Tras 24 meses de pulseada, el Gobierno nacional llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que lo obligará a encarrilar algunas variables, pero no le implica una atadura de manos ni compromete la idea de empezar a pensar en ir por la reelección en 2023.
El acuerdo para un programa de política económica anunciado ayer por el presidente Alberto Fernández fue el primer paso concreto hacia la refinanciación de la deuda de 44.500 millones de dólares que contrajo el gobierno de Mauricio Macri en un año, entre 2018 y 2019.
Este programa tendrá un plazo de dos años y medio. El FMI hará desembolsos por el total de los vencimientos que restan y que ya se pagaron del crédito anterior (Stand By). Y con ese dinero el gobierno pagará aquel préstamo.
Lo anunciado fue un programa. Ahora, comenzó el trabajo técnico para establecer los memorandos de las políticas económicas y financieras entre el Gobierno Nacional y el FMI. Esto va a llevar algunas semanas. Cuando esté listo, Fernández lo enviará al Congreso.
Martín Guzmán, ministro de Economía, explicó algunos detalles del entendimiento, pero quedaron dudas sobre temas de fuerte impacto social: ¿Cómo es el sendero de reducción de la inflación que se podría esperar? ¿Qué parte del gasto social no se tocará? ¿Se afectarán las transferencias a provincias?
Cuándo se paga la deuda
Recién a partir de 2025 la Argentina comenzará a pagarle al organismo la deuda que quede en un plazo de diez años, en el marco de un Programa de Facilidades Extendidas. De esa manera, hasta, al menos, 2034 el FMI hará revisiones trimestrales a la economía del país.
Ese hecho determinará que el Gobierno deberá moverse hasta el final del mandato dentro de los márgenes permitidos por el FMI. Y en 2025 tendrá que haber déficit fiscal y el Banco Central ya no podrá financiar al Tesoro con emisión monetaria sin respaldo.
Del ministro de Economía, Martín Guzmán, explicó ayer en conferencia de prensa se que llegó al “mejor acuerdo posible”. Esto está lejos de las duras exigencias de los 23 acuerdos anteriores, pero tampoco deja a la Argentina libertad de acción total.
“Teníamos una soga al cuello, una espada de Damocles, y ahora tenemos un camino que podemos recorrer”, graficó Fernández en un discurso grabado temprano en la quinta de Olivos y transmitido desde las 10.
El acuerdo cosechó apoyos en el sector empresario, donde reclaman una economía más tranquila y equilibrada para poder tener mayor previsibilidad para las inversiones. La Unión Industrial Argentina (UIA) y la Asociación Empresaria Argentina (AEA) celebraron. Y la CGT emitió un comunicado en el que expresa su “beneplácito” por los términos sociales y laborales pactados. “Esperamos que la certidumbre macroeconómica que se desprende del acuerdo movilice las inversiones necesarias para potenciar el crecimiento y reducir los niveles de pobreza y desigualdad que hoy resultan intolerables”, agregó la central obrera.
Mensajes y silencio
El Presidente intentó dejar en claro que no está cometiendo el mismo “error” que Macri: “Este acuerdo no contempla restricciones que posterguen nuestro desarrollo”, dijo. Fue un mensaje para los argentinos, pero especialmente para su socia política Cristina Kirchner.
Los condicionamientos, por más laxos que parezcan, son lo que generan el rechazo de Cristina y su entorno. Ayer, ni la vicepresidenta ni los referentes de su espacio salieron a apoyar el anuncio. Los teléfonos de quienes integran La Cámpora estuvieron apagados.
Por el rol que cada uno jugó, Guzmán les agradeció a Fernández, por su “firmeza”; a Cristina, por “dueña de una fuerza única”; y a Massa, que en los últimos días cooperó el con el diálogo político con Washington.
Para Fernández y su gabinete es un alivio. Lo más notorio que se consiguió fue tiempo. No solo no pagarán nada más al Fondo sino que se reembolsarán los pagos ya realizados. El remanente irá a reforzar las reservas. El problema central sobre cómo se pagará se pateó para adelante.
Guzmán celebró que el acuerdo permite “no inhibir la continuidad de la recuperación”. Argentina creció 10% en 2021. Y en el gabinete se esperanzan con que este año pueda avanzar hasta 5%, rompiendo así otra vez las previsiones de los organismos internacionales.
Promesas y sendero fiscal
“Se mantendrán los derechos de nuestros jubilados y jubiladas, no hay ninguna reforma laboral, no hay ninguna privatización de empresas públicas”, dijo Guzmán al aclarar que el Gobierno no entregó las banderas que trae desde que asumió.
Pero cambios habrá: para el año 2022 se proyecta un déficit fiscal primario de 2,5% del PIB; 1,9% en 2023; 0,9% en 2024; y cero en 2025. Y el financiamiento del Banco Central (emisión monetaria) será de 1% este año; 0,6% en 2023; cercano a cero en 2024; y cero en 2025.
Esa reducción del déficit se logrará por un menor gasto público en términos del PIB, con baja escalonada de los subsidios económicos que hoy explican el 99,5% del agujero fiscal. Pero también se conseguirá por la vía del aumento real de los ingresos.
Ese último punto, explicó Guzmán, se logrará por el crecimiento de la actividad y la recaudación. Pero también porque “se atacará la evasión, sobre todo en el segmento de mayor contribución”. Es decir, ajustarán la lupa de la AFIP.
Dólar, cepo y reservas
“No va a haber ningún salgo cambiario. La política cambiaria va a seguir en la misma línea”, prometió Guzmán. El Banco Central ya viene acelerando la devaluación: en lo que va del mes el precio mayorista del dólar subió 2%, contra 1,7% de diciembre y 1,2% de noviembre.
Este año se buscará sumar 5.000 millones de dólares de reservas. ¿Eso permitiría empezar a levantar el cepo cambiario? No. Guzmán aclaró que seguirá habiendo regulaciones en la cuenta financiera que impidan que la Argentina transiten una situación de inestabilidad, es decir, se evitará como sea una corrida contra el peso.
Uno de los mayores desafíos para el Gobierno es cumplir con los objetivos de tasas de interés, dado que se acordó que haya retornos positivos (por encima de la inflación) para los depósitos a plazo. Pero eso impactará en el costo del crédito para los sectores productivos.
En paralelo, para bajar la inflación, además de acotar la emisión monetaria, bajar el déficit y subir la tasa de interés, se seguirá con los acuerdos de precios y salarios en un intento por anclar las expectativas.