#Mendocinos de Verdad
Serás mendocino o no serás nada
Algunas reflexiones acerca de cómo se construyó la mejor Mendoza, a ver si es posible que desde este nuevo año podamos recuperar aquella gesta.
Algunas reflexiones acerca de cómo se construyó la mejor Mendoza, a ver si es posible que desde este nuevo año podamos recuperar aquella gesta.
Maradona expresó la etapa nacionalista místico religiosa del fútbol argentino. Messi expresa la etapa laica y universalista, capaz de separar -como no sabía hacer la anterior- lo profesional de lo privado y el fútbol de la política.
En 1985 el peronismo, por “derecha”, se negó a condenar represores, Hoy el peronismo, por “izquierda” se niega a condenar corruptos. Es la misma lógica: no juzgar nunca al poder.
Desde el inicio de la causa Vialidad, la vicepresidente tendió puentes entre ella, Fidel Castro. Ahora busca parecerse a Evita, Juana de Arco y Sócrates, aunque sus argumentos defensivos se parecen más a los de Silvio Berlusconi.
Mientras sus dioses están en el cielo (Néstor, Evita y un poco menos Perón) Cristina cree ser el Cristo reencarnado de esa santísima trinidad, sufriendo la cruz judicial para luego resucitar como el cuerpo místico de 70 años peronistas.
El fundador mendocino de Cambiemos, Ernesto Sanz, y el mendocino que hoy quiere refundar Juntos por el Cambio, Alfredo Cornejo, analizan esa coalición en términos estratégicos, no electorales.
Como Perón quería acabar del modo en que sea con la dictadura de Lanusse, Cristina quiere acabar del modo en que sea con la dictadura de Rosatti. Ese fue el único objetivo de su discurso.
La especialidad de la política K fue la invención del enemigo. Los principales fueron la iglesia al principio y luego el campo, los medios y la justicia.
Los planetas se alinearon para los propósitos del ministro Massa. Tratando de hacer rendir al máximo lo poco que tiene para construir una posible candidatura al ejecutivo.
El peronismo mendocino fue exitoso cuando supo expresar un proyecto provincial, pero empezó su crisis cuando se municipalizó o se nacionalizó.
Ante el riesgo de quiebra, los peronistas quieren dividirse las acciones de la empresa de la que formaron parte por 40 años, aunque ésta haya resultado fallida.
Cristina y Alberto se están fugando de una realidad que ya no controlan en absoluto. Ella se hace opositora de su propio gobierno. Él se fuga a Gran Hermano.
Organización. Diversos factores llevaron a que Mendoza encarnara un conservadurismo progresista con escaso énfasis ideológico que nos caracteriza. Hoy, igualmente, hay señales de que urge una renovación.
La historia de un fiscal queriendo hacer justicia contra viento y marea, y la de un presidente que le dice métale doctor, es la utopía democrática que una vez ocurrió.
Esta película, sin tomar partido, sólo contando la historia tal como ocurrió en 1985, nos recuerda que en aquel entonces la bandera de los derechos humanos fue levantada de manera universal y no facciosa.
Dos revoluciones: una contra la teocracia iraní por parte de heroicas mujeres. Otra contra el macrismo en las escuelas tomadas. La biblia y el calefón.
Después de tantas operaciones berretas para frenar el juicio a Cristina, los alegatos finales expusieron la filosofía política con la que se busca impunidad.
Primero fue la culpabilización del otro, luego la santificación de sí misma. Ahora busca el acuerdo siempre que los otros admitan su culpa y que ella es una santa.
Decidido a pelear por su enfermedad, se convirtió en un ardiente defensor de la vida y del derecho a decidir cuándo partir.
Para el peronismo clásico primero está la patria, luego el movimiento y al final los hombres (o mujeres). Para el peronismo posmoderno (o sea, el kirchnerismo) primero está Cristina, después el peronismo y por último el país. Al menos, así lo dice el cuervo Larroque.
Hasta ahora el atentado a Cristina no hizo más que profundizar la grieta, cuando se trata de una extraordinaria y única oportunidad para gestar todo lo contrario.
Fue la declaración del Senado lo más bueno de estas aciagas horas. Fueron los extremistas de ambos lados los sempiternos profetas del odio. Y, en el medio, el presidente formal de los argentinos, no fue ni chicha ni limonada.
En su defensa contra los alegatos de los fiscales, Cristina se mostró más auténticamente Cristina que nunca, tanto por lo que dijo, por cómo lo dijo y por lo que insinuó.