Durante el año llevamos en los hombros el peso de la responsabilidad. Varios son los que esperan los meses de verano para disfrutar de sus tan ansiadas vacaciones, incluso, las programan con tiempo. La estación estival es sinónimo de disfrute, vacaciones y diversión. Pero para otros es calor, molestia y hasta sentimientos de odio.
Esta bella estación despierta sentimientos de los más diversos. En el verano los días son más largos, hay más horas de sol y, por lo tanto, más tiempo para el disfrute; además, en la mayoría de los casos, coincide con el período de vacaciones.
Pero los amantes del frío sufren más que el agobiante calor de la ciudad. “Todo lo que tiene que ver con el verano, muchas veces se relaciona con el calor, las altas temperaturas y el cuidado que merece -comparte Mónica Álvares -enfermera-. Los golpes de calor son una constante durante estas fechas y muchas personas, al sentirse tan agobiadas por el termómetro, se ponen más nerviosas o ansiosas, empeorando el cuadro”, agrega.
Pero esta idea de sentimientos encontrados va más allá del calor que se sufre durante los meses de diciembre, enero y febrero. Alicia Fernández -socióloga- apunta que “hay personas que odian esta estación del año porque durante aparecen situaciones (o se hacen más visibles) que suelen incomodarlos a nivel social. Pasa que también tenemos que recordar que vivimos en comunidad y que debemos respetarnos entre todos al querer disfrutar de espacios, lugares y/o actividades”.
“Hace calor, qué calor tengo, me muero de calor”; expresiones que marcan el inicio de toda conversación. Pero, pocos meses antes, “en pleno invierno todos deseaban que llegara el veranito para disfrutar de paseos y del buen tiempo”, dice Fernández; lo que nos supone otra incógnita: ¿qué es disfrutar del buen tiempo?, cuando la temperatura promedio ronda los 37° y contando. “¡Arde la ciudad!”, dicen los medios televisivos mostrando termómetros al rojo vivo que poco invitan al disfrute del “buen tiempo”. ¿Entonces?
Altas temperaturas, insomnio crónico, sudor a pesar de refrescarse: eso no es disfrutar del buen tiempo. Ni hablar para aquellos que deben continuar con sus responsabilidades laborales.
Bienvenido verano
Estación donde reina la felicidad: el sol broncea el cuerpo, tardes de pileta, días más largos y vacaciones, ¡qué puede ser mejor! Gozamos de tiempo libre para gastarlo de la manera que se nos ocurra: dormir, pileta con amigos, paseos por el parque, maratónicas horas frente a la tv, tarde de helados. En fin: demasiado tiempo libre donde las horas de luz se extienden y nos invitan a acomodarnos a lo que el verano tiene para ofrecernos.
¿Y qué nos ofrece? “Esta estación del año, entre otras cosas, nos ofrece comodidad tanto en la ropa que usamos como en las actitudes y actividades que realizamos, nos sentimos libres”, comenta Fernández. Primero, ropa cómoda, suelta e incluso el llamado “atuendo ligero”; luego, la comida de estación, suave, fresca y rica (como frutas, ensaladas y helados). A esto le sumamos el sol, el bronceado y el agua.
Estamos más dispuestos a realizar viajes, disfrutar de las cálidas noches de verano y, en muchos casos, el tiempo en familia; ya sea por vacaciones o encuentros nocturnos y hasta incluso actividades al aire libre y “es que sentimos que estamos alegres porque la estación tiene más luz y eso nos da felicidad”, agrega la socióloga.
La otra cara del verano
Y, como si fuese una moneda, el verano también nos muestra su "otra cara", o por lo menos los sentimientos de aquellos que "detestan" esta estación. Los meses estivales se caracterizan por tres cosas principales: gente en todas partes, la llegada de insectos y la dificultad para dormir.
Coincide con los días de vacaciones de muchos, por lo tanto, si elegimos un destino -el que sea- debemos tener en cuenta que habrá gente. Y a veces, ¡mucha! Esto suele ocasionar molestia en algunas personas, pero es bueno también para aquellos con facilidad para socializar y hacer nuevas relaciones.
Insectos por doquier. Aparecen en todos lados, y en todos los tamaños. Las picaduras de mosquitos, las arañas de gran tamaño, las lociones y cremas para combatirlos, los espirales para “poder dormir en paz”: se transforma en tema de conversación. Y, a pesar de todo eso, a veces son nuestros compañeros en las noches cuando zumban a nuestro alrededor.
“Mucha gente sufre de insomnio crónico durante estos meses”, comenta Álvares, “debido a las altas temperaturas que no dan tregua ni siquiera de noche”. Y es ahí cuando se suman aparatos para ayudar conciliar el sueño: ventiladores cuyo sonido poco ayuda a dormir, o el uso indiscriminado del aire acondicionado, con sus consecuencias en la salud. Otras alternativas son dormir con poca ropa, aunque en ciertos lugares es tanto el calor, que ¡ya no hay que sacarse! O mantener las ventanas abiertas para que circule el aire.
Según la Organización Mundial de la Salud el 20% de la población tiene dificultades transitorias para conciliar el sueño o permanecer dormido por varias horas durante la época estival. “Sea cual sea el método que elijamos para refrescar nuestras noches, muchas personas no logran dormir bien o cumplir con una buena cantidad de horas de descanso, ya que la temperatura no los favorece”, dice la profesional de la salud.
Para aquellas personas que presentan este problema se recomienda mantener la habitación de descanso a oscuras, evitar el acceso de luz tanto natural como artificial para que no caliente el espacio, apagar aparatos electrónicos y toda tecnología que genere más calor, dormir con poca ropa y, ¿por qué no?, dormir desnudo. Antes de acostarse, humedecer con agua tibia en las zonas del cuerpo más sensibles al calor como el cuello, tobillos o detrás de las rodillas. Este calor provoca frío por la diferencia con la temperatura ambiente.
Pueden, también, “darse una ducha con agua templada minutos antes de descansar esto no solo nos mantiene limpios y frescos sino que reactiva el organismo; o mantener los pies frescos, lavarlos antes de ir a la cama o dejarlos destapados”, comenta Álvares y agrega que “cenar liviano y fresco: una ensalada, un jugo de frutas y sobre todo beber mucha agua”.
Pero eso no es todo. El verano también nos trae otros trastornos como: el transporte público repleto de personas con sus propias humedades y olores, haciendo realmente fastidioso el recorrido; los benditos cortes de luz que sufren muchos barrios y comunidades empeorando el humor veraniego; los contenidos televisivos, la guerra de vedettes, obras teatrales, personajes salidos de la galera; la canción del verano, ritmos que todos tararean, coreografías descoordinadas; vecinos y amigos que recuerdan que tenemos una pileta en el fondo de casa; las redes sociales cargadas de fotos de amigos que nos recuerdan que ¡no nos hemos ido a ningún lado y ellos sí!; la expresión repetitiva de “no hay nada para hacer” y también el ya conocido “en verano todo es más caro”.
Y, lo que afirman muchos que odian el verano: la falta de “estética”.
Según la socióloga Alicia Fernández: “durante esta época se hace más visible el cuerpo y los modos de embellecerlo o de mantenerlo fresco. Cada quien lo hace a su gusto”, pero otros no pueden parar de mirar y criticar: la ropa de verano cargada de imágenes de palmeras, playas y colores llamativos, los pies a la vista con el uso de ojotas, las bikinis infartantes y los trajes de baño para hombres. En fin, la moda de cada temporada que, al parecer, no es del agrado de todos.
Sea cual sea el sentimiento que nos toque tener sobre esta estación hay algo que es indiscutible: el verano es el mejor para darnos buenos momentos de rélax, salir a disfrutar de lugares frescos, conocer gente y dejar que los días de calor y mucho sol nos contagien de felicidad.