Cinco desayunos por el mundo

¿Alguna vez ha escuchado decir que el desayuno es la comida más importante del día? Esta máxima también se aplica –y literalmente- a la rutina viajera.

Cinco desayunos por el mundo

La razón es sencilla, el viajero muchas veces sabe cuándo empieza su día, pero no siempre cómo, ni cuándo termina. Por eso, no importa en qué rincón del mundo se despierte, asegúrese de empezar la jornada de forma suculenta.

Y si, además, le permite ponerse en contacto con las costumbres locales ¡Qué mejor! En esta nota 5 formas de desayunar alrededor del mundo; porque no todos los días empiezan con un café y unas tostadas.

Pescado en Japón

En el país del sol naciente,  los días comienzan con sopa miso –un caldo a base de algas dashi- arroz blanco -un indispensable, si los hay en la cocina nipona- pescado a la parrilla (el salmón es una de las opciones más elegidas) y algún tipo de encurtido, como pueden ser unos pepinillos en vinagre. No, no se trata del almuerzo sino del desayuno.

La primera comida del día también puede incluir tamagoyaki, una especie de tortilla japonesa con la que se suele acompañar el sushi, verduras al vapor o tofu. ¿Para beber? Té verde, por supuesto.

Nuestra recomendación es desayunar en alguno de los restaurantes que se ubican en los alrededores del mercado Tsukiji, en Tokio. Puede optar por un desayuno tradicional -para sentirse japonés al menos por un día- o si no, uno a base de sushi. Y si no lo hace en Japón

¿Dónde lo hará?

Sabores mediterráneos en Israel

La comida en Israel tiene una marcada influencia mediterránea y el desayuno no es la excepción. Al igual que en Japón, los sabores salados son los que predominan en la mesa. Aquí el comensal  encontrará: aceitunas, ensalada –la de tomate, pepinos, cebolla, limón y aceite de oliva es la más popular- quesos, babaganush (pasta de berenjenas) hummus -una pasta de garbanzos cocidos con jugo de limón, aceite de oliva, ajo y pimentón-  labaneh (un yogur casero muy popular en la zona) o shakshuka –una guarnición a base de salsa de tomate, verduras y huevos escalfados- son algunas de las opciones.

Este sustancioso desayuno encuentra, para muchos, sus raíces en las comunidades campesinas o kibutz, donde se levantaban antes de que saliera el sol para trabajar la tierra. Después de unas horas de labor, cuando el hambre se hacía notar, hacían una pausa para el desayuno que se abastecía de los mismos productos frescos que elaboraban.

Quizá por eso, muchos de los platos que se ofrecen en el desayuno, también están disponibles en almuerzos o cenas, como el hummus  o el shakshuka.

De una manera u otra, lo que podemos garantizarle es que después de un desayuno israelí, le sobrarán energías para empezar su día.

Una opción recomendable, es ir a Dr. Shakshuka en pleno Yafo (Beit Eshel, 3), el barrio antiguo de Tel Aviv.

Italia: café al paso

Si acude a alguna cafetería en Italia, a primera hora del día, podrá comprobar que las mesas sólo las ocupan los turistas, mientras que la barra es un desfile de personas apuradas que toma el café como si se tratara de un toc-toc. Esa delgada línea, que se reproduce en cada bar, es la que separa a los forasteros de los locales.

Para los tanos, nada de sentarse y empezar con calma la jornada. Aquí, el típico desayuno consiste en un café y una factura. Aunque cuando se trata de tomar café en Italia, si no quiere equivocarse con su pedido, valen la pena algunas aclaraciones.

En este país esta bebida tiene varias versiones de las que, sólo algunas, son el ristretto –un expresso tan pequeño como fuerte-, machiatto –una lágrima-, el macchiatone – cortado-, el cappuccino –lo que en Argentina llamamos café con leche-, el caffelatte –más leche que café y se sirve en una taza o vaso de vidrio-.

Para acompañar: una brioche -como le llaman a los croissants- que puede ser relleno de chocolate, nutella, mermelada o simplemente solo, si tanta azúcar lo empalaga.

Para tener en cuenta: al momento de pagar, hay diferencia de precios si sentó en la mesa o desayunó en la barra. La comodidad se paga un poco más cara.

Huevos y tortillas en México

Piense en unos huevos fritos acompañados de una tortilla, unos frijoles, chorizo o carne y, por qué no, salsa de chicharrón. A usted puede parecerle un almuerzo contundente, pero se trata, para muchos mexicanos, de su desayuno diario. ¿Bajo en calorías? Lo sentimos, los huevos rancheros, como se llama este plato, no contemplan dieta.

Los chilaquiles, también son otra opción para empezar el día en este país. Es una comida a base de tortilla de maíz cortada en trozos y frita, pollo mechado y salsa –roja o verde, a elección-.

Mientras que los molletes se hacen de bolillo tostado –una variedad de pan- que incluye también porotos, queso gratinado y jamón, tocino o carne. Además, se corona con salsa de pico de gallo –que lleva tomate, cebolla, cilantro, limón y chiles jalapeños-.

Con ese desayuno hasta podría participar de una lucha libre mexicana, aunque por las dudas mejor no lo intente.

De brunch por Alemania

Los fines de semana, los alemanes no desayunan, sino que salen de brunch. La cita suele ser en algún bar o café que prepara un bufet especial para la ocasión. Sin prisa, pero sin pausa, un brunch germano puede durar literalmente horas. De hecho, es común verlos hasta bien pasado el mediodía todavía apoltronados en sus sillas.

El brunch -ese punto intermedio entre un desayuno y un almuerzo- permite todo tipo de combinaciones, desde dulces hasta saladas. Lo que no puede pasarse por alto es saborear el pan –este país hace gala de unos panificados exquisitos-, ni dejar de probar algunas de sus salchichas –si son acompañadas de mostaza mejor- y algo de pastelería típica como el strudel o las berlinesas –bolas horneadas de harina, huevo y azúcar rellenas de crema-.

Aunque las opciones continúan; un brunch alemán también incluye quesos, embutidos, salmón ahumado, porotos, pickles, galletas, tostadas, dulces y un largo etcétera.

El precio suele ser más alto que el de un desayuno normal – rondan los 10 euros- aunque vale, sin duda, la pena. /  Josefina Cornejo Stewart

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