De acuerdo con un estudio privado, los jubilados de Mendoza hoy “viven como pueden”, ya que hoy según los patrones de consumo observados, es casi imposible vivir con menos de $36.250 al mes. Así, con una jubilación mínima oficial que es de $25.922 (si los dos cónyuges abuelos son jubilados, tendrían un ingreso familiar de $51.844), en octubre, no alcanzaron los ingresos para cubrir la “Canasta Basica de los Jubilados”.
La información disponible en base a la encuesta realizada por la Consultora Evaluecon, indica que los ancianos con 60 y más años, distribuyen su gasto en alimentación siguiendo una pauta muy similar al resto de las familias en Mendoza y también compran en mayor cantidad los alimentos más indicativos (carne, pescado, leche, huevos, frutas, etc). Los encuestados distinguen muy claramente entre “el gasto en lo que es necesario”, versus “el gasto en lo que puede considerarse superfluo o prescindible”.
Dentro de los gastos comunes entre las personas de la tercera edad figuran (en promedio):
-Alimentos “especiales”: carne magra, galletas sin sal, edulcorante, leche sin lactosa, pan de salvado, sal sin sodio, agua mineral, cereales, alimentos fortificados, entre otros.
-Medicamentos: vitaminas, analgésicos, descongestivos, antirreumáticos, aspirinas, suplemento hierro, antidepresivos, antibióticos, antianémicos, antigotosos, antiinflamatorios, antihipertensivos, otros fármacos de uso cardiovascular, etc.
-Servicios básicos: luz, gas, agua, teléfono fijo, telefonía celular (este último algunos lo consideran un bien superfluo, pero la mayoría coincide que dada su situación de que la salud es primordial ya ha pasado a ser un bien necesario e indispensable).
¿Cuánto dinero destina un jubilado a cada categoría de la Canasta?
En base al mismo estudio, si un jubilado (solo) gana el mínimo de $25.922 destinaría: -$12.702 a alimentos; $9.072 a medicamentos; $4.148 a servicios básicos. Si son dos cónyuges los jubilados el ingreso familiar sería de $51.844 y destinarían: $25.403 a alimentos; $16.590 y, a medicamentos, $9.851 a servicios básicos (en este caso pueden disminuir este ítem y aumentar el resto).
Desde Evaluecon destacan que, “vale aclarar que la mayoría de los servicios consumidos por los ancianos gozan de beneficios adicionales (descuentos o subsidios por parte del estado) como el caso de los medicamentos, transporte público, servicios básicos, etc”.
Ahora bien, cuando se avanza en la escala jubilatoria hacia las mayores o de privilegio el destino del consumo cambia considerablemente. “Empiezan a aparecer otros consumos alternativos como ocio, o esparcimiento, mejor calidad de alimentos, mejor calidad de medicamentos, rapidez en las consultas médicas, mejor atención de la salud, etc.”.
Para jubilaciones de “arriba” de $155.000 por mes el patrón de consumo cambia considerablemente y pasa a ser el siguiente. Se gastan en alimentos, el 35% de los ingresos, un porcentaje igual en medicamentos, un 15% en servicios básicos, y el 15% restantes se destina a ocio.
¿Cuánto necesita un jubilado para no ser considerado pobre?
Anteriormente mencionábamos de qué manera distribuía un jubilado sus ingresos mínimos en función de su patrón de consumo. Pero eso no significa que sea lo “mínimo e indispensable” que necesite para vivir en condiciones dignas. Ello lo da en economía lo que se conoce como la Canasta Básica Total (CBT) y en función de ello, los precios de los bienes y servicios en la provincia y su propio patrón de consumo.
Así, la CBT-EVALUECON “JUBILADOS” es igual a $72.500 por pareja de jubilados, con lo cual por persona se necesitaría mínimo $36.250. Un jubilado necesita mínimo $1.208, aproximadamente, por día para vivir en condiciones dignas.
El desafío para los gobiernos
De acuerdo con la misma consultora, en términos cuantitativos, el consumo de las personas mayores ha crecido tanto en valores absolutos como relativos. Este crecimiento guarda relación, sobre todo, con el incremento de la jubilación mínima de los últimos años por la ley de movilidad jubilatoria.
Ahora bien, cuando se utilizan criterios comparativos con el resto de la población, aparece, en el consumo de las personas mayores, una contracción del gasto, que es correlativa con la disminución de los ingresos que se produce a partir de la fecha en la que la familia, que vivía del trabajo de sus miembros activos, pasa a depender de las pensiones de jubilación.
La insatisfacción con el consumo suele relacionarse con la percepción de que los precios de las cosas son abusivos. La reacción ante esta idea, muy difundida, es manifestar que el gobierno debería de regular los precios de determinados productos para proteger la economía de las personas mayores.
Evaluecon planteó la pregunta de si el precio de algunos productos y servicios de primera necesidad debería ser regulado por “el mercado” o por “el gobierno”. La mayoría de las personas de 65 o más años se decantó más bien por el intervencionismo