Más de una vez hemos leído en las redes hilos sobre casos de asesinos en serie, asesinatos sin resolver y masacres que ha producido el ser humano. ¿Por qué existe esa fascinación por lo cruel, por las historias oscuras del pasado?
Un plan perfecto: sentarse a ver casos policiales sin resolver. Se han vuelto populares series como "Soy un asesino" que relata casos reales de personas condenadas a penas de muerte y cuentan su historia; "Mindhunter" que cuenta las historias de los asesinos en serie más impactantes de Estados Unidos o "Las cintas de Ted Bundy", una miniserie que expone las cintas de grabación del famoso asesino que dio vida al término "asesino en serie".
Las producciones que abordan estos temas son de las más populares que existen. Pero ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Morbo? ¿Un aspecto psicológico? o ¿Simple curiosidad?
"Me parece importante comenzar con la concepción de que el ser humano es la consecuencia de factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales. Nos atraen estas historias, porque en parte queremos comprender la motivación que hay detrás de los actos de violencia", explica Natalia Araya, Licenciada en Psicología y estudiante en maestría de Psicología Forense.
"Queremos entenderlos, porque en realidad nos genera miedo, ya que nos sumergimos en la faceta más siniestra de nosotros como seres humanos, que todos tenemos. Lo único que nos diferencia es que no lo cometemos, porque nuestro sistema represivo ha sido eficaz", dice.
El término "Asesino en serie" se utiliza para denominar a un individuo que asesinó a dos o más personas en un lapso de 30 días o más, con un periodo de "enfriamiento" entre un asesinato y el próximo. Expresa que la motivación se basa en la gratificación psicológica que le proporciona este crimen.
"La persona acciona de una manera agresiva, violenta, porque sus pulsiones no han sido reprimidas por instancias internas y se traducen en hechos. La capacidad potencial de cometer un delito, como un asesinato, depende de distintas pautas familiares, educativas, culturales, de personalidad, etc.", explica Natalia.
Pero entonces, ¿esta fascinación tiene que ver con una cuestión morbosa? "El morbo es uno de nuestros impulsos básicos, tiene que ver con nuestro paquete instintivo, ese en el que también estas nuestras necesidades fundamentales como comer, dormir, socializar, etc. Puede definirse como la necesidad de ver, oír, oler o interactuar, de alguna manera, con lo que socialmente se cataloga como prohibido. Se trata en esencia de una fuerza que nos impulsa a entrar en contacto con ello y a experimentar placer a hacerlo. El placer de transgredir normas o entrar en un mundo de lo prohibido".
Toda esta información nos lleva a pensar, ¿es posible reproducir actos de violencia o incluso, asesinatos, por estar expuestos a estos contenidos? "Lo que en realidad hay que tener en cuenta es que toda conducta violenta está relacionada con las características de personalidad de un sujeto. Con un modo de reaccionar determinado del sujeto ante una situación ambiental" asegura la licenciada. "Es importante resaltar que en los niños la situación puede ser distinta, es decir, la exposición a series o películas con alto contenido en violencia, puede implicar mayor influencia en el psiquismo, que se encuentran en pleno proceso de desarrollo, generando sentimientos de confusión. La exposición prolongada puede influir en las actitudes hacia la violencia, pudiendo ser aceptable como un modo de resolución de conflictos".
A pesar de ser conscientes de lo que está bien o mal, nuestra fascinación por lo prohibido es inevitable e inconsciente, por lo que el atractivo que sentimos por este tipo de series y documentales, es totalmente inofensivo.
“En el fondo, lo morboso, nos recuerda que somos seres humanos complejos y contradictorios. Donde la desgracia del otro, nos recuerda que vivimos en el límite entre la vida y la muerte”, concluyó.