La semana pasada en la 65ª Cumbre del Mercosur se avanzó hacia la eliminación de aranceles para el 92% de las exportaciones del Mercosur con la Unión Europea (UE). Del otro lado, los países latinoamericanos suprimirán aranceles para el 91% de las importaciones que se realicen desde Europa. La firma del histórico acuerdo entre ambos bloques comerciales entusiasma a parte del empresariado argentino y hasta el ministro de Producción, Rodolfo Vargas Arizu, declaró a este diario que Mendoza se verá beneficiada. Si la idea se concreta, permitiría a los países sudamericanos exportar carne, azúcar y otros productos agrícolas o agroindustriales. Desde allá, podrían llegar –entre otros bienes- vehículos, máquinas y productos farmacéuticos.
Sin embargo, desde el sector privado de la provincia advirtieron que no todos los sectores llegarían en las mismas condiciones a aprovechar el acuerdo y que es preciso ver la letra chica de lo que se firme. Hay que tener en cuenta que si bien la rúbrica realizada en Montevideo el 6 de diciembre fue un paso decisivo, todavía restan otros para que la declaración sea un hecho. Con relación a lo formal y a lo más importante, el Acuerdo debe ser ratificado por el Parlamento europeo y por los congresos de los cuatro miembros plenos del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay). Otro tema un poco más terrenal y actual tiene que ver con la competitividad nacional, por un lado, y con la mirada hacia las pymes como base del entramado productivo, por el otro.
En este marco, Diego Stortini, vicepresidente de la Federación Económica de Mendoza (FEM), coincidió con Vargas Arizu en que dicho acuerdo puede ser una gran oportunidad para Mendoza. Sin embargo, expresó que no todos los sectores están igual de preparados para enfrentarlo. Desde su punto de vista, la vitivinicultura puede aprovechar rápidamente este compromiso si se mejoran costos de producción y logística o si se reduce la burocracia. “El acuerdo tiene el efecto inmediato de nivelar la cancha, por lo que probablemente vamos a ver inversiones en logística e infraestructura con el fin de equiparar las reglas de producción”, dijo Stortini y agregó que la Argentina tiene más para ganar que para perder.
Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), comentó que será importante ver la letra chica que finalmente adopte dicho acuerdo. Es que si bien el convenio podría ser beneficioso y se ve como una posibilidad, lo cierto es que prevalece la desconfianza en cómo se podrá instrumentar. El dirigente vitivinícola explicó que se pueden bajar o anular los aranceles, pero se preguntó qué pasará con las barreras paraarancelarias que funcionan, incluso, hacia adentro del Mercosur y que impiden el anhelado libre comercio. “Por ejemplo, a Brasil le serviría comprarnos mosto, pero solo se puede ingresar este producto en envases no mayores de 5 litros”, detalló Ruggeri al tiempo que agregó que no es conveniente este formato para exportar dicho producto.
Para Rubén Palau, presidente local de la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme), señaló que es importante poder unir intereses con los países que integran el Mercosur. “De lo contrario, las pymes no podríamos salir a competir con distintos grupos económicos y menos con los de la UE”, advirtió el dirigente. Agregó que en medio de un mercado interno alicaído, la posibilidad de trabajar en bloque en función de criterios comerciales y culturales compartidos para salir al mundo es importante para los privados. “No solo para vender en Europa sino para los BRICS, con el crecimiento que esto implicaría”, apuntó Palau.
La competitividad como mar de fondo
Con relación a las posibilidades que se abren, el tema de la competitividad es clave según los dirigentes empresariales consultados. Al minimizarse la brecha entre los dólares, el tipo de cambio es conveniente ya que se equiparan los costos de importar con lo que se gana al exportar. Sin embargo, el presidente de Acovi recordó que nuestra logística es una de las más caras del mundo y eso atenta contra la competitividad. Es por una cuestión de precios, por caso, que Brasil no nos compra más vino a granel ya que Chile es mucho más conveniente en este segmento.
Si el acuerdo se concretara sin trabas paraarancelarias, el dirigente cooperativista expresó que todos los mercados de Europa nos pueden comprar vino. Sin embargo, mientras Argentina no compite directamente con Francia por ofrecer productos diferenciales, sí lo hace de manera directa con España. “El tema tanto acá como con otros productos como el aceite de oliva o el durazno en Grecia es la cantidad de subsidios cruzados de bienes que compiten con nosotros”, apuntó Ruggeri. Agregó que hoy tanto Mendoza como el país compiten con naciones que tienen condiciones más favorables de créditos con tasas a 1,5% y devolución a 20 años y que eso incide en la competitividad.
Esta se suma a la diferencia que hay entre las posibilidades de pequeñas y grandes empresas. Diego Stortini expresó que no se resuelven solas porque se corre el riesgo de generar una gran concentración de los sectores industriales como sucede en Chile. “Argentina se caracteriza por contar con productores pequeños y medianos que hay que acompañar hasta la salida, paso a paso”, expresó el dirigente. Desde su punto de vista, el desafío no solo es sectorial sino que además de políticas nacionales requiere de reformas estructurales tanto provinciales como municipales.
“Hay que trabajar en la microeconomía, con estrategias específicas que permitan que todos los sectores se adapten y maduren correctamente”, opinó Stortini. En este sentido, Rubén Palau de Apyme, destacó la importancia de volver a fortalecer cadenas productivas que tenía Mendoza y que por distintos motivos perdieron fuerza. “Trabajar junto al Mercosur podría fortalecer la cadena frutihortícola, la del aceite de oliva y la que había en el Sur de la mano de las conserveras”, ejemplificó Palau.
En este marco, en una reciente charla abierta, los empresarios agrupados en IDEA destacaron que la competitividad de las pymes en la Argentina enfrenta distintos desafíos. Los principales están relacionados con el entorno económico, los costos operativos y las limitaciones de acceso a recursos. “Las micro, pequeñas y medianas empresas son actores fundamentales en la economía argentina”, expresaron los miembros nucleados bajo IDEA. Agregaron que según el INDEC, representan más del 90% de las empresas y que solo las pequeñas y medianas concentran el 46% del empleo privado en Argentina. Por este motivo, desde esta entidad alertaron que los principales desafíos giran en torno a la calidad del empleo, la profesionalización, la digitalización y la innovación entre otros puntos.