Dos nuevas testimonios volvieron a comprometer a los curas "provolinos" Nicola Corradi (83), Horacio Corbacho (59), juzgados por una batería de abusos sexuales, junto al jardinero del Instituto Próvolo Armando Gómez (57). Ayer, en la sexta jornada del debate, un joven dijo haber sido agredido sexualmente por el cura Corbacho y una chica declaró haber sido víctima de tocamientos por parte del Corradi y también de maltratos de la monja Kumiko Kosaka, quien tiene abierta una causa por abusos que aún no llega a juicio.
Los jueces Carlos Díaz, Alejandra Ratto y Mauricio Juan pudieron observar ayer, a través de dos televisores instalados en la sala de debate, los videos en los que declararon dos víctimas en cámara Gesell.
En los videos se escucha las preguntas realizada por los peritos, la traducción al Lenguaje de Señas Argentina(LSA) realizada por un traductor, la respuesta de la víctima en LSA y, por último, la traducción al castellano por parte del traductor. Se trata de un método poco convencional, pero eso no es todo: en la sala, el sacerdote Corradi observa un monitor en el que un traductor simultáneo de Word le "escribe" la versión oral que da el traductor.
El cura Corbacho, por su parte, puede ver y escuchar los videos pero el jardinero Armando Gómez es asistido por un intérprete de LSA que le explica todo o que sucede en la sala.
Abuso sexual agravado
Así la cosas, ayer se escuchó el relato de dos víctimas, un joven de 18 años y una chica de 26. El muchacho dio detalles sobre un abuso sexual agravado por acceso carnal cuando tenía 5 años. En una cámara Gesell realizada en 2017, la víctima señala como autor del delito al sacerdote Corbacho.
El segundo video que se vio ayer en la sala de debates tuvo como protagonista a una chica que hoy tiene 26 años, que dijo ser víctima del sacerdote e indicó maltratos de la monja Kumiko Kosaka.
Además, la chica no sólo dijo haber sido víctima sino también testigo de otro abuso y maltratos a otros estudiantes del hoy clausurado instituto religioso para chicos sordos Antonio Próvolo, de Luján.
Según el relato de la joven, un día, en un lugar que donde se rezaba o se daba la comunión -tal vez una capilla- el sacerdote Corradi le tomó la mano y la pasó por sus genitales por lo que la chica salió del lugar espantada.
Pero también se refirió a la monja Kumiko, quien no está siendo juzgada en este debate pero se encuentra con prisión domiciliaria, a la espera de que se resuelva un expediente que la tiene como autora y partícipe primaria en seis casos de abusos sexuales.
La testigo sostuvo que los maltratos de la monja nipona no sólo eran verbales sino también físicos y estaban dirigidos a ella y también a sus compañeras. Parte el relato de esta víctima fue en calidad de testigo y contó que una compañera acostumbraba autolesionarse, haciéndose cortes en los brazos, y le contó que había sido abusada dentro de las instituto.