Es un proceso lento. El fin de la etapa fértil de una mujer no se produce de un día para otro. Los ovarios van reduciendo la producción de hormonas femeninas poco a poco y ese período de transición es el que se denomina climaterio.
¿Cómo reconocer que ese proceso ha comenzado? Cuando uno percibe que el período no se produce con la misma regularidad de siempre.
El momento varía según cada persona. Algunas mujeres comienzan a notarlo a los 40 años, otras a los 56, y no todas dicen padecer ese proceso.
Según varias encuestas, las molestias afectan a un tercio de las mujeres. Lo que más padecen son los sofocones de calor.
Ese síntoma se da a raíz de los cambios hormonales, que hacen que, durante los años de transición, el cerebro reciba un impulso que se decodifique como si el cuerpo estuviera a una temperatura demasiado elevada. Los vasos sanguíneos se dilatan y la producción de transpiración aumenta para bajar la temperatura.
Bettina Sauer, de una fundación alemana, recomienda acompañar esta etapa con una muy buena alimentación. “A partir del climaterio, el cuerpo necesita menos energía y las mujeres aumentan de peso”, explica. Por eso recomienda comer más verduras, frutas, pescados y cereales integrales.
“El deporte también hace muy bien”, observa, tanto para la circulación como para la psiquis.
Para reducir los sofocones, es fundamental evitar, en lo posible, el estrés crónico y las exaltaciones. Ahí es donde el yoga, la meditación y otro tipo de entrenamientos similares pueden ser de gran ayuda.
También se recomienda evaluar la posibilidad de hacer un tratamiento hormonal cuando los calores y la sudoración nocturna son fuertes. Esos tratamientos, además, pueden ayudar a contrarrestar los cambios psíquicos como la depresión o la falta de sueño.
Eso sí: hay quienes advierten que las terapias hormonales pueden hacer aumentar el riesgo de mama o de ACV, pero el riesgo no aumenta para todas por igual.
Según los análisis de Women's Health, las terapias hormonales incrementan el riesgo de infarto o accidente cerebrovascular en mujeres que presentaban presión alta o problemas cardíacos, ya antes de iniciar la terapia. En cuanto al cáncer de mama, los estudios marcan realmente un aumento del riesgo.
Pese a todos estos factores negativos, los psicólogos consultados recomiendan que esa etapa no sea transitada únicamente desde el pesimismo o la tristeza. Es muy importante tomarla como un proceso de transición en el que uno va a encontrar su “yo” más auténtico, su ser más esencial.
Es útil conversarlo con mujeres que atraviesan la misma fase, intercambiar recomendaciones, experiencias y no sentirse que una es la única en el mundo que está pasando por algo así.