La acción de juntar cosas es muy común en todos nosotros. Tarde o temprano nos damos cuenta de que hemos guardado aquel boleto de micro porque ese viaje nos trajo buenos recuerdos o la entrada a nuestro primer recital, ese que siempre deseamos.
También están aquellos que guardan los recuerdos del ser querido, el primer novio, los regalos y hasta la envoltura de ese chocolate que, quizás, ya no está en el mercado. Los atesoramos en alguna caja, en algún rincón de nuestra casa y, a pesar de saber que debemos revisarlo y “limpiar de recuerdos” nos aferramos tanto a ellos que en vez de ir a parar al tacho de basura, vuelven a esa bendita caja y a al mismo rincón; hasta que vuelva a aparecer el deseo de querer vaciar espacios y recuerdos y al fin dejarlos ir.
Una justificación muy común es el típico “algún día lo voy a necesitar”. Ese es el inicio de todo, comenzamos a juntar y juntar pensando que esos objetos serán de utilidad en algún momento y “esto lo hacemos incluso fallándonos a nosotros mismos, ya que muchas veces sabemos que no es cierto”, comenta la psicóloga Daniela Ugarte.
Ese día en el que creímos que íbamos a darle utilidad a toda cosa que juntamos por ahí no llega y si no llega, deberemos desechar todo lo ‘coleccionado’ “generando una sensación de vacío, incluso de dolor emocional. Porque a todos los elementos que traemos a nuestra vida les damos sentido, les damos poder, y cuando debemos deshacernos de ellos el malestar emocional nos invade”, comenta la profesional.
Lo curioso es que hay personas que disfrutan mucho de juntar cosas que sirven y cosas que ellos mismos saben que no usarán jamás: piedras, portales, estampitas, muñecas, monedas antiguas, souvenirs, discos, cuadros, tornillos... Estas personas son coleccionistas: “algunos van detrás de lo tradicional; otros buscan excentricidades u objetos costosos y únicos en el mundo”, añade Ugarte.
Cabe destacar que las posibilidades de colección son infinitas, existen tantas cosas para juntar como personas hay en el mundo, y parece que más.
Ahora bien, desde el punto de vista psicológico, la profesional analiza que coleccionar objetos es beneficioso porque “permite que la persona desarrolle actitudes positivas, especialmente potencia la paciencia y estimula la memoria”.
Pero, como todo, si esta acción se lleva al extremo estaremos, obviamente, frente a una obsesión. Entre las obsesiones posibles que puede despertar esta conducta coleccionista está el conocido cuadro “obsesivo compulsivo y la adicción por las compras”. Esas dos patologías son netamente mentales y la padece una buena franja de la población.
Las personas obsesionadas con coleccionar cosas -lo que sea- tienden a ser “súper perfeccionistas, extremadamente ordenados y por lo tanto, necesitan tener todo controlado. De no ser así, sienten que enloquecen”, agrega la profesional. Es que este hobby puede comenzar como algo inofensivo pero luego acarrear un problema mayor.
“En esos casos -cuando se transforma en una obsesión- estamos frente a personas que padecen de alguna manera de baja autoestima o vulnerabilidad personal”, afirma Ugarte. Personas con poca vida social o que presentan dificultades a la hora de resolver situaciones, entonces se refugian en las cosas, en lo que coleccionan. Esto les permite sentirse un poco mejor.
Lo cierto es que la acción de acumular objetos es una práctica que viene de tiempos inmemoriales, no es algo de esta época, sino que siempre hubo personas con necesidad de tener cosas, de adorarlas y atesorarlas.
Y es que esta costumbre “no solo se toma por diversión, sino porque de alguna manera relaja y rompe con lo cotidiano. Además, pasar el tiempo admirando lo que se tiene, refuerza a esa persona coleccionista”, añade.
Coleccionar cosas nos trae recuerdos de lugares o de personas que, a no ser por esos objetos acumulados quizás nuestra memoria olvidaría.
Entonces “es como un volver a tenerlos cerca”, analiza la profesional. Pero llevado al extremo, nos hacer estar frente a otro tipo de persona, a alguna con vulnerabilidad personal.
Por otra parte, este hobby despierta una ansiedad en aquel que lo padece, “sienten la terrible necesidad de juntar cosas”, además les consume tiempo y dinero (considerando aquellos casos donde los coleccionistas pagan -incluso fortunas- por dar con el objeto deseado).
Y, como todo hobby, no se detiene una vez adquirido el objeto. A este hay que cuidarlo y dedicarle tiempo -ni hablar de dinero en algunos casos-. Lo que nos hace preguntarnos: ¿por qué es que se origina este gusto de juntar cosas?
La profesional consultada arroja algunas razones válidas para pensar el motivo: “al principio pensamos -inocentemente- que esos objetos nos serán útiles en algún momento, puede ser también que depositemos un valor emocional en lo que juntamos (por relacionarlo con un recuerdo, un buen momento, una persona querida) y, en otras ocasiones, el tener ciertas cosas nos ubica en un lugar en relación a los demás”, dice Daniela Ugarte.
Sean objetos banales o excentricidades, la acumulación de cosas no solo genera llenar cajas y cajas; sino que, en algunas ocasiones, puede referir a algún tipo de trastorno o complejo de superioridad.
Si bien hay cosas que pueden llegar a servir, con muchas otras sabemos que su fin último será el cesto de basura. Para cerrar la profesional afirma que la posibilidad de que este hobby se nos escape de las manos está siempre “latente”, pudiéndose transformar en coleccionista de cosas realmente inservibles que no solo ocupan espacio en el hogar, sino que emocionalmente generan un estancamiento personal y social.