Prepararse para descansar es todo un ritual. Pero, con el avasallamiento tecnológico, muchas veces nos vamos a dormir con el celular, la computadora portátil o el televisor y no con la persona con quien se comparte la morada.
Usar la tecnología, cual fuera, "deteriora el buen descanso y, obviamente, la relación de pareja, ya que la intimidad se pierde producto de la distracción que genera el uso de celulares o la computadora en la cama", dice la psicóloga Margarita Márquez. Durante años, la caja boba invadió la intimidad de la habitación.
Lo mismo hizo el libro sobre la mesa de luz, el diario por la mañana. Ahora, se suman las nuevas tecnologías (celulares, smartphones, tablets, notebooks, entre otros dispositivos) que nos permiten estar en contacto con el mundo incluso cuando estamos arropados hasta la nariz.
Y, como es de esperar, esta virtualidad deteriora la relación de pareja -además de hacer estragos en el descanso-. "Revisamos el correo electrónico, las últimas notificaciones de Facebook, hasta vemos quién está en línea en WhatsApp", dice la psicóloga. Y no solo lo hacemos antes de descansar, sino que es lo primero que revisamos al despertar; ¿cómo no va a afectar la intimidad del dormitorio?
Estamos tan inmersos en el mundo virtual que nos brindan estos aparatos que no prestamos atención a lo que ocurre a nuestro alrededor: nuestra pareja puede estar haciendo lo mismo o esperando que en algún momento volteemos a su lado. Pues bien, la habitación pasa a convertirse poco a poco en una oficina y se aleja cada vez más del espacio íntimo que solía ser.
“Estas conductas afectan la sexualidad de la pareja, ya que estamos todo el tiempo en el afuera. O sea, no podemos desconectarnos de lo que pasa en las redes, en internet, y nos olvidamos de lo que pasa en la intimidad y, sobre todo, en el descanso que cada cuerpo necesita”, agrega Márquez.
Chateamos, leemos estados ajenos, escuchamos música, hacemos compras y un sinfín de otras actividades que la tecnología nos facilita. Pero todas ellas las hacemos en soledad, excediendo los usos de estos aparatos.
El irse a la cama con la tecnología genera distanciamiento en la pareja, ya que modifica la manera de interactuar: “la aparición de estos aparatos no solo ha aumentado las consultas por falta de sueño, sino que -también- por celos, inseguridad e infidelidad”, dice Margarita.
Otra cosa alarmante es la obsesión que ha despertado, pues “hay quienes se perturban con los mensajes que llegan, revisan el celular de su pareja, las últimas llamadas, mails, lo que genera creencias de infidelidad que desencadenan problemas en la intimidad”, afirma.
Sumado a esto, la pérdida del diálogo; que desemboca en un estado de desconocimiento total, debido a la falta de comunicación. “Peor aún cuando en la familia hay niños, los padres no se hablan entre sí, menos lo hacen con sus hijos. Más que charlas son monólogos o simples balbuceos entre ellos. La situación merece prestarle atención de manera consciente”, reflexiona la psicóloga.
¿Descanso reparador?
El cerebro necesita descansar y no puede hacerlo si está constantemente estimulado por las nuevas tecnologías: "las luces de celulares o notebooks imposibilitan que aparezca el sueño, la necesidad de descanso", añade la enfermera Laura Fernández. El uso excesivo de estos dispositivos genera insomnio, cansancio crónico y alteraciones del sueño.
El momento de conciliar el sueño tiene que estar dominado por la oscuridad, el silencio y la comodidad. Nada de eso está presente si llevamos la tecnología a la cama.
“Todo lo que tenga que ver con el mundo externo -trabajo, tareas que quedaron pendientes, responsabilidades, cosas por curiosear- debemos dejarlo a un costado por lo menos dos horas antes de acostarnos”, comenta la profesional.
El simple hecho de llevarse las preocupaciones del día a la cama, eso solo, ya repercute en el descanso. Imaginen si sumamos la música, el televisor -con más razón si vemos noticieros o programas de discusión-, celulares, tablets... Los malos hábitos antes de dormir repercuten en la vida de las personas, tanto a nivel laboral, estudiantil como en las relaciones sociales.
“Es importante tener orden, disciplina y entender que el descanso merece buenos hábitos, para evitar que las situaciones de la vida invadan el espacio privado de cada persona y, en especial, de una pareja”, dice la psicóloga.
Antes de dormir
Es importante limpiar el día transcurrido, ¿cómo? Con una buena ducha o refrescándose la cara y cambiarse la ropa para ir a descansar.
“El hecho de darse una ducha genera que el cuerpo se relaje y se alivie de la pesadez del día”, comparte la enfermera. Del mismo modo, las discusiones no son un buen relajante. Por lo tanto, no hay que llevar los problemas a la habitación “y, de ser posible, evitar discutir momentos previos a dormir ya que para eso necesitamos la mente despejada”, agrega.
Un hábito de higiene del sueño es tener una rutina; crear un horario para ir a dormir y cumplirlo, pues esto favorece nuestra salud y por ende, las relaciones interpersonales, “ya que descansar el tiempo que necesitamos, nos genera una disciplina y nos acerca a quien tenemos a nuestro lado en la cama”, completa la psicóloga.
Los aparatos con pantallas lumínicas pueden alterar el ciclo del sueño si se los utiliza antes de dormir. Es recomendable no hacer uso de ellos por lo menos dos horas antes de irse a descansar. Y, de ser posible, apagar todos los dispositivos para que no interrumpan durante la noche, aconseja Fernández.
No hacer uso de aparatos tecnológicos ni estando en la cama, ni en los momentos previos a llegar a ella, “aprovechar esos minutos para compartirlos en pareja, potenciar el diálogo con la familia. Apagar todo dispositivo que interrumpa el contacto entre los que forman parte del hogar”, cierra la psicóloga.