El equipo argentino integrado por Iván Cariño, Agustín Díaz, Francisco Esteras, Axel Haack, Ariel Suárez, Joel Romero, Agustín Scenna y los mendocinos Tomás Herrera y Joel Infante se quedó con la 23ª medalla dorada argentina en estos Panamericanos, justo en la prueba más tradicional del remo y que se escapaba de las manos desde hacía mucho tiempo: ni más ni menos que desde hace 48 años, cuando el oro relució en los Panamericanos de Cali '71.
Una maquinaria perfecta. El engranaje ideal de ocho hombres que, con una precisa mecánica de relojería, llevaron a su bote a la gloria en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Justo antes de su despedida, el remo ofreció su tercera medalla dorada con el triunfo del ocho remos con timonel en la sede de Albufera Medio Mundo.
La tracción argentina con los remos permitió superar al bote de Chile por 50 centésimas y al de Cuba por 2s31. Una regata espectacular que se ganó en los últimos 500 metros. El bote nacional arrancó asomando en el tercer lugar, con los chilenos al frente, pero los ocho albicelestes arremetieron en el último tramo hasta quedar primeros, más allá de que los trasandinos empezaron a empujar de nuevo sobre el final.
A todas luces, una definición emocionante para una prueba que había dejado varios sinsabores, con títulos que se escaparon ahí nomás. Se recuerda especialmente cuando el ocho remos de Winnipeg '99 lloró por una medalla de plata que consideró insuficiente en el lago Minnedosa. Nunca se había estado tan cerca. A partir de ahí, la Argentina no pudo inscribir su nombre en el ocho remos, pero surgió en el tipo de carrera que suele ser más apasionante.
