Autoboicot, cuando somos nuestros propios enemigos

A veces insistimos en bloquear nuestro progreso, o nos echamos la culpa a nosotros mismos a través de una victimización constante. ¿Por qué no nos damos un espacio para el disfrute y en cambio nos sentimos más cómodos en la postura del sufrimiento?

Autoboicot, cuando somos nuestros propios enemigos

“Esto me sale mal”, “no sirvo”, “el otro lo hace mejor que yo”, entre tantas otras frases, son las que pronuncian las personas que se autoboicotean constantemente. De repente empezamos a confiar más en los demás que en nosotros mismos y esta acción se vuelve insostenible, tanto para quien lo padece como para el círculo que nos rodea.

“La persona que transita el autoboicot generalmente pasó por alguna situación de inseguridad, tanto en el presente como en el pasado. También aparece ese otro que lo hizo temeroso, como una madre que hacía todo por su hijo o un marido que le dice a su esposa que no está haciendo bien algo y prefiere hacerlo él”, explica la psicóloga Ana María Nevare.

El ponernos palos en la rueda, o impedir superar nuestros propios obstáculos, es una característica bien marcada de quien padece el autoboicot.

Luego de un tiempo, llega un momento en que esta persona se siente más cómoda cuando ese otro le hace todo y hasta elige (sin darse cuenta) ponerse en el lugar de víctima; por temor a confundirse y que alguien lo señale.

“Pero no solo aparece a la hora de realizar una acción sino en la vida personal o sentimental, en donde tenemos la idea de que las cosas buenas no nos van a pasar: desde conseguir un trabajo, casarnos, formar una familia, etc. El lema característico es: a mí eso no me va a pasar, o a mí no me ocurre nada bueno”, indica Nevare.

¿Cómo reconocerlo?

No festejar los pequeños logros u acciones, creer que si no logramos algo al cien por ciento o a medias no logramos nada y enseguida abandonamos el objetivo.

Nos acostumbramos a fracasar y creemos que es imposible lograr casi todo lo que queremos que nos suceda.

Confiar más en los demás que en nosotros.

Usar constantemente frases como “no puedo”, “no funciona”, “tengo mala suerte”, “todo lo malo me pasa a mí”, etc.

Algunos consejos para evitarlo

Preguntarnos qué cosas nos dan miedo y por qué. Reconocer el problema siempre es el primer paso.

Equivocarse, pero tomar las riendas. El no dejar que otros hagan todo por nosotros, nos permitirá equivocarnos y también hacer las cosas bien;

aprendiendo de nuestros errores y además demostrándonos que otras veces podremos hacerlo.

No compararnos con los demás. Reconocer nuestras propias virtudes hará que podamos disfrutar más de lo que tenemos, sin importar qué y cómo lo hace el otro.

Ser positivo e inspirarse en los exitosos. Una persona negativa no contribuye en absolutamente nada, para el ser interior y para el exterior. ¿A quién le gusta amanecer de malhumor o rodearse de gente que está todo el día quejándose?

Consultar a un terapeuta que nos ayude con este problema, si notamos que no podemos hacerlo solos.

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