Diego Armando Maradona pareciera no descansar en paz. Su entorno continúa en una feroz batalla y a los audios del médico Luque se le suma el relato estremecedor de la cocinera del ex DT y futbolista sobre los últimos días con vida. Romina Milagros Rodríguez o Monona, como le dicen, trabajó en la casa de Tigre y brindó una entrevista que sorprendió a muchos.
La cocinera estuvo en la vivienda donde El Diez se instaló después de la operación en la cabeza y decidió hablar con “El show de los escandalones”, el programa de Rodrigo Lussich: “Era divino, como un chico a veces, nos reíamos, bailábamos, lo retaba”.
Durante la charla, la cocinera contó que inició trabajando para la familia durante los fines de semana y con la cuarentena obligatoria cambió a tiempo completo. Entre las personas que siempre estaban con Diego se encontraba su seguridad, el sobrino, su secretario, su masajista y ella: “Había que llevarlo, con su mal humor, si no quería comer, no comía, tenía sus horarios, era todo como él quería”.
Confió que su rutina empezaba a las ocho de la mañana, cuando él tomaba su desayuno y que el Astro sabía todo lo que pasaba en su casa; “se hacía el boludo, pero sabía todo porque él me decía todo en la cara. ´Yo los voy a dejar correr hasta donde yo quiera, pero después les corto las piernas´, me decía”.
En cuanto a la relación con sus hijas, Monona contó frente a cámaras que no era la misma con Dalma y Gianinna que con Jana: “Las hijas sí estuvieron, siempre, Gianinna cuando la llamabas, siempre estaba, pero con Jana era otro vínculo, no era lo mismo, no era tan pegada. Se quedaba a dormir pero era distinto el trato. Dalma hablaba mucho por teléfono por el tema del COVID. Pero todos los hijos estuvieron presentes”.
Respecto a Rocío Oliva aclaró: “Terminaron y ella no fue más, mientras yo estuve en la pandemia, no estaba”. Y sobre las idas de Verónica Ojeda y su hijo destacó: “Dieguito iba siempre, lo adoraba. Le cambiaba el humor automáticamente cuando entraba el nene, le encantaba verlo”.
Quizá una de las partes más estremecedoras de la entrevista fue cuando la cocinera compartió cómo fue la última noche de Maradona: “Me dijo que no quería comer, pero le llevé unos sándwiches y un té. Dicen que no comió, pero es mentira, comió uno porque yo los contaba. Quería estar solo, quería descansar”.
Sobre la mañana fatal, el 25 de noviembre, dijo: “Lo único que recuerdo es el conteo, que no quiero ni acordarme, el ‘1,2,3, vamos, Monona’, fue muy fuerte. No hubo manera de reanimarlo”. “Estaba la enfermera y el de seguridad haciéndole RCP; es mentira que la psiquiatra se lo hacía porque no sabía cómo se hacía. Y después me decían a mí que le hiciera respiración. ´Yo no’, dije. A mí me daba impresión, no podía. Me decían: ‘Dale, Monona, hacelo, cuando yo te digo, 1.2.3′. Era una locura, ese conteo quedó en mi cabeza por días”.
Recuerda que llegaron muchas ambulancias a la casa y que en un momento una médica dijo que no se podía hacer nada más. “Para mí él dijo: ´Ya está, basta de todo´”, lanzó Monona.