El historiador británico Edward Gibbon, escribió en su famosa obra “Decadencia y caída del Imperio Romano”, que los bárbaros no destruyeron el Imperio, sino que fueron los gusanos que devoraron el cadáver del mismo. Es decir, que el tal imperio ya estaba muerto por su propia mano.
Vemos en la actualidad una nueva decadencia de la longeva Iglesia Católica manifestada en la creciente pérdida de confianza de los fieles, el avance de las iglesias evangélicas y sobre todo en la desorientación de la jerarquía clerical.
Releyendo un libro acerca de las relaciones del Islam con la cultura y la ciencia, encontré una frase de un doctor musulmán que afirmaba que los dirigentes de esta fe habían abandonado la esencia de toda religión , que es el misterio, circunscribiéndose a la discusión de temas materiales. No de otro modo se puede caracterizar la impronta actual en el catolicismo.
Los temas ambientales y socio-políticos constituyen la temática del quehacer de la jerarquía católica actual.
Si no, léase la encíclica Laudato si, un bien elaborado mensaje acerca de la habitabilidad y cuidado del medio ambiente.
Si no, obsérvese la preocupación del Pontífice acerca de los temas políticos, especialmente en nuestro país, pronunciándose acerca de la pena de muerte, la facultad de las fuerzas del orden en reducir mediante armas a los delincuentes, de sus propuestas acerca de la economía, etc., secundada esta prédica por la segunda fila episcopal.
¿Y los temas candentes como la purificación del clero depredador, la búsqueda de la espiritualidad, el consuelo de los desdichados mediante la palabra evangélica? Preocupaciones que en el pasado engrandecieron a la Iglesia Católica y derramaron sus bienes sobre la humanidad. Catolicismo, ¿Quo vadis?
Carlos Pérez
Salinas DNI 18.905.369
