Vivir en una zona sísmica como Mendoza tiene a los habitantes acostumbrados a los movimientos telúricos. No obstante, algunos de mayor percepción, como el de la noche del miércoles que fue de magnitud 4,6 a una profundidad de 16 km, inquietan a todos y nos recuerdan aspectos básicos sobre estos fenómenos.
La provincia de Mendoza está ubicada en lo que se conoce como “cinturón de fuego del Pacífico”, por lo que experimentamos constantes movimientos de suelo. Es por esto que la población debe estar prevenida para reducir su vulnerabilidad. Una de las maneras de prevenir es saber dónde ubicarse y qué hacer en los lugares de trabajo, en la casa y en espacios de esparcimiento (ver detalles aquí). Pero también es clave saber expresarse, sin generar mayor preocupación entre la población.
Cotidianamente se suele hablar en determinadas veces sobre sismos, terremotos y temblores. Todos como sinónimos. Pero especialistas ponen algunas diferencias entre ellos.
Qué significa terremoto, temblor y sismo
Las palabras “temblor” y “terremoto” provienen del latín y significan “movimiento o sacudida de tierra”, al igual que “sismo/seísmo”, que proviene del griego. Es por este motivo que los tres términos pueden ser utilizados como sinónimos.
Sin embargo, cualquiera de los tres términos implican descripciones y categorías diferentes a los fines prácticos: los especialistas remarcan que cualquier evento sobre 7,5 de magnitud es llamado terremoto, mientras que sobre 4,0 lo llamamos sismo o temblor (el de este miércoles 5 de julio, por ejemplo).
Otro matiz para sumar al debate: un temblor es el sacudimiento del suelo que produce susto, pero no genera daño estructural. En tanto, un terremoto es el movimiento que produce el colapso de viviendas y pérdidas humanas (mayor daño, desde el punto de vista social y de experiencia).
Cómo se miden los sismos
Un error bastante común es referirse a los sismos en función de “grados en la escala de Richter”.
En realidad, la escala se dejó de utilizar en 1986. Lo que se usa ahora es, simplemente, “magnitud” para referirse a eventos telúricos actuales.
Entonces se considera incorrecto decir que un sismo “fue de 6,2 grados en la Escala de Richter”, empleando el término grado para expresar la magnitud, cuando esa unidad o término es propia de la medida de intensidades en la escala de Mercalli, en la que no existen valores decimales. En este último caso, la intensidad de un terremoto no está totalmente determinada por su magnitud, sino que se basa en sus consecuencias, empíricamente observadas.
¿Qué se debe decir? Pues “el sismo tuvo una magnitud de 4,6″, por ejemplo.