No se sabe con certeza si alguno de los dos habrá bebido la pócima que puede a uno volverlo su opuesto, pero al menos ayer hubo sospechas. ¡Es que nadie puede cambiar tanto de un tiempo al otro! “Somos unos pelotudos”, esbozó, lleno de calentura, Milton Salas, el DT del ‘Fraile’ cuando el 3-3 era un hecho consumado. Se entiende el exabrupto.
Su equipo vencía 3-0 (¡si, tres goles de diferencia!) y se quedó sin gasolina (o pócima secreta, como usted prefiera), dejando que la visita creciera (¿le habrá robado el tubo de ensayo a su rival?) y se transformará en un torbellino que terminó llegando al empate con más fuerza que ideas. El pitazo final de Sosa, de irregular arbitraje (dejó pegar demasiado en el primer tiempo), derrumbó la ilusión local y fue muy celebrado por la hinchada del ‘Toponero’.
Alarcón fue el encargado de abrir las emociones en el estadio Rafael Alonso. De aire, tras un cabezazo de Vallecillo, reventó el arco de Videla. Golazo para arrancar una tarde que tuvo emociones por doquier.
Casi de inmediato, como para dejar en claro que Bermegui tendrá mucho que trabajar en lo defensivo, llegó el segundo del local, vía Lucas Páez. El “9” encontró un callejón entre los centrales y aprovechó una gran asistencia de Ortega para celebrar. De ahí y hasta el final del primer capítulo, Beltrán superó ampliamente a un Rodeo del Medio nervioso, impreciso y sin juego.
Guerra estuvo lejos de su nivel, abusó de la tenencia y terminó siendo demasiado previsible para su rival. Para el complemento se esperaba una reacción inmediata del ‘Toponero’, pero recién se percibió tras un nuevo gol de Alarcón, luego de una mala salida de Lobarbo. Encima, con uno menos por la expulsión de Álvarez, el visitante debió doblar esfuerzos. Y tuvo su premio.
Llegó el primero para abrir la esperanza. El segundo se demoró en llegar, pero refundó las bases para ir a buscar la hazaña. Y el tercero, con esa cuota de dramatismo que ya muchos percibían, terminó repartiendo puntos. Claro, los dos quedaron llenos de dudas. Aún no saben cual es su verdadera personalidad.