Cómo se mantienen vigentes las empresas familiares locales

Compañías de rubros muy diferentes superaron el sueño de un fundador hasta ser administradas por nietos y bisnietos. Cómo lo hicieron.

Cómo se mantienen vigentes las empresas familiares locales
Pilar Garcia Santos en la libreria familiar que ya tiene 80 años en la provincia. Foto: Mariana Villa / Los Andes

En 2018, la cadena televisiva HBO estrenó una exitosa serie llamada “Succession” (en español, Sucesión), que muestra el conflicto dentro de una empresa cuando los hijos quieren tomar el control (mientras el padre sigue aún con vida). Si bien hay varios ejemplos de crisis en empresas familiares, Los Andes buscó algunos casos en la provincia que ya transitan su tercera y hasta cuarta generación, para saber cómo han logrado mantenerse vigentes.

En principio, hay que aclarar que las empresas familiares nacen en el sueño del fundador en su mente, y es esa persona quien le pone la impronta desde el día cero. Desde ese momento, la empresa atravesará varias crisis, como una familia, y es bueno tener en cuenta cuáles son los errores y problemas más comunes.

Así lo recomienda María Inés Amoretti, socia fundadora y coach de Intros Consultora. En un principio, la empresa no necesita de una estructura fija (todos trabajan sin mucha división de tareas), pero cuando crece sí es necesario. “Allí comienza una tensión con un fundador que no está acostumbrado a compartir sus decisiones o administra el dinero sin dar explicaciones, por ejemplo”, detalló Amoretti. Ésta y otras crisis pueden ser causa de crecimiento o de muerte.

En ese momento, con la necesidad de profesionalizar la empresa, suele entrar la segunda generación de la familia, con nuevas ideas y dispuesta a trabajar duro por la compañía. Además, Amoretti explicó que una empresa tradicional busca generar rentabilidad, pero una de tipo familiar suma una serie de valores familiares como armonía, respeto y protección, lo que implica otras habilidades personales más allá de sólo mirar los números.

Un ejemplo de empresa local que ya transita su cuarta generación es Familia Falasco, grupo que incluye a Bodega Los Haroldos, Falasco Wines y Bodega Balbo. Hoy Franco Falasco es su Director ejecutivo (CEO), su hermana Florencia se encarga de Desarrollo de productos y su hermano Francesco, del Diseño y proyecto de vinos de autor.

“Somos una empresa familiar con capitales accionarios 100% Falasco, hoy como una de las pocas empresas familiares en el mundo del vino argentino en manos de los dueños originarios. Llevamos 82 años dentro de la industria vitivinícola argentina, de bisabuelos inmigrantes italianos a hoy cuarta generación”, presentó Franco Falasco.

El director ejecutivo del grupo explicó que su padre cumplió la función de lograr que ame lo que tanto les gusta hacer: vino, y le agradece por el trabajo y la convicción. Además, Falasco mostró gratitud hacia su abuelo por los valores y analizó por qué cree que la empresa sigue vigente con la administración de otras generaciones. “La herencia generacional no se da en todos los casos, pero afortunadamente en el nuestro sí. Si te diviertes y amas lo que haces, elegiste bien tu carrera”, comentó.

Una pasión heredada

Las empresas familiares existen en casi todos los rubros, aunque no todas logran llegar o superar a la tercera generación. En el caso vitivinícola, además de Falasco Wines está Familia Zuccardi, Luigi Bosca o Familia Bianchi. En la gastronomía, se puede mencionar la familia Barbera con La Marchigiana y otros locales, así como los Agüero con Churrico o la familia Alonso con el café Jockey Club.

Un ejemplo comercial en el centro mendocino es la librería García Santos. Su historia en realidad comenzó en España, cuando el asturiano Antonio García Santos trabajó con libros y después se mudó a Buenos Aires en 1890. Luego, su hijo Eugenio se hizo cargo de la librería y editorial, hasta que de mayor viajó a Mendoza para instalar la librería que hoy dirige María del Pilar García Santos, la cuarta generación.

“Edmundo Correas, fundador de la UNCuyo, invitó a mi abuelo a instalarse en Mendoza porque no había librerías especializadas en libros universitarios. Mi abuelo vino, conoció la ciudad y decidió instalarse en la provincia. Con él vino mi padre, Antonio, que era muy joven, tenía entre 19 y 20 años. Después de mi abuelo, continuó mi papá y ahora al frente estoy yo”, resumió, sonriente en el local, la bisnieta del asturiano.

María del Pilar estudiaba el profesorado de Historia, pero su padre le pedía ayuda en la librería y fue así como terminó trabajando de forma permanente en el local. “Mi papá aceptaba ideas, y también tenía mucho empuje. Él falleció a los 90 años, pero a los 87 modificó el salón de atrás, llevó las estanterías al techo. Allí empezamos a usar la sala con actividades culturales en Mendoza”, rememora García Santos.

La actual encargada señaló que un punto clave fue compartir dentro de la familia la pasión por la lectura, y cree que es importante que las nuevas generaciones puedan ayudar a actualizar la empresa en temas de tecnología. Así, esta tradicional librería dentro de Mendoza ya cuenta con redes sociales como Instagram o Facebook para anunciar novedades y actividades, de modo de seguir en contacto a la distancia.

La crisis de la tercera generación

Es habitual escuchar que muchas empresas familiares caen cuando llega la tercera generación. María Inés Amoretti explicó que esto puede ocurrir porque la empresa pierde su espíritu inicial o porque se arriesgan capitales fuera del negocio sin considerar lo que costó generarlos.

En ese sentido, la tercera generación quizás recibe la empresa “ya hecha, floreciente” y sus nuevos encargados se dedican a expandirla hacia otros rubros que desconocen. Así, quizás, una bodega exitosa empieza a invertir en barrios privados o en desarrollos gastronómicos, a veces con gastos desmesurados.

Aquí el desafío, señala Amoretti, está en poder profesionalizar la empresa, pero sin perder el carisma, ese sueño original e ilusión que mantenía a los miembros unidos: “Cuando se sobreprofesionaliza, se pierde muchísimo de la empresa original y también se puede convertir en una estructura hueca, vacía de contenido”.

Además, cuando se llega a la tercera generación, el crecimiento incluye la contratación de nuevos empleados (también llamados colaboradores). Al momento de hacer la contratación, es importante no sólo fijarse en el conocimiento técnico de los candidatos, sino en ver que pueda encajar con la cultura de esta empresa familiar.

En síntesis, para lograr mantenerse, son importantes cuatro puntos: redefinir y revalorizar la misión de la empresa, tener finanzas claras y ordenadas, hacer una selección profesional de los colaboradores y planificar un crecimiento para no quedarse a mitad de camino sin recursos financieros. Ante la duda, se puede consultar con profesionales externos para detectar las posibles crisis en camino y cómo superarlas.

¿Qué plus positivo encuentra en que una empresa sea familiar?

Fernando Barbera, tercera generación de La Marchigiana

“La confianza es un valor clave para trabajar. Un equipo brinda un rendimiento superior cuando hay confianza. Si sos familia, la confianza la tenés construida desde antes. Lo que hemos hecho nosotros es ir armando varias empresas: mi hermana manejaba Francesco, yo manejaba La Marchigiana y mis hijos trabajan con Nipote y Supra. Tener empresas distintas es una forma de poder crecer y evitar problemas de disputas entre hermanos”.

Ramiro Alonso, cuarta generación de Café Jockey Club

“Una ventaja de ser empresa familiar es contar con un legado histórico. En nuestro caso, desde hace 79 años, vienen personas al café y hoy son entre 300 y 400 por día. Desde esos años se mantiene un servicio familiar, personal, en el que los mozos saben los nombres de los clientes y qué pide la mayoría. Nosotros buscamos mantener lo antiguo, la mística del café, a la vez que aplicamos sistemas modernos en la administración”.

Julio Agüero, tercera generación de Churrico

“En el caso nuestro lo bueno es que confiamos ciegamente el uno en el otro y eso te da tranquilidad para trabajar y seguir desarrollándote. Creo que ningún negocio se puede llevar adelante si no hay confianza, porque ahí se pierde mucho tiempo en estar persiguiendo al otro o protegiéndote, cuidándote o controlando al otro. Si está bien consolidada la familia, todo esto no pasa, se ahorra mucho tiempo y es mucho más fácil ir para adelante”.

María del Pilar García Santos, cuarta generación de Librería García Santos

“Dentro de mi familia, los libros siempre nos han gustado mucho, somos muy lectores, además de que en la librería podemos interactuar de forma directa con clientes y amigos. Considero que cuando hacés algo, te tiene que gustar mucho. Si no, es un fracaso. Esta librería es una tradición dentro de la familia. A algunos sobrinos les gusta la lectura y Dios quiera que el día de mañana puedan continuar con esto”.

Franco Falasco, cuarta generación de Familia Falasco

Algunos aspectos positivos de ser una empresa familiar son la toma de decisiones rápidas, dinámicas y ágiles en todo aspecto, además de poder tener trato directo con él o los dueños. Eso último es una ventaja no sólo para los clientes e importadores sino también para el personal propio de nuestras compañías”.

María Inés Amoretti, cofundadora y coach de Intros Consultora

“Una empresa familiar requiere de un esfuerzo mayor y de habilidades diferenciadas, pero también como beneficio tiene que cuando se hacen las cosas bien, también puede ser una fuente de unión y de crecimiento familiar y la gente está mucho más comprometida al ser parte de un proyecto en común pero hay que ponerle mucha voluntad, mucho entrenamiento, sinceridad y una serie de habilidades extra”.

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