En años anteriores viajar a Chile significaba para los argentinos, y los mendocinos en particular, la oportunidad de comer pescados frescos, y disfrutar de la gastronomía local, con sus jugos de frutas, y otras particularidades que hacen que sea diferente de la trasandina, sin embargo, siempre un asado se suele colar en medio de los días de mariscos.
Así, con las vacaciones de verano cerca, y la apertura de fronteras en el vecino país que invita a volver a sus playas, decidimos sumar a los costos que habrá que afrontar para pasar unos días en Chile, las diferencias de precio que existen para adquirir un kilo de carne vacuna en las góndolas de uno y otro país.
De esta manera, mientras que 1 kilo de “punta picana” cuesta $9.890 chilenos en las góndolas chilenas, o 1.234,06 en pesos argentinos; en los supermercados locales, el kilogramo de “colita de cuadril” cuesta $1.249 en las góndolas locales. Según el “glosario de cortes de vacuno”, se trata del mismo corte.
Si bien los precios no difieren mucho entre los supermercados de un país y otro, hay que considerar que si se paga con tarjeta de crédito, habrá que sumar luego un 65% en concepto de impuesto PAIS (30%) y adelanto a cuenta de Ganancias y Bienes Personales (35%, que se puede recuperar completando un formulario en AFIP). De manera que dicho corte costaría alrededor de $2.037 con impuestos.
En caso de que la idea sea comer unas milanesas en Chile, la “posta negra”, se vende en $9.990 chilenos, o alrededor de $1.246,54 argentinos ($2.056,79 argentinos, con impuestos incluidos). En tanto que, la nalga feteada cuesta $959 por kilo en los supermercados locales.
Los precios fueron tomados en base a los valores que se publican en dos supermercados de similares características, con la particularidad de que en Chile, el primer corte que se utilizó a modo de ejemplo lleva el sello de “argentine beef” (carne argentina).
La inflación y el precio del pan en Chile
El aumento generalizado de los precios también es una preocupación en el vecino país, aunque sus niveles son sensiblemente más bajos que los de Argentina (el IPC anual se ubicaría entre 5,5% y 5,7%, según e informe de política monetaria del Banco Central chileno, frente al 50% proyectado en Argentina).
Además, en ambos países, los ojos de los consumidores están puestos especialmente en el incremento que sufren los alimentos, que afecta sobre todo el poder adquisitivo de las familias con menor poder adquisitivo, que destinan gran parte de sus ingresos a cubrir necesidades básicas.
“De acuerdo a información de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), el precio promedio de la entrañable marraqueta promedió en octubre los $ 1.480 el kilo frente a los $ 1.472, 12 de su amiga y rival, la hallulla (…), según la base estadística, el precio más bajo para la marraqueta se registró en abril de 2011 cuando promedió los $ 1.288 por kilo. En el caso de la hallulla, la cota más baja se registró noviembre de 2010, cuando se pagaron en promedio $ 1.307 por un kilo. En términos generales, el precio del pan está determinado por tres variables: el precio de la energía, los insumos (harina, trigo, levadura, sal) y la mano de obra”, consignó al respecto el periódico La Tercera en octubre pasado.
El viernes pasado, en Argentina, también se anunció un incremento en el precio del pan de entre el 12% y el 15%. Las razones principales tienen que ver con un aumento en todas las materias primas que se utilizan en la elaboración de panificados y de los incrementos salariales que deben afrontar los industriales panaderos. De manera que el pan mignon pasó a costar $190 por kilo; las tortitas $280, y las facturas comunes $420.
Según los valores anteriormente mencionados, en Chile el precio de la “marraqueta”, sería de $184,67 argentinos, pero si se pagara con tarjeta, con los impuestos asociados a la compra de divisas en el extranjero habría que considerar $304,70 por kilo, y $303,08 para las hallullas (con impuestos incluidos).