Barbarie provinciana 

Barbarie provinciana 
Barbarie provinciana 

Estoy asombrado al conocer la autorización de la “actividad cinegética”, vulgo caza. Asombrado no por las especies comprendidas, ya que sobre la liebre criolla y el jabalí sentí protestar en la lejana niñez a mi abuelo, tíos y primos, que en los veranos en Rivadavia tenían que cazar, más las primeras que los segundos, por los daños que causaban.

Cuando puesteros malargüinos, deben cazar algún puma, es para no perder chivatos, potrillos o becerros y los maltratan algunos agentes de la Dirección de Recursos Naturales Renovables que defienden “la vida” sin entender la pirámide alimentaria.

El asombro y la indignación que lo sigue son causadas por los sitios y cantidades indeterminadas que autorizan la matanza de ciervos rojos, introducidos con ese fin.

Los ciervos, exóticos en Mendoza, lo son en Argentina, pero en los Parques Nacionales patagónicos viven en libertad.

El Valle de Uco es un hábitat ajeno a ellos. Servirá para que quienes paguen se lleven cabezas testimoniales, y los dueños de los “cotos privados” guardarán los dólares, objetivo primero y último de la promovida “actividad cinegética”, digno complemento de una gira por los “caminos del vino” o visitas a las “bodegas boutique”.

Mejor no suponer que esto sea una contraprestación por reubicar los animales “sobrantes” en el ex zoológico.

No se puede explotar la minería porque constituye un “atentado contra el agua” pero sí permitir la muerte como negocio.

Cuando todo el mundo cambia la cacería por la fotografía y la observación, Mendoza pretende instaurarla, a contrapelo del medio natural y las costumbres. Esta disposición es un gran paso hacia la barbarie. 
 
Lic. Atilio G. Galdiolo

DNI 6.897.384

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