Dicen que Argentina es un caso extraño, que si te vas durante un año, todo ha cambiado, pero si son 10 años de ausencia, todo sigue igual. El Tato Bores lo entendió, y desde los inicios de su carrera logró llevar con humor las realidades que estigmatizan al país. Chistes que hoy se escuchan y continúan con la misma vigencia de hace más de 60 años.
Desde 1957 que encantó al público argentino con sus sátiras de la política argentina y filosos chistes que tocaban temas desde los vaivenes del dólar, la constante incertidumbre en la economía del país, el comportamiento panqueque de varios políticos y postulantes, que primero prometen para después romper sus dichos. Sus videos para la televisión argentina continuaron hasta 1993, cuando debió frenar su carrera a causa de un cáncer de huesos que terminó quitándole la vida tres años después, en 1996. A 25 años de su muerte, algunos de sus mejores monólogos y momentos más memorables.
Uno de sus personajes más recordados fue Strasse, la última luz de su ya brillante carrera. El antropólogo europero ficticio, era el único capaz de llegar a la talla de sus chistes. Fueron sus hijos, Alejandro y Sebastián Borensztein que se encargaron de lo creativo de su carrera desde 1988, lograron armar aquella compilación que se llamó La Argentina de Tato (1999), donde pudo recopilarse varios de los momentos de su vida y la filosa mirada que tenía sobre el país.
Su monólogo sobre el dólar en 1962 en “Siempre en domingo”, sigue siendo citado cuando se comienza con la constante disputa (también preocupación) que concierne a la devaluación de la moneda estadounidense. En aquel momento el dólar estaba a 135 pesos. Hoy, no tan distanciado, el número oscila entre los 161 pesos argentinos, el dólar blue.
Aunque los monólogos eran su base inicial, Bores siempre buscaba innovar de alguna manera sus programas. Con efectos visuales, puntos de vista inusuales, números musicales y una lista de invitados envidiables: Carlos Warnes (César Bruto), Jordán de la Cazuela, Santiago Varela, Aldo Cammarota, Geno Díaz, Julio César Castro y Juan Carlos Mesa.
Sus roces políticos, las raíces de sus bromas
Aldo Cammarota, guionista, reveló en 1974 que las instrucciones de Tato siempre fueron claras, respecto a ideologías políticas y Perón: “Tenía indicaciones precisas de no hacer ninguna referencia ni a Perón, ni a Isabel ni a López Rega. No podíamos ni mencionarlos. Estaban por encima del bien y del mal”.
Sus palabras y claros roces, llevaron a que el comediante estuviera fuera del aire de 1974 a 1979, con excepción de un especial en 1978. Pero en su vuelta en 1981 sus programas estaban plagados de sutiles referencias a la censura que se le había impuesto en el gobierno de facto. En 1985 volvió al silencio hasta 1988, aunque el gobierno a la cabeza ahora era del radicalismo y en tiempos de retorno de la democracia.
En una de sus últimas presentaciones, en 1993, el comediante quería hacer notar al público argentino que el gran problema del pueblo iba en una simple frase: “Lo que no cambia es la gente del populorium. Siempre es la misma y siempre jodida. No puedo evitar que las cosas me suenen a repetidas”. Palabras para ver, rever y no olvidar. Un argentino hablando de argentinos, quien pudiera conocernos más.