Agua: que el alivio hídrico no frene los cambios necesarios

La autora sostiene que es necesario seguir trabajando sobre la gestión eficiente del agua.

Agua: que el alivio hídrico no frene los cambios necesarios
El pronóstico de escurrimiento de los ríos de la provincia marca que, en la mayoría de las cuencas, el caudal estará cerca de la media de los últimos 20 años. Foto: Los Andes

La naturaleza volvió a dar un respiro a los productores mendocinos este año. El pronóstico de escurrimiento de ríos del Departamento General de Irrigación, presentado esta semana, señaló que la temporada 2024-2025 será favorable para todos los ríos de la provincia. Este escenario optimista se sostiene en dos indicadores clave: todas las cuencas muestran perspectivas de caudales medios o superiores, y se ha iniciado la temporada de riego con los embalses al máximo de sus reservas.

Los datos reflejan que nos encaminamos hacia el segundo año consecutivo con buenos caudales en la mayoría de los ríos, lo que representa un alivio para sectores productivos clave como la vitivinicultura, la ganadería y la fruticultura. Sin embargo, este panorama alentador no debe llevarnos a una falsa sensación de seguridad.

Mendoza sigue siendo una provincia con recursos hídricos limitados, y las condiciones climáticas actuales no garantizan abundancia en el futuro; más bien representan una breve meseta en la tendencia descendente de los caudales esperados a largo plazo.Por lo tanto, este escenario, con dos años de buenos volúmenes, no puede ser una excusa para posponer las transformaciones necesarias que aseguren un uso eficiente y sostenible del agua.

Se espera que sea un año bueno en todas las cuencas y por encima de la media para los ríos Tunuyán y Grande.
Se espera que sea un año bueno en todas las cuencas y por encima de la media para los ríos Tunuyán y Grande.

Menos del 20% de la superficie cultivada en Mendoza cuenta con sistemas de riego tecnificado, y esto debe cambiar. Hoy los productores tienen acceso a financiamiento en condiciones favorables y a tecnologías cuyo costo está bajando. No obstante, en muchas ocasiones, las decisiones de inversión no priorizan la mejora en el uso del agua. El alivio temporal en la disponibilidad de este recurso parece relajar la urgencia de implementar cambios estructurales que serán indispensables en el futuro.

Por último, no podemos olvidar el debate pendiente sobre la reforma del Código de Aguas. Si bien la discusión se ha postergado, probablemente hasta el próximo año o hasta que el “clima social lo permita”, es fundamental abrir este debate público cuanto antes. La gestión del agua en Mendoza necesita transformaciones profundas, y para ello es necesario involucrar a todos los sectores: políticos, técnicos y, por supuesto, a los propios productores, quienes deben replantearse cómo utilizarán este recurso en los años por venir.

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