Opinión
Realidad y esperanza
La educación no es cuestión de libros y de enseñantes: es cuestión de ‘criterios de vida, de valores espirituales y de conciencia, de ‘maestros’ del buen vivir entre nosotros.
La educación no es cuestión de libros y de enseñantes: es cuestión de ‘criterios de vida, de valores espirituales y de conciencia, de ‘maestros’ del buen vivir entre nosotros.
La Navidad no debe convertirse en una rutina de felicidad y consumismo. Tiene que ser una opción de vida. Una celebración de unión y ayuda, un gesto de humanidad ante el que más lo necesita, un momento en el que el individuo que así lo desee se replantee si su vida tiene esa verdadera honestidad y generosidad que su vida promulgan.
Con sólo observar las palabras, el tono, las muecas y las actitudes de muchos de los/as que se han postulado para ejercer ‘cargos’ (mejor dicho: ‘regalías’) públicos, caemos en la cuenta de cuánto nos falta para ser auténticos ciudadanos que deseamos lo mejor para todos los argentinos y que elegimos a los mejores en preparación, en ética y en humanidad.
La verdad nunca fanatiza, no es proselitista, no sostiene nuestra necesidad de tener razón… La verdad, más bien, nos desnuda y nos silencia y, de ese modo, nos transforma en -siempre la paradoja- aquello que somos.
No debemos permitir que el Concilio Vaticano II sea un “futuro olvidado”; y hasta algunos estamos pensando lo bueno que sería encarar un proceso de preparación de un nuevo Concilio, verdaderamente ecuménico, que aporte, desde la fe cristiana, a la tarea mayor de dar más humanidad a la Humanidad.
En el capitalismo actual el capital financiero sale ganador a costa de imponer la crisis a personas y gobiernos. De paso se disciplina a los sindicatos y a los ciudadanos. Y así la crisis económica se convierte en crisis política.
Estamos, ya, transitando en la Argentina la tercera generación de los “ni, ni”. Ni estudian ni trabajan. La pobreza en la niñez ya ha trepado a más del 50%.
Los argentinos somos, en su mayoría, de carácter apasionado y, a veces, colérico con mezcla de añoranzas y nostalgias.
Toda persona católica tiene el derecho y la responsabilidad de promover la justicia social en el mundo así como dentro de la comunidad eclesial.
Cuánta gente vive a medias, sin dar nunca el paso decisivo, sin despegar, sin apostar todo por el bien, sin un compromiso verdadero por los demás.
No existe guerra alguna que se haya realizado con fines benéficos o compenetrada con los ideales de vida, libertad y dignidad para todos.
El hombre no puede vivir sin amor. Si así fuese, él permanecería para sí mismo como un ser incomprensible, su vida estaría privada de sentido si no se le revelara el amor, si no se encontrara con el amor, si no lo experimentara haciéndolo propio, si no participara en él profundamente
Puede ser. Sólo es una posibilidad. Que este virus nos haga más humanos. Y que un diluvio atroz, surja un pacto nuevo.