Ir y volver en barco. Contar la historia entre murallas, cañones y casas de la época colonial. Acercarse a la Plaza de Toros. Andar en bicicleta, más cerca, más lejos. Comer un chivito al pan, al plato, canadiense o como quieras. Jugar a la búsqueda del tesoro o al minigolf en el hotel. Alquilar un carrito de golf y moverse por la ciudad. Sacarse fotos junto a un auto antiguo. Subir al faro y otear el movimiento en el Río de la Plata.
Destino de escapadas para pasar el día o quedarse más de una noche, Colonia del Sacramento, Uruguay, combina el atractivo histórico con buena infraestructura hotelera -y variada -hay desde posadas y establecimientos boutique hasta resorts- y un circuito gastronómico en donde se suman buenas cervecerías -como el brewpub Barbot-, boliches para saborear el típico chivito y hasta restaurantes rurales como Las Liebres, una perlita: si el día es soleado y hay ganas de campo, es el lugar.
Las Liebres abrió hace un año en lo que fue el casco principal de una estancia, un caserón de 1920. La cocina está a cargo del chef argentino Alejandro Tarditti: desde los ñoquis hasta el cordero braseado 6 horas, todo es rico y el servicio, impecable. La decoración está marcada por una gran colección de piezas antiguas, tiene su propia huerta y dos suites de lujo en el primer piso.
Hora de pedalear
El día está frío, pero soleado. Avanzamos con las bicicletas -hay hoteles que las ofrecen a sus huéspedes y lugares en los que pueden alquilarse- en busca de la Plaza de Toros Real de San Carlos.
La construcción -de estilo neomudéjar- se inauguró en 1910... y para 1912 ya la estaban clausurando por la prohibición de corridas de toros. Aunque alejado del casco antiguo, es un punto muy buscado por los turistas, tanto como el cartel de "Colonia" frente al río.
Devolvemos las bicicletas a 10 minutos de allí, al final de la Rambla de las Américas, en el Sheraton Colonia Golf & Spa Resort. Basta con quedase parado un rato en el lobby para ver la gran presencia infantil. Hay tanto espacio, que todos tienen su lugar.
Pero es cierto que aquí los chicos tienen su agenda. Más allá de las actividades especiales que se planean para las vacaciones de invierno, un fin de semana cualquiera las propuestas se multiplican: jugar a las escondidas en medio del campo verde con vista al río, practicar tiros de golf, pescar -con devolución- en la pequeña laguna, ver una película o compartir una merienda, jugar a la pelota, flotar en la piscina climatizada in/out... y asomar la cabeza en la parte externa (hace frío, pero el cuerpo está calentito).
Con un taxi de 10 dólares vamos de una punta a la otra y llegamos al casco histórico.
De otra época
Fundada en 1680 por el portugués Manuel Lobo, las calles antiguas de Colonia resultan el escenario perfecto para escuchar historias de los tiempos coloniales. Mientras sacamos fotos a todas las casas -aquella por la santa rita florecida que es un encanto; esta otra porque el paredón, la puerta y la ventana diminuta resultan un poema; esta otra por el farol; la de más allá porque era la casa del historiador argentino Félix Luna; la de más acá porque es una famosa galería de arte y seguimos...- la guía María Esther nos ayuda a interpretar, a entender un poco más qué estamos viendo en el casco histórico, una zona donde actualmente viven 250 personas de manera permanente y que antes de ser famoso, era el barrio Sur caracterizado por sus conventillos.
Ahí están los cañones apuntando hacia el lado opuesto al río para repeler los ataques que venían de tierra firme; la diferencia entre las construcciones portuguesas -techos a dos y cuatro aguas- y españolas -techo plano-; la historia del escudo del portón que llevaron los españoles por orden de Cevallos, virrey del Río de la Plata, y Argentina devolvió en 1995 (ahora está en un museo); las ruinas más antiguas que corresponden al Convento de San Francisco, erigido, se cree, en la década de 1690; el faro (118 escalones para llegar hasta arriba y una entrada de 30 pesos uruguayos); el marcado desagüe que se puede ver en la Calle de los Suspiros -y las paralelas- que llevaba el agua de lluvia rumbo al río...
María Esther es parte de la Asociación de Guías de Colonia, una entidad que ofrece visitas guiadas por el casco antiguo de una hora, todos los días a las 11 y a las 15. El punto de encuentro es la oficina de Turismo de Colonia, justo frente al Portón de Campo y las murallas.
Horas más tarde, la vuelta en barco con las luces del atardecer ofrecen un cierre perfecto.
Mini guía
Cómo llegar. Pasaje ida y vuelta en Buquebus, de viernes a domingo en julio, $ 4.760 por persona en Económica. Menores, $ 3.698.
Dónde alojarse. En Sheraton Colonia Golf & Spa Resort, hay varias tarifas según se hospede día de semana o fin de semana, cantidad de días y tipo de habitación. Entre semana, desde US$ 135 por noche. Fin de semana, quedándose 2 noches, desde US$ 149 la hab. doble con desayuno. Dentro de la promoción 5x4, desde US$ 129 ingresando el domingo. Los precios son para reservas hasta el 31 de julio. Durante julio el hotel arma en su salón Cevallos una carpa gigante con actividades todos los días, de 10 a 20: circo, actividades al aire libre y en la piscina, kermesse, shows, talleres -desde magia hasta malabares-, cine y más.