante con sus proyectos”, finaliza Masovetzky.