Nada cambió de los partidos anteriores, excepto algunos nombres; pero el planteo, el juego y las intermitencias continuaron siendo las de antes.
El 0-0 final fue demasiado premio, por que el estudio y el respeto entre ambos fue demasiado para un partido que se ha vuelto clásico de San Rafael.
Aunque fue levemente superior el local en el inicio del encuentro, con el correr de los minutos emparejó la visita y el trámite se hizo aburrido, con poco fútbol y mucha presión en la zona media.
El ingreso de Juan Carlos Ferreyra en el equipo dirigido por Diego Paoloantonio, desde el comienzo, no dio los frutos esperados y casi no hubo situaciones que anotar.
Casi nada para destacar del primer tiempo, donde ambos arqueros fueron espectadores de lujo. Toda la expectativa que había generado un nuevo choque entre los dos sanrafaelinos aún en carrera se fue al tacho en cuanto el colegiado Ezequiel Gerry pitó el inicio.
Es que no había intenciones de lastimar al otro y ninguno se salió del libreto programado.
El correr de los minutos, la segunda etapa y las modificaciones tampoco fueron solución para darle otro vuelo futbolístico al encuentro. Claro, la visita se conformaba con el empate y el local no encontraba la manera de romper el cerco defensivo impuesto para tal fin.
Sin embargo, el destino tenía preparada una emoción final, sobre los 45’, cuando Ferreyra ejecutó un tiro libre en el límite del área que pasó por abajo de la barrera y sacó Marcó en la línea.
Y después no hubo tiempo para más. El partido regaló postales desde las tribunas y la gran cantidad de fútbol, pero de jugar ni hablar. Tienen siete días para ensayar otro libreto.