A horas de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires, en la Villa Olímpica se respira un ambiente de compañerismo y hermandad entre los 4.012 deportistas de 206 países que buscarán la gloria en la capital argentina.
La residencia de los deportistas está situada en la zona sur de Buenos Aires, en el barrio de Villa Soldati.
Ya en el estacionamiento se ven varias decenas de autobuses que confirman que, pocos metros más adelante, miles de jóvenes de 15 a 18 años se alistan para utilizarlos para desplazarse a sus lugares de entrenamiento.
Las medidas de seguridad en el ingreso son estrictas. Hay varios escáneres para revisar los bolsos y las mochilas.
Una vez dentro se ve, al fondo, los edificios que habitan los deportistas. En cada uno de los balcones, como es costumbre en los Juegos, cuelgan las banderas de sus países natales. Los japoneses consiguieron la mejor vista: directamente al centro de la Villa.
No hay entre los deportistas señales de nerviosismo ni caras de tensión. No hay nada que revele que estos jóvenes competirán entre sí en poco tiempo.
"Llegué el 2 de octubre. Es muy linda, el lugar es precioso. Hay una muy linda comunicación entre los deportistas de los países aunque no sean del mismo deporte. Se puede conocer gente nueva", dijo a Efe Nicolás Burgos, representante de Chile en tenis de mesa.
A la derecha de la entrada hay una tienda que vende artículos oficiales de los Juegos, principalmente camisetas, tazas y gorras.
Los vendedores convidan a los deportistas a un mate, una infusión típica de la zona. "It's like a kind of tea (es una especie de té)", le dicen a los que no entienden español.
La Villa está repleta de personas que trabajan como voluntarias. Una de ellas, Sedeni Dinardo, de 21 años, explicó que se nota "bastante compañerismo" entre los jóvenes y que se los ve "muy relajados".
"Todavía no se siente tanto la competencia. Tal vez en la áreas dónde entrenan sí se sienta más la competencia, pero acá es muy recreativo, muy cultural. No hay mucha competitividad", precisó.
Hay también una gran zona de juegos, con pequeños campos de fútbol y de voleibol. Los jóvenes de todos los países compiten en equipos mixtos, se mezclan y se relacionan. Incluso los que no hablan el mismo idioma se entienden a la perfección cuando juegan.
Hay una pelota para patear a un tablero de dardos gigante de velcro, futbolines y una mesa de tenis de mesa circular.
El objetivo no parece ser competir, sino compartir un buen momento. Al fondo, una típica parrilla argentina alimenta a los hambrientos.
La Villa tiene también un centro de entrenamiento y control de lesiones y una zona donde se les enseña a los deportistas a filmar y editar vídeos para que puedan subirlos a sus redes sociales.
Dmitry Zimin, entrenador del equipo ruso de baloncesto, dijo que encontró deportistas de países que ni sabía que existían.
"En ese sentido es muy educativo. Hay mucha vida, te levantás a la 5 y ves gente corriendo, te tratás de dormir a las 23 y alguien viene de entrenar. La Villa está viva todos los minutos del día", señaló.
Uno de los jugadores de su equipo, Timur Vagapov, dijo que todavía no habló con muchos extranjeros pero aseguró que "la atmósfera es genial".
"Espero que en el futuro podamos tener más contacto con los otros deportistas", añadió.
Al ser consultado por sus expectativas en el plano deportivo fue tajante: "Solo aceptamos el primer puesto, el oro".
También hay sillas, mesas, lugares de esparcimiento y un montón de lugares donde relajarse.
Allí un nutrido grupo de uruguayos, integrantes del equipo de balonmano playa, toman mate y escuchan una banda de rock montevideana: "No te va a gustar".
Uno de ellos, Víctor Márquez García, también ponderó el buen clima que se generó entre los deportistas.
"La verdad que imaginábamos otra cosa y vinimos y nos sorprendimos. Esto es maravilloso. Nunca vivimos algo similar, esto es impensado, increíble", aseguró.
Sin embargo, dejó en claro que tanto él como sus compañeros no vinieron a Argentina de paseo.
"Sería grandioso ganar una medalla, pero queremos hacer el mejor campeonato que podamos e irnos contentos para Uruguay. Si es posible con una medalla, maravilloso", explicó.
En el centro hay una pequeña pizarra escrita con tiza que dice: "Welcome party (Fiesta de bienvenida)". Abajo se ve el horario, faltan un par de horas. Mientras, en una de las esquinas de la Villa, una banda realiza la prueba de sonido sobre un gran escenario.
Por ahora en la Villa se respira compañerismo y hermandad. Este sábado será la ceremonia inaugural y el domingo comenzarán las competencias. Tal vez a partir de ese día el ambiente cambie. Lo ideal sería que no.